Yo estaba allí. Era jueves 30 de mayo de 2018. Pedro Sánchez le había dado la última oportunidad a Rajoy. Dimitir y convocar elecciones, o afrontar la realidad de que sería expulsado del poder por una moción de censura. Entonces fue cuando Mariano decidió. Tenía que elegir entre un Gobierno Frankestein para España, condicionado por el populismo y el nacionalismo, o convocar unas elecciones que probablemente llevarían al PP a ser sobrepasado por Ciudadanos. Tuvo que elegir entre salvar a su partido o a su país. Todos sabemos lo que eligió entre las brumas del whisky de Malta. Eligió salvar a su partido.
En el episodio más bochornoso de la democracia, Mariano se refugió en un reservado a ahogar las penas en alcohol, abandonando sus responsabilidades y huyendo de su sitio en el Congreso. Mientras se insultaba a la nación, el presidente cedió su puesto al bolso de Soraya Sáenz de Santamaria.
25 de noviembre de 2021. Yo también estaba allí. Mañueco se enfrentaba a unos meses complicados en lo judicial. Temía que en marzo se repitiese en Castilla y León la escena de ese mayo- junio en el Congreso de los Diputados. La comunidad salía de su peor crisis sanitaria y económica. Necesitábamos un presupuesto y un gobierno estable. Yo le ofrecí a Mañueco estabilidad y la garantía de continuar, apoyando la acción de nuestro Gobierno. A cambio, sólo le pedía una cosa: si su amigo Javier Iglesias era procesado en el caso de Salamanca -acababa de ser llamado a declarar con abogado en las diligencias previas- debería de dimitir. Me dijo que sí y así lo anuncié en rueda de prensa.
El presidente tenía que elegir entre su amigo de partido o su comunidad y eligió a su comunidad...o así lo creía yo. Lo demás es sabido. Mañueco urdió pocas semanas después un sainete para evitar afrontar esa responsabilidad. Necesitaba una excusa para convocar elecciones y evitar ese trago. Cuando estábamos a punto de llegar a un acuerdo presupuestario, en una negociación conocida por él, por todo el Gobierno y por su consejero de Economía, decidió abortarlo por sorpresa y acusarnos a nosotros de deslealtad. La difamación y la mentira se desmontaron en menos de 24 horas con una simple conversación de WhatsApp. El presidente Mañueco había tenido que elegir, nuevamente, entre su partido y su comunidad. Dejó a su comunidad sin presupuesto y sin un Gobierno estable para poder preservar a su partido.
La escena no puede ser más chusca"
Ahora, con el peor resultado de la historia del PP en Castilla y León, el trío Casado, Egea y Mañueco nos piden, al resto de los representantes parlamentarios, que les dejemos gobernar en solitario. La escena no puede ser más chusca.
La democracia parlamentaria tiene sus reglas y la primera es que hay que sumar mayorías. El PP tiene que conformar una mayoría estable para gobernar. Esa es su obligación democrática. Formar un Gobierno estable y aprobar un presupuesto para afrontar la recuperación y los grandes problemas de esta tierra.
Tiene ahora dos opciones: pactar con VOX o buscar un acuerdo de gran coalición con el PSOE. Es la hora de decidir qué va a ofrecer el PP como alternativa a la nación y a la comunidad. No hay más. Ha llegado la hora de enfrentarse a los ciudadanos y decirles cuál es su propuesta y explicarla. Es la hora de decidirse entre llevar al país por el camino del populismo frentista y las trincheras o plantear otra alternativa. Casado no puede marear más la perdiz.
Tenían un pacto con nosotros. Decidieron romperlo. El PP no puede ser todo y nada a la vez. Tiene que asumir las consecuencias de sus actos. Si quiere ocupar el centro liberal tiene que hacer política liberal, asumir los postulados y pactar con quienes los defienden. Asesinar centristas y parecer centrista es incompatible.
Si el PP quiere seguir el rumbo de sumar con VOX tiene que integrarlo en el Gobierno. Los parlamentarios y los votantes de VOX no son menos que los que teníamos nosotros. Tienen otras propuestas y otras políticas. Por eso no nos gustan, pero es el PP quien ha elegido libremente cambiar de socios. Si no quieren esos socios tendrán que rectificar y buscar otra mayoría. Pero no pueden gobernar en solitario con el peor resultado del PP en la historia de Castilla y León. Eso no es democrático.
Casado no está haciendo política para adultos. Los adultos toman decisiones y asumen sus consecuencias. De hecho, el PP no ha hecho política para adultos desde hace años.
No se pueden tirar los dados eternamente hasta que salga lo que quieras"
El PP sigue embriagado en el Aray mientras los españoles esperamos a que aparezca algún adulto decente que deje de tratarnos a todos como idiotas. El PP es un partido eternamente adolescente, empeñado en no asumir las consecuencias de sus actos. Un partido que no es capaz de decidir qué quiere ser de mayor y que continúa esperando que los ciudadanos le perdonen eternamente sus errores. Todos tenemos que asumir los nuestros. En eso consiste hacerse mayor. Nosotros hemos asumido y pagado bien caro los nuestros. Es la hora de que el PP en Castilla y León, y en toda España asuma los suyos. Es la hora de hacerse mayor. Hay que tomar decisiones y afrontar las consecuencias. No se pueden tirar los dados eternamente hasta que salga lo que quieras. Es la hora de los adultos. Asuman las consecuencias.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación