Opinión

Plus Ultra o el triunfo de Milei

El ultraísmo era, hasta ayer, un importante movimiento poético español e hispanoamericano de principios del siglo XX; ahora, por obra y gracia del periodism

El ultraísmo era, hasta ayer, un importante movimiento poético español e hispanoamericano de principios del siglo XX; ahora, por obra y gracia del periodismo más convencional, se ha convertido en una forma de renuncia al pensamiento crítico. En efecto, cualquier noticia política o fenómeno ideológico que desborde los estrechos límites del árido marco mental dominante en ese periodismo pasa automáticamente a la categoría de ultra.

El libertario argentino, como todos ellos, coincide inesperadamente con Marx y el marxismo mientras se aleja del liberalismo clásico

El último ejemplo ha brotado con la victoria de Javier Milei en las PASO, la primera y extravagante etapa del barroco sistema electoral argentino, que obliga a los ciudadanos a votar en primarias internas (no tanto, como puede verse) de los partidos o agrupaciones electorales. En noviembre se celebrará la segunda vuelta decisiva, si todo va bien y el peronismo derrotado no opta por dinamitar antes el país. Por ejemplo, devaluando brutalmente el peso para castigar a los votantes y culpar al vencedor, Javier Milei. Pues bien, para la mayoría de cronistas del suceso la victoria de Milei -todavía muy lejos de la presidencia- ha sido dos cosas: “inesperada” y “ultra”.

Si repasamos los titulares que pretenden describir la personalidad política de Milei -nada simple, dicho sea de paso-, encontramos esto: “La victoria del ultra Milei en las primarias coloca Argentina al borde del precipicio” (El Periódico); “Ultra, libertario y ‘anarco-capitalista’, así es Javier Milei, el grito de la Argentina enojada” (El País); “El peronismo sufre la peor derrota de su historia y la ultraderecha libertaria de Milei gana las primarias argentinas” (El Mundo); “El voto antisistema eleva al ultra Javier Milei en las primarias argentinas” (El Confidencial). Y así muchos otros en periódicos y medios que, pásmense, pretenden informar siguiendo líneas editoriales diferentes. No tanto, a la luz de su unánime rechazo de lo inesperado que, según la Teoría de la Información, es la noticia más valiosa porque contiene máxima información.

Conservadurismo intelectual y pereza informativa

Es un modo perezoso y a la vez estridente de comentar la actualidad, resumible en “todo lo nuevo o emergente es inesperado, ultra y peligroso”. La historia de cómo el periodismo ha terminado alojando el principal búnker intelectual requiere una buena investigación. Se trata de un conservadurismo ideológicamente escorado hacia la izquierda reaccionaria y sus revivales ecofriendly, woke, constructivista, decolonial y demás parafernalia con perspectiva de género. Lo ultra es su calificativo peyorativo para los fenómenos y entidades ajenos a ese mundo conservador que mutan, por ese defecto de nacimiento, en derecha extrema y ultra. Así, el ultraísmo ha transitado de la poesía al periodismo hegemónico.

¿Será realmente Milei tan ultra como dicen? El periodismo ultraísta llega a sugerir que es el responsable de la devaluación oficial del peso argentino (18%) al día siguiente de las PASO, como si fuera él, y no el gobierno peronista de Alberto Fernández, quien decide la política monetaria de Argentina, con su disparatado sistema de cambio oficial con el dólar y de dólar blue paralelo con su propia cotización (algo que en el mundo normal es puro delito monetario). Véanse otros titulares: “Fuerte devaluación del peso argentino tras el inesperado triunfo de Milei en las primarias” (El Mundo); “Para la agencia Bloomberg, el riesgo es el populismo de Milei, no la devaluación del peso” (Infobae); o este simpático análisis de Bloomberg Argentina, que culpa directamente al vencedor inesperado del quilombo monetario y despelote fiscal porteño.

Contar los hechos estropearía la magia de culpar de todo a los ultras, que normalmente poco tienen que ver con las causas y consecuencias de tales hechos, aunque sean su resultado político

¿No sería más sencillo y acorde con la verdad informar de que, fenómeno Milei aparte, el desastre económico argentino es consecuencia de la política tradicional peronista, empeorada por una buena dosis de narcosocialismo del Grupo de Puebla, con sus valedores españoles habituales (Zapatero, Garzón, los comunistas)? Sí, pero contar los hechos estropearía la magia de culpar de todo a los ultras, que normalmente poco tienen que ver con las causas y consecuencias de tales hechos, aunque sean su resultado político.

Milei no solo se va a enfrentar al rechazo mundial de la prensa y los Blomberg conservadores, sino al desafío de los contrapoderes argentinos, que no son pocos, comenzando por la propia trama peronista, que no renunciará fácilmente a sus privilegios mafiosos: ya han anunciado sangre si se deshace su obra. Si gana la presidencia y consigue que el legislativo apruebe sus leyes, habrá que ver si funcionan la dolarización y otras medidas taumatúrgicas con exceso de pensamiento mágico. En realidad, la economía se lleva mal con la ideología, y Milei tiene una: el economicismo. Es la fe en que el mercado es muy superior al Estado y lo privado a lo público, a la vez que la economía maneja todos y cada uno de los hilos de la realidad, en lo que el libertario argentino, como todos ellos, coincide inesperadamente con Marx y el marxismo mientras se aleja del liberalismo clásico; éste nunca ha supeditado los valores ni la política al imperio de la economía (pueden ver una exposición más extensa y detallada del error economicista y de sus falacias en mi libro En defensa del capitalismo).

Milei no es un liberal clásico; no tiene inconveniente en definirse como libertario económico y conservador en materia de costumbres y derechos civiles (por ejemplo, contrario a despenalizar el aborto), claridad honrosa pero que conduce a otra paradoja: la economía liberal tampoco se lleva bien con el estado conservador que, inevitablemente, tiende a controlar la vida privada de la sociedad y por tanto a crecer, no a menguar, afectando a la economía, y a privilegiar a grupos tradicionales de poder económico, obstaculizando la competencia e innovación (como los que conforman el lamentable capitalismo de amiguetes que impide a España crecer como es debido desde hace decenios).

En cualquier caso, hay muchos argentinos decididos a que Milei pruebe a sacar al país de su espantoso declive, este sí verdaderamente ultra, y tienen todo el derecho del mundo a darse esa oportunidad. Ya ven la cantidad de complejidad y de cosas que encubre e ignora el ultraísmo periodístico con su patológica pereza intelectual.

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