Opinión

Podrán quitaros las pelotas de goma pero no el honor

No olvidéis que esa gente, por mucho que se empeñe, jamás os podrá arrebatar el honor, poque ni siquiera sabe lo que es

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Archivo

Te levantas a las 4 de la madrugada para ir a trabajar. Un solo café no es suficiente para avisar a tu cuerpo de que ya tiene que estar activo y alerta. Aún así, sales de casa y te diriges a tu automóvil. Abres la puerta del conductor y te sientas, dejando la puerta abierta. Pones en marcha el motor. Todo va bien. Cierras la puerta y, ahora ya sí, te abrochas el cinturón de seguridad y comienzas a conducir.

Son muchos años de arrancar el coche con la puerta del conductor abierta, tal y como te dijeron, para tener alguna mínima posibilidad de salir con vida, en el caso de una explosión al poner en marcha tu vehículo, si hubieran conectado una bomba. Demasiados años haciendo esto, cada vez que te montas en tu coche, lo han convertido en una rutina que ya haces de manera totalmente inconsciente y automática, como el respirar.

A veces recuerdas a aquel compañero, de una promoción posterior a la tuya, que asesinaron los de las bombas. No piensas mucho en él, porque sería insoportable, pero, a veces, sí que te permites recordarlo. ¿Podrías haber sido tú? Sí, podrías. Podría haber sido cualquiera.

Pero ETA ya no existe, te dicen. A pesar de los esfuerzos del Gobierno por sacar de las cárceles a terroristas, a pesar de que los homenajes en determinadas ciudades siguen siendo para asesinos en cuanto pisan la calle, en lugar de para tus compañeros asesinados, a pesar de que hay un partido político que se jacta de tener 200 presos etarras en la cárcel que todavía hay que liberar, te dicen que ETA no existe, y tal vez por eso tú no eres capaz de borrar de tu cabeza que puedes cerrar la puerta del conductor y abrochar tu cinturón antes de arrancar el vehículo.

Ese pequeño daño irreparable en tus costumbres quizá no se borre nunca. Pero esa costumbre delata algo detrás que tampoco tiene arreglo y que no es tan pequeño: que tuviste miedo de perder la vida, que durante décadas viviste pensando si hoy te tocaría a ti, si sería tu madre la que tendría que llorar frente a tu ataúd y tomar una bandera en sus manos, en lugar de las tuyas. Solo porque un día decidiste servir y proteger a España y a los españoles y vestir un uniforme para hacerlo. Solo porque los que no querían a España ni a los españoles decidieron que asesinar era el camino correcto para chantajear y someter a todo un país con el miedo.

Que es que vengan estos ahora a hablar de daños irreparables y miembros perdidos, cuando han estado décadas jaleando, encubriendo, facilitando e incluso provocando que muchas personas volaran por los aires en mil pedazos, incluso niños

Hoy, una de esas personas dice que no podéis usar pelotas de goma como arma de persuasión, porque han causado daños irreparables a alguna gente que asistía a manifestaciones e incluso ha perdido algún miembro a causa del impacto. Francamente, no voy a debatir si las pelotas de goma son peligrosas o no, si son o no eficaces a la hora de disolver a una masa violenta o pacífica, si hay mejores o peores modos de conseguir que te hagan caso cuando les pides que se marchen a casa y mantengan el orden. No quiero debatir nada, porque lo único que me viene a la cabeza es lo humillante que es que vengan estos ahora a hablar de daños irreparables y miembros perdidos, cuando han estado décadas jaleando, encubriendo, facilitando e incluso provocando que muchas personas volaran por los aires en mil pedazos, incluso niños.

Solo puedo pensar en lo vejatorio e insultante que es que nuestro Gobierno le dé a esta gente capacidad para decidir cualquier cosa y más aún que se haga cargo de la legislación de la seguridad ciudadana, donde se ve que su mayor preocupación no es precisamente proteger a quien nos tiene que proteger, sino reducir su autoridad y disminuir las consecuencias de las faltas de respeto y desobediencia a esa autoridad.

No voy a despotricar contra un Gobierno que vende parcelas de nuestro país y nuestro futuro a asesinos y a sus cómplices. No hace falta ni sirve de nada, porque al necio poco le importan las verdades del barquero, mientras pueda seguir llenando su ego y sus bolsillos.

Te doy las gracias por no mandarlo todo al carajo, por tener ese sentido del deber y de la responsabilidad que nuestros políticos no tienen

Lo que sí voy a hacer es seguir el consejo de mi abuelo, que me decía que es de bien nacido ser agradecido, y darte las gracias a ti, a ti, a ti... y a ti. Y decirte que no sé cómo puedes seguir levantándote a las 4 de la madrugada cada día, cómo puedes hacer turnos de 12 horas seguidas cuando el cuerpo y la mente ya no pueden más, cómo puedes continuar queriendo “coger a los malos”... Cómo puedes hacer lo que haces. Te doy las gracias por entender que te necesitamos, que os necesitamos, aunque muchos quieran hacernos creer que no. Y te doy las gracias por no mandarlo todo al carajo, por tener ese sentido del deber y de la responsabilidad que nuestros políticos no tienen.

Puede que pretendan quitaros sobre el papel la autoridad que tanto necesitáis para poder protegernos, pero finalmente está en nuestra mano el devolvérosla en las calles con el respeto que merecéis. Quizá consigan robaros esa autoridad y ese respeto, apoyándose en el desconocimiento de unos cuantos descerebrados y un manojo de violentos y delincuentes, pero no olvidéis que esa gente, por mucho que se empeñe, jamás os podrá arrebatar el honor, porque ni siquiera sabe lo que es. Y vosotros lo sabéis bien: “El Honor es mi Divisa”.

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