El adelanto electoral deja a la presidencia española en el Consejo europeo en este segundo semestre en una situación delicada y sin precedentes en la UE. Las enormes prisas para organizar el "desembarco" de Sánchez y su agenda para exhibir ante Europa su inconmensurable dimensión de estadista, han quedado en segundo plano, porque ahora sus prioridades han experimentado un vuelco. Hay otros intereses. Hay otros objetivos. Al semestre europeo, que le den... plantón. Al menos en su arranque. Luego ya se verá. De momento, el presidente del Gobierno español acaba de aplazar su intervención ante la Eurocámara, en la que tenía previsto, como es preceptivo en estas circunstancias, revelar las prioridades de la presidencia española del Consejo de la UE. Fijado para el día 13 de julio, se pospone hasta septiembre. Europa puede esperar, al parecer, pero Sánchez no.
Elegir el 23 de julio como fecha para las elecciones no hace sino refrendar el perfil de este personaje que se la va a jugar al "todo o nada" porque no le queda otra, después del batacazo sufrido en las elecciones del domingo. La fecha señalada para la cita con las urnas no es casual, como bien se está explicando estos días. Sánchez no da puntada sin hilo, es un maniobrero audaz y un jugador con instinto killer. Con media España de vacaciones, con las complicaciones del voto por correo, con los agobios del termómetro, el líder socialista da por hecho que conseguirá un resultado favorable. No todos piensan igual, ni siquiera en su propio partido. Si no le va bien, tiene previsto un plan B, como corresponde, un puestecito en Europa, un cargazo de campanillas. Lo de la Otan es más que un rumor. ¿O se nos ha pasado por alto el hecho de que no se ha propuesto aún como candidato?
La imagen de España en la UE le importa más bien poco, como le resbala la suave reprimenda que desde Bruselas ya le han hecho llegar por alterar el calendario del semestre europeo
¿Dónde aterrizará tras el gran tortazo? ¿La Otan, el Consejo europeo, la Comisión? No lo duden por un momento. La imagen de España en la UE le importa más bien poco y la suave reprimenda que desde Bruselas ya le han hecho llegar por alterar el calendario del semestre europeo ha resonado hasta Groenlandia.
Le resbala. Primero yo, segundo yo... y por último, yo.
Los serios problemas que tiene planteados nuestro país a nivel comunitario, como los agrícolas y ganaderos, cada día más acuciantes, poco le afectan al divino narciso. La duda es saber de qué será capaz si, finalmente, consigue instalarse ese puesto de mando europeo, sea cual fuere. En Bruselas aumentan los recelos hacia su persona, aunque parece que, durante estos últimos meses, ha logrado atar una salida briosa y muy rentable para su futuro.
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