La Cumbre de la OTAN, con su noche en el Museo del Prado, parece ya perdida en la noche de los tiempos, pero de aquellas imágenes de hace apenas quince días y de la foto de familia de la Alianza nos queda hoy una Europa cada vez más debilitada frente a Rusia, que sigue implacable arrasando Ucrania y amenazando al continente con un invierno sin gas, y frente a China, la verdadera ganadora de la partida geopolítica.
Quince días después, de la foto de familia de la Alianza en Madrid hay que tachar a Boris Johnson, que ha pasado de admirar los cuadros del Prado a dimitir como primer ministro por los escándalos y las fiestas en el 10 de Downning Street en plena pandemia.
También ha tirado la toalla Mario Draghi, 'súper Mario’, el tecnócrata que llegó de Europa y anhelaban los empresarios trasalpinos, abandonado por los populistas de Bepe Grillo y su populista Movimiento Cinco Estrellas, la mayor fuerza de la Cámara italiana, que no parece dispuesto a dejar pasar la oportunidad de tocar definitivamente poder en estos tiempos de crisis y descontento social.
Y, lo peor de todo, Pedro Sánchez sigue: reforzado en su papel de anfitrión internacional –qué alto y qué bien habla inglés, ya le conoce hasta Biden- y con un giro a la izquierda en el debate del estado de la nación –más impuestos y más gasto público, nada de reformas y de recorte de gasto superfluo en el Gobierno con más ministerios y más asesores de la historia de la democracia española- para intentar aguantar cuanto sea posible en Moncloa.
Además, a Macron en Francia le crecen los enanos, con una Cámara de mayorías endiabladas, y Mélenchon y Le Pen, a uno y otro extremo, esperando su oportunidad.
Alemania, al albur de Putin
En Alemania, la nueva alianza del semáforo naufraga a la sombra de un Scholz hipotecado, además de por su leve peso político, por el gas de Moscú y los cortes del suministro de Putin que amenazan a Europa y en particular a los alemanes con un invierno bajo cero, de corte de suministros que alimentará los extremismos y las protestas.
Berlín tiene las manos atadas por una política verde –“Nucleares, no, Gracias!”- que hace depender totalmente a Alemania de la voluntad de un sátrapa como Vladimir Putin. Y mientras, el excanciller socialista Gerhard Schröder, artífice de esa política de nucleares cero, lleva años forrándose al frente de la mayor petrolera estatal rusa, Rosneft, puesto que se ha visto forzado a abandonar a finales de mayo.
Ante este panorama, la UE se limita a anunciar a bombo y platillo un plan... para que los europeos ahorren gas, pongan el aire acondicionado a 25 grados y no suban la calefacción de los 19. Eso sí: pásense por cualquier ministerio, dependencia pública o por el propio Congreso de los Diputados. Allí, las frigorías se multiplican de manera inversa a los precios de baratillo que sus señorías disfrutan en la cafetería, conocida por ser mucho más barata que en cuqluier bar de barrio.
Mientras el Reino Unido, fuera de la UE, se queda descabezado a la búsqueda de un nuevo líder; Italia vuelve a su historia reciente, con un primer ministro dimitido y una crisis abierta en canal; Francia y Alemania, las locomotoras de Europa, amenazadas por los populismos y la larga mano de Putin, España gira hacia la izquierda porque Sánchez está dispuesto a cohesionar su Gobierno Frankenstein como única forma de mantenerse unos cuantos meses en el poder.
Pobre Europa: el cambio del paradigma de la civilización en favor de Rusia y China, nos ha pillado con la peor generación de líderes políticos y tampoco al otro lado del charco hay un Roosevelt dispuesto a desembarcar en Normandía
Si para ello hay que subir impuestos, gastar más y reescribir la historia reciente de España con una ley de desmemoria avalada por los herederos de ETA y criticada por ‘peligrosos fachas’ como Juan José Laborda, Javier Rojo, Pedro Bofill, Saéz de Coscolluela o Rodríguez de la Borbolla, se hace y en paz. Patada a seguir y ‘Manual de Resistencia’. Aunque ello suponga hipotecar el futuro del país y del propio PSOE.
Pobre Europa: el cambio del paradigma de la civilización en favor de Rusia y China, nos ha pillado con la peor generación de líderes políticos y tampoco al otro lado del charco hay un Roosevelt dispuesto a desembarcar en Normandía. Bastante tienen EEUU y Biden con volver a coser a una sociedad partida por la mitad.
Quién puede frenar a China...
Lo contaba Francis Fukuyama hace casi un año, cuando EEUU y Occidente salieron corriendo de Kabul y así lo avisábamos aquí en agosto en la columna “Occidente muere en Kabul: China ya domina el mundo”. “El ‘made in USA’ lleva en retirada desde hace años ante el poder del ‘made in China’, construido sobre un capitalismo salvaje sin sindicatos, sin leyes ecológicas, sin salarios mínimos ni derechos laborales... ¿Quién puede frenar así al ‘comucapitalismo’?”
“Mientras China sigue extiendo su dominio en lo económico, no duda en mover sus fichas políticas: a través de Rusia –en esta nueva era, Putin es un peón de Pekín- arma a los enemigos de occidente, reconoce a los Talibán en Afganistán y alimenta a sus tradicionales aliados, de Cuba a Corea del Norte pasando por África y Asia Central. Así lo ha denunciado recientemente la propia Revista de Defensa española. Pero, ¿estamos dispuestos a hacer algo para evitarlo?”.
Once meses después, la respuesta queda desgraciadamente clara: Occidente –EEUU y Europa- siguen de retirada, el invierno va a ser duro, muy duro, y no tenemos líderes para afrontar el frío que viene...
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