Opinión

Políticos bumerán: se van pero vuelven

Ya sé que España huele a cambio y que tenemos el país lleno de políticos correteando de un lado a otro como pollo sin cabeza, pero me vais a permitir que os recuerde que principios de junio es buen momento para consumir frutas como albaricoque, cereza,

Ya sé que España huele a cambio y que tenemos el país lleno de políticos correteando de un lado a otro como pollo sin cabeza, pero me vais a permitir que os recuerde que principios de junio es buen momento para consumir frutas como albaricoque, cereza, ciruela, fresa, melocotón, nectarina, paraguayas, plátano y sandía. En cuanto a verduras y hortalizas es tiempo de ajo seco, borraja, calabacín, cebolla seca, judía verde, pepino, perejil, remolacha y zanahoria.

No, no me he vuelto loca. He creído oportuno informaros cada mes de las frutas y verduras de temporada, ahora que nuestro ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha comunicado que se marcha, que no quiere ser "cara visible de la política". Alguien tiene que hacer su trabajo. Yo puedo encargarme gustosa de esta parte que tanto tiempo le llevaba en sus redes sociales, pero de la parte de convocar huelgas de juguetes y esas cosillas, que se encargue otro, que yo de juguetes sé poco.

Lo siento, Pam, para ti no hay, que no te quieren ni los tuyos. Yo que tú me quejaba muy fuertecito achacando ese rechazo a la gordofobia

Pero no os vayáis a pensar que se va. Los políticos en este país no se van ni cuando lo anuncian a bombo y platillo. Se va a la sombra y cobijo de Yolanda Díaz, que está repartiendo carguitos en su recién estrenado partido Sumar. Lo siento, Pam, para ti no hay, que no te quieren ni los tuyos. Yo que tú me quejaba muy fuertecito achacando ese rechazo a la gordofobia e insistiendo en que no se da la suficiente visibilidad a los obesos en el congreso. A ver si cuela, mujer.

Nadie podía imaginar que Sumar acabaría siendo un partido político con el que Yolanda intentaría llegar a la presidencia. Qué sorpresa. Imaginad esos 15 partidos y personajes varios que lo forman, tratando de ponerse de acuerdo. Ni la peor junta de vecinos.

Así que tenemos a Garzón anunciando que se va, pero no se va. Se parece mucho a Pablo Iglesias, a diferencia de que este incluso se cortó la coleta para hacer más dramática su salida de la política. ¿Qué salida? Pues eso digo yo. Qué salida, si le escucho más ahora que cuando era vicepresidente. Cuando no está en un mitin de Podemos está en la Ser hablando de Podemos. Como siempre, quieren darnos lecciones de feminismo, pero, para hablar de Podemos, cómo tiene que afrontar el batacazo que se ha pegado en las elecciones y qué está dispuesto a negociar con Yolanda Díaz para no extinguirse, no cede la entrevista a Belarra o a su amadísima Irene, no. Para todo eso ya está él, que aunque ha dejado la política, nadie mejor que Iglesias para indicar lo que tiene que hacer el partidito morado. Pero señor, ¿usted no se iba?

Después nos metió un rollo con no sé qué asociación feminista, luego empezó a tontear con chavalitos pro comunistas que en redes sociales se dedican a cancelar cuentas de derechas... Y luego ya no sé

Nos ha salido como Macarena Olona, que se iba porque estaba muy malita y anunció que, cuando se recuperara, iba a volver a ejercer como abogada del Estado. Pero al mes ya estaba buenecita, (sin un informe psicológico yo no me atrevería a jurarlo), y quería una reunión con Abascal. El hombre pasó de ella como yo de comer borraja, aunque sea la temporada. Después nos metió un rollo con no sé qué asociación feminista, luego empezó a tontear con chavalitos pro comunistas que en redes sociales se dedican a cancelar cuentas de derechas... Y luego ya no sé. En el capítulo 258 del culebrón de Macarena reconozco que cambié de canal. Me parece que ahora ha creado un partido al que ha llamado "Caminando juntos". Sin maldad lo digo: yo creo que a esta mujer le dio un golpe de calor, en aquél camino de Santiago que se montó con varios de sus fans, y todavía no se ha repuesto. Anda "retando" otra vez a Abascal para que debata con ella no sé qué... Fijaos cómo está la cosa, que pienso que tengo yo más posibilidades de entrevistar a Abascal en mi canal de Youtube, para hablar sobre el cultivo de las frutas y verduras de temporada, que ella de debatir con él sobre cualquier cuestión.

Todo esto me recuerda un pasado lejano en el que yo trabajaba en un bingo. Aquí una servidora ha hecho muchas cosas para sobrevivir, pero la de vender cartones en el bingo es memorable. Me vais a permitir, sin ánimo de ofender a mis ex clientas, que os diga lo mucho que me recuerdan estos políticos a esas señoras, que hacían cola ya a las tres de la tarde para entrar al bingo y que, a partir de las seis o las siete, empezaban con la monserga: "Bonita, dame ese cartón, que es el último que juego y ya me voy". Y así una y otra vez, con cada partida, hasta que cerrábamos pasadas las tres de la madrugada y las teníamos que echar. Para los que no saben del tema, os informo que una partida dura pocos minutos. Llevas trabajando diez horas, encima de pie, te miras los tobillos y parecen dos morcillas de Burgos. Y sabes que aún te quedan un par de horas más para poder ir a casa a tumbarte en la cama y entrar en coma, (porque eso que hacía yo no podía llamarse dormir). Así que cada vez que escuchas un "si este es el último, que ya me voy", te dan ganas de meterle el cartón a la señora por el gaznate.

Ese mismo sentimiento me provocan estos políticos, que ya se van, pero no se van y te siguen dando la murga con cada partida, con lo cansados que estamos ya. Algo raro tiene que tener la política, para que tengamos tantos "ludópatas" que quieren parar y no pueden.

"¿Y si lo dejo ahora y ese era el cartón que me tocaba?" Rufián ni se plantea dejar la política. Solo le falta decirnos: "Si yo puedo dejarlo cuando quiera"

Mirad si no el caso de Gabriel Rufián. El que dijo, en diciembre de 2015, que a los 4 años, se hubiera conseguido o no la República de Cataluña, iba a estar 18 meses, "ni un día más", y dejaría su escaño. Pues nada, que siete años después dice el hombre que cree que "el proyecto que creamos tiene continuidad".

La respuesta es parecida a la que me podría haber dado cualquier señora del bingo: "Con todo lo que llevo jugando no me puedo retirar. ¿Y si lo dejo ahora y ese era el cartón que me tocaba?". Rufián ni se plantea dejar la política. Solo le falta decirnos: "Si yo puedo dejarlo cuando quiera".

Señores, por favor, márchense a su casa, que seguro que tienen cosas que hacer, y apúntense a reuniones de políticos anónimos, pero déjennos en paz, tengan piedad, que tenemos demasiados payasos en el circo y pocas ganas de reír.

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