Las elecciones vascas y gallegas tenían que ser las últimas de un ciclo electoral que culminaba generales, europeas, municipales y estas dos autonómicas. Pero no fue así y tras una pandemia histórica, las elecciones de este domingo se convirtieron en las primeras de un nuevo ciclo electoral, el postcovid, que enfrentaba a las urnas a unos gobiernos tras la difícil gestión de la pandemia.
Los resultados han premiado a los gobiernos autonómicos, que han salido muy reforzados; pero no así, a los partidos nacionales, ni Sánchez, ni Casado, ni Iglesias, ni Arrimadas han salido más fuertes, el único que pudo sacar pecho ayer fue Abascal que metió un diputado rozando el larguero. Las de ayer fueron unas elecciones de continuidad, todas las encuestas preveían resultados sin grandes cambios, algo que suele hacer perezosa la participación bajo la máxima, para qué votar si todo seguirá igual… y entre el efecto continuidad y el miedo a los rebrotes, la participación fue históricamente baja.
En cuanto a los resultados, los todopoderosos PNV y Feijoó, seguirán gobernando y con más holgura. Se habrán dado cuenta, que en el caso vasco cito al partido, porque la marca está más sólida que nunca, tanto es así que ya ha nacido su réplica catalana; sin embargo, en el caso gallego es necesario mentar a Feijóo, porque ahí como dicen los gallegos, el PP no se presenta aunque siempre gana las elecciones.
Sumar no siempre funciona
En Euskadi, el gobierno sale reforzado ampliamente, el PNV claramente y, en menor medida, quien hasta ahora era su socio de gobierno, el PSE-EE. Los socialistas recuperan su posición de hermano mayor respecto a los morados, que tras múltiples crisis de liderazgo y escisiones no han podido mantener el sorpasso que en las pasadas autonómicas vascas anticipaban su reinado en Euskadi.
Sin embargo, los grandes ganadores son los partidos nacionalistas, tanto PNV como Bildu consolidan y amplían sus espacios electorales, la suma del nacionalismo de izquierdas y de derechas suman más del 60% de los votos. La gran derrotada fue la ficción política que dice que las sumas electorales previas a las elecciones multiplican. La realidad vuelve a ser tozuda, la unión en política es un artefacto retóricamente más peligroso que lo que resulta en las urnas. La apuesta de Casado en detrimento de Alonso, Carlos Iturgaiz fue el gran derrotado, confirmando la teoría que afirma que cuando el PP se parece a Vox, quien sale premiado es Vox, que por primera vez irrumpe en el parlamento vasco con un diputado, suficiente para hacer ruido.
En Galicia, Feijóo sufrió con el sondeo de la Forta durante unos minutos para después celebrar una de las grandes victorias de esas que ahora solo conseguía Fraga. El varón gallego, quien ha rescatado a Rajoy para la campaña, vuelve a la carrera interna con la fuerza de la moderación por bandera y los de Vox fuera del Parlamento autonómico, sin sumas con los naranjas que pudieran desposicionarlo. En la izquierda, la gran ganadora fue la candidata Ponton del BNG, quien ha sabido liderar el bloque de la izquierda y 'sorpasar' tanto al PSdG y a los morados, de quienes se ha nutrido para lograr el ascenso espectacular de los nacionalistas gallegos.
Las luchas internas del espacio morado han quedado arrasadas por el nacionalismo clásico gallego
UP y las mareas han quedado fuerza del Parlamento, las escisiones, las luchas internas del espacio morado han quedado arrasadas por el nacionalismo clásico gallego que queda como líder de la oposición. Los socialistas han podido repetir apuradamente los escaños de hace cuatro años, y no han sido suficientes para mantener la segunda posición, un mal resultado si se compara con las cuatro elecciones anteriores de ciclo electoral pre covid en la que los socialistas ganaron en cada una de las convocatorias.
En conclusión, ganaron los nacionalismos clásicos que siguen creciendo a costa de partidos nacionales, y perdió la participación. Ganó el partido de Feijóo y perdió el PP de Casado, quien no logra consolidar su liderazgo. Perdió el candidato duro de los populares y, en la misma circunscripción ganó Vox, quien irrumpe con un diputado en Euskadi. Ganaron los gobiernos autonómicos que se presentaban a la reelección y perdió el gobierno de coalición de España, que no pudo vender el relato del apoyo ciudadano tras la pandemia. Pero sin duda, el revés más importante se lo lleva Unidas Podemos, que en ninguna de las dos comunidades tienen un asidero por donde vender el relato. Queda inaugurado el ciclo electoral post-covid. Próxima estación, Cataluña.