“Debemos politizar el dolor, que el dolor se convierta en propuestas para cambiar la realidad”. Esto lo escribió Pablo Iglesias el 7 de octubre de 2016, y lo soltaba en mítines ese año. “Lo principal del lenguaje de Podemos, lo fundamental no eran las identidades ideológicas, era politizar el dolor, y no hay nada más ideológico que politizar el dolor”, decía en Vigo el 20 de septiembre de ese año.
Este es nuestro drama: que el partido que juega a potenciar el dolor para su uso político está en el Gobierno que tiene que combatirlo. La pandemia y la crisis socioeconómica que se avecina son su escenario perfecto porque los podemitas ponen el dolor en el centro de la política. Pero no les basta con apropiarse de la voz de los que sufren, sino que señalan un culpable. Podemos ya lo ha encontrado: el PP, y especialmente Díaz Ayuso, la Presidenta de la Comunidad de Madrid.
El populismo comunista de Iglesias y Podemos, ahora tristemente en el Gobierno de España, se alimenta de poner el acento en el sufrimiento. Para esto no solo cuentan el dolor existente, sino que crean bulos, lo que ahora se llaman fake news. Porque el objetivo no es paliar el dolor, sino echar a la gente encima del enemigo. Ya lo decía Lenin: “La política es otra forma de hacer la guerra”, y en la guerra todo vale.
El discurso es fácil, incluso infantil. Se trata de establecer dicotomías: ricos y pobres, protegidos y vulnerables, casta y pueblo. Por supuesto, el régimen, en este caso el del 78, está concebido para “los de siempre”
El uso del dolor está en la versión populista del marxismo desde 1917. La idea es bastante sencilla. Los problemas de la gente son causados por el régimen capitalista —ahora lo llaman “neoliberal”—, que es culpable del malestar. El discurso es fácil, incluso infantil. Se trata de establecer dicotomías: ricos y pobres, protegidos y vulnerables, casta y pueblo. Por supuesto, el régimen, en este caso el del 78, está concebido para “los de siempre”: ricos, protegidos y casta, frente a los pobres, vulnerables y pueblo, que son la “mayoría social”.
Estos populistas pretenden ser portavoces del dolor. Todo malestar tiene, a su entender, un único sufridor y un único culpable. Es la manera de convertir la desesperanza en un movimiento antisistema, que será más fuerte cuanta más relevancia se le dé al sufrimiento porque eso genera emociones que movilizan. Los dos ejemplos más claros de esta táctica son el uso de los atentados del 11-M y las consecuencias sociales de la crisis de 2008. Detrás de las dos politizaciones del dolor está la gente de Podemos, en especial Juan Carlos Monedero.
Ese mismo uso están haciendo ahora. El objetivo de su propaganda es desviar la atención, hacer que su enemigo sea el culpable. Así, tratan de hacer creer a la gente que el dolor por el coronavirus no se debe a la imprevisión, al oportunismo político o a la negligencia de su Gobierno. No, sino al PP. Es el mecanismo utilizado con éxito por el castrismo: el culpable de la miseria en Cuba no es el modelo comunista, sino el embargo de EEUU.
Recortes y privatización
Los podemitas del Gobierno y alrededores son activistas con cargo público, y cuentan con sus medios afines para convertir en informaciones lo que son consignas. El argumentario es que las muertes por coronavirus son responsabilidad del modelo del PP, que ha desatendido la sanidad pública en beneficio de “los de siempre”. Han sido, dicen, los “recortes” y la “privatización” los que han dejado a los españoles sin la atención que se merecen. Es la hora, sostienen, de poner nombre y apellido a los culpables del dolor.
Esa es la auténtica máquina podemita, la que usa el dolor para hacer política. Esa es, como dijo el vicepresidente Iglesias, la verdadera ideología. Y por eso sueltan: “los recortes de ayer son los muertos de hoy”, porque “el PP lleva 25 años recortando, privatizando y destruyendo la sanidad pública en la Comunidad de Madrid”. A esto le suman campañas con vídeos querellables, creados por una cuenta podemita en Twitter, que, como hizo esta izquierda en la campaña contra la guerra de Irak, colocan sobre fotos de políticos del PP el cartel de “Culpable”.
¿Qué está detrás? Aferrarse al poder como sea. El comunismo es eso: una forma de tomar el poder para siempre, no de preocuparse de verdad por la gente. Por eso siempre destruyen al enemigo y quieren dar la vuelta al régimen, para tener en exclusiva el poder. Por eso solo son propaganda y conflicto, decretos e imposiciones, responsabilidades ajenas y campañas contra el adversario. Pero después de todo este ruido comunista, lleno de furia y bulos, habrá que exigir responsabilidades si no es demasiado tarde.
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