La pasada semana tuvimos una comida de los antiguos compañeros de universidad y uno de ellos, que luego dedicó su actividad profesional al sector vitivinícola, me hablaba de las características de los vinos y decía que son importantes las tres “e”: estructura, equilibrio y elegancia.
Luego hablamos de la economía española y la verdad es que no pude menos que aplicar estas tres “e” a Sánchez y su gobierno, en lo que se refiere a los asuntos económicos. Veamos:
Los vinos con estructura, según mi amigo, “se refieren a los de mucho color y cuerpo, entendiendo este último como que al beberlo te llena toda la boca”.
Desde luego, la estructura ministerial de Sánchez nos depara unos ministros económicos que carecen de color si los comparamos con los de otros gobiernos europeos o incluso con algunos españoles anteriores. Calviño no pasa de ser una mera funcionaria a quien pusieron ahí para que Bruselas no se alarmara con la presencia de Podemos en el gobierno. Pero cuya gestión ha resultado manifiestamente mejorable y cuyas previsiones económicas fallan más que un cohete de feria. Montero ni siquiera tiene fundamentos económicos (es médica) y su nivel queda definido con la implementación actual de los impuestos a energéticas, bancos y grandes fortunas, que no solo son absurdos, sino que incluso tienen deficiencias técnicas y, probablemente, acabarán siendo inconstitucionales. Escrivá nos desconcierta con declaraciones y actuaciones impropias de alguien a quien, en etapas pasadas, yo valoraba mejor. Pero, él mismo se está descalificando. Y, en fin, el fuerte de la ecologista Ribera no parece que fuera la energía…
Somos el país europeo donde más ha subido la deuda en la crisis (en % del PIB), hasta un insoportable nivel del 115% en la actualidad
Lo que sí puede decirse de ellos es que nos llenan toda la boca, como los vinos con estructura. Pero, en su caso, de lo que nos la llenan es más bien de lamentos e improperios cuando nos enteramos de sus medidas…
Los vinos con equilibrio, según mi amigo, “son los vinos redondos, que al beberlos no te sale la acidez, sulfitos, taninos, astringencias…”
No voy a hacer el comentario fácil sobre que Frankenstein produce astringencias, pero lo que está claro es que los equilibrios económicos no son el punto fuerte de la gestión gubernamental. Porque, si hacemos un pequeño repaso, resulta que no son capaces de domar el déficit estructural, que sigue alrededor el 4/5%. Somos el país europeo donde más ha subido la deuda en la crisis (en % del PIB), hasta un insoportable nivel del 115% en la actualidad, poniendo en peligro el futuro de nuestro país. No hace falta decir nada de la inflación porque es evidente. Y lo peor de todo es que, aun contando con un BCE que compraba toda la deuda emitida y con unos fondos NextGen de importe monumental, este Gobierno ha conseguido que nuestro país sea el peor de toda la UE en crecimiento económico desde que empezó el covid…
Realmente no era fácil hacerlo tan mal y generar unos desequilibrios de este tenor. Así que no resulta sorprendente que estos ministros nos produzcan acidez, como los vinos que no tienen equilibrio…
Por último, según mi amigo, “los vinos con elegancia son vinos con un final suave que te incitan a seguir bebiendo”.
Pero este gobierno Frankenstein no nos incita precisamente a seguir con él, sino a desear que llegue a su final (suave o no). Y tampoco a los mercados parece gustarle. Porque cabe recordar que Portugal, con más deuda/PIB que España, tiene una prima de riesgo ligeramente menor. Y Francia, con una ratio deuda/PIB casi como la nuestra, tiene 50 puntos menos de prima. Y es que desconfían de España porque no les gusta este Gobierno y su afán desmedido por el gasto. Necesitamos un cambio radical, aun con las nuevas reglas fiscales europeas más flexibles. Que me temo que, en el caso de los países más manirrotos, no basten a los mercados.
Necesitamos la aplicación de reformas estructurales adecuadas, no contrarreformas como las realizadas por este gobierno en pensiones o en el ámbito laboral
Es fundamental un plan de consolidación presupuestaria a medio plazo, que se base más en la reducción decidida de gastos que en el aumento de ingresos, que es lo más exitoso como nos dice la historia en otros países. Aparte de que acabamos de ver a los mercados obligando al Gobierno británico a reducir el gasto público, lo que puede constituir un precedente. Por otra parte, necesitamos también la aplicación de reformas estructurales adecuadas, no contrarreformas como las realizadas por este gobierno en pensiones o en el ámbito laboral. Y hay que flexibilizar la excesiva rigidez en el marco institucional, porque limita el potencial de crecimiento de la economía y de la productividad.
Ya veremos si un Gobierno alternativo de Feijóo hace lo que es necesario. Debería llegar preparado, con ideas claras, con un buen equipo, y actuar con contundencia desde el principio. Pero, por ahora, no hay indicios evidentes de que todo ello vaya a ocurrir. Sin embargo, ¡qué bien nos vendría un gobierno que, al menos en el ámbito económico, fuera como los buenos vinos: con estructura, con equilibrio y con elegancia…!
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