Opinión

Plus Ultra: el premio al periodismo de 'Vozpópuli'

El 10 de marzo, hace ahora poco más de cuatro meses, Vozpópuli abría su edición con esta noticia: “El Gobierno rescata una aerolínea ‘venezolana’ conectada con el chavismo”. Comenzaba así

El 10 de marzo, hace ahora poco más de cuatro meses, Vozpópuli abría su edición con esta noticia: “El Gobierno rescata una aerolínea ‘venezolana’ conectada con el chavismo”. Comenzaba así el escándalo Plus Ultra, la exclusiva sobre el gasto de 53 millones de euros hacia una aerolínea cercana al régimen de Nicolás Maduro, cuyo valor ‘estratégico’ era cuestionado por el sector y que las sucesivas revelaciones de este medio –fruto del trabajo de investigación que se prolongará durante meses- acabarán por descubrir una operación con créditos en Panamá, sociedades en Aruba, capos chavistas, aviones que no vuelan e informes que cuestionan un millonario rescate de urgencia por parte del Gobierno hacia una compañía cuyo principal accionista es una mujer anónima.

El escándalo ‘Plus Ultra’, que hoy ha vivido un lógico giro de guión con la suspensión cautelar de los 34 millones del crédito participativo concedido a la aerolínea –la parte del león del rescate de 53 millones concedido por la SEPI- es, además de la garantía de que el poder judicial sigue funcionando en este país con independencia, el premio al periodismo valiente e independiente.

Desde aquel 10 de marzo en que Vozpópuli arrancó en solitario –como casi siempre- las informaciones sobre un rescate que despedía el tufo de lo irregular, este medio ha ofrecido más de una veintena de exclusivas sobre Plus Ultra guiado por un único afán: contar lo que los poderes públicos no quieren que se sepa y sacar a la luz los entresijos de una operación que, a medida que este medio iba investigando, más escandalosa se revelaba.

Plus Ultra: decenas de exclusivas

Durante semanas, este medio dedicó portadas y portadas al escándalo, denunciando las irregularidades que sus periodistas –fundamentalmente Beatriz Triguero y Joaquín Hernández, pero también Alberto Ortín, Antonio Rodríguez, Álvaro Zarzalejos o Marina Alías- fueron trabajando:

“Un empresario cercano a Delcy Rodríguez compartió sede en España con Plus Ultra” (12 de marzo): se desvelaban más nexos con el régimen venezolano; “Los dueños de Plus Ultra figuraban como directivos de empresas en paraísos fiscales” (13 de marzo); “Plus Ultra: la aerolínea rescatada por ser estratégica solo tiene un avión” (18 de marzo); “Plus Ultra evitó la disolución antes de la Covid con un préstamo de un banco panameño” (18 de marzo); “El director financiero de Plus Ultra ya quebró una aerolínea en Venezuela hace tres años” (23 de marzo)...

Y las exclusivas seguían: “Dos venezolanos que aparecen en los papeles de Panamá inyectaron 2,5 millones en Plus Ultra” (24 de marzo); "Los últimos datos del registro elevan al 57% la parte venezolana de Plus Ultra, por lo que no podía operar en España” (25 de marzo); “El embajador en Caracas recibió al magnate de Plus Ultra cuatro días antes del rescate” (28 de abril); "Aurora López, la desconocida mujer española que controla casi el 60% de Plus Ultra" (20 de junio); "El equipo de Ábalos mintió: sí opinó sobre el rescate de Plus Ultra y dijo que era "necesario" (14 de julio)

El trabajo de los periodistas de Vozpópuli por descubrir la basura que se ocultaba bajo la alfombra del rescate a la aerolínea venezolana continuó en los meses siguientes. La mayor parte del tiempo, la denuncia de este medio se hizo en soledad: muy pocos colegas decidieron investigar. El hoy exministro José Luis Ábalos insistía a quien le quería oír que lo de Plus Ultra “es una obsesión de Vozpópuli”. Hoy, la justicia ha recompensado ese trabajo.

Los periodistas de Vozpópuli seguimos aquí y aquí seguiremos, denunciando el Delcygate, Plus Ultra o los contratos millonarios de la pandemia. Y no, no es obsesión, es que en los tres escándalos hay un denominador común llamado Ábalos

La ‘obsesión’ de Vozpópuli por la verdad y por arrojar luz sobre las ergástulas del poder político y económico es la misma que, estos días nos lleva a denunciar el escándalo del ‘proveedor de confianza' del exministro, que en plena pandemia, pasó de facturar 0 euros a 53 millones en menos de un año. También, como entonces, estamos solos en denunciar que hasta el propio Marlaska, compañero de Consejo de Ábalos, admite que adjudicó a dedo 3,5 millones en contratos de mascarillas al mismo proveedor porque se lo recomendó Ábalos.

Los periodistas de Vozpópuli seguimos aquí y aquí seguiremos, denunciando –solos o en compañía de quien se quiera sumar, bienvenidos los que hoy recogen el fallo cautelar y lo celebran como propio- las arbitrariedades, la corrupción y los abusos de los poderes públicos, políticos, económicos o de cualquier índole. En el Delcygate, en Plus Ultra o en los contratos millonarios a dedo de la pandemia. Y no, no es obsesión: es que en los tres escándalos hay un denominador común llamado José Luis Ábalos.

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