Ya está aquí el otoño quizás menos deseado tras todas las alertas nacionales e internacionales que nos avanzan un horizonte muy oscuro por el tema energético que afecta a la cadena alimentaria. Nos dicen que lo peor está por llegar, teniendo en cuenta el último anuncio hecho por Vladimir Putin en el que mencionaba abiertamente el término guerra y amenazaba con armamento nuclear.
En España vivimos la guerra cuando vamos al supermercado y vemos que los productos básicos cada vez se encarecen más, cuando vamos a poner gasolina o a hacer cualquier compra, cuando trabajamos cada vez más y pese a eso no llegamos a final de mes. A 4.000 kilómetros hay rusos que se niegan a ser reclutados para ir al frente, que intentan escapar, vuelos para salir de Moscú agotados, protestas pese al riesgo que corren ya que les supone ir a la cárcel. Más de 1500 manifestantes detenidos según cifras oficiales. Ninguna noticia o imagen es tranquilizadora, ni las de Ucrania ni las de Rusia.
Revisemos los sistemas fiscales de las comunidades para hacerlos equilibrados, eficientes que respondan a las necesidades básicas, no generemos conflictos que nada aportan
Mientras, aquí tenemos a políticos subidos a la parra y mecidos en la higuera, y periodistas también, con peleas sin trascendencia que llenan espacios informativos, como por ejemplo con la crisis interna en Vox que poco importa, o esas ganas de enemistar a ciudadanos entre comunidades por el tema de la fiscalidad cuando lo que necesitamos son mejores servicios públicos en sanidad, educación o en servicios sociales. La cuestión no es centrarse en lo bien que lo hace Juanma Moreno y lo mal que lo hace Pere Aragonés, no va de enemistar a catalanes con andaluces, eso ya es muy antiguo. Lo típico de las etiquetas de unos trabajan y otros se la pasan al sol o de cañas. No, no es así y no va de eso. Revisemos los sistemas fiscales de las comunidades para hacerlos equilibrados, eficientes que respondan a las necesidades básicas, no generemos conflictos que nada aportan.
¿Nos podemos bajar, políticos y periodistas, del pedestal ypara centrarnos de una vez en lo importante? Ahora sí, lo importante, vivir, comer, trabajar, una buena red asistencial, criar a los niños con buena alimentación, a los dependientes, a aquellos que se quedan sin hogar y un largo etcétera que puede parecer un bla, bla, bla pero que no lo es que es la vida diaria de todos. No lo es cuando tenemos el 28% de la población española en situación de pobreza, no lo es cuando desde Cáritas se pide ser exigentes con nuestros políticos, con su gestión para que no caigan en las crisis los de siempre. Era el portavoz de Cáritas, Miguel Rodríguez, quien lanzaba ese mensaje y no le falta razón cuando recuerda esa exigencia que debemos pedir como ciudadanos, exigencia también desde el periodismo o la política que derivan siempre en la decepción.
Tenemos deficiencias enormes en nuestro sistema que han aflorado con la pandemia –por ejemplo, la saturación en la sanidad pública y la falta de atención en salud mental- y que se están perpetuando con la guerra que ya se prolonga desde hace siete meses. No se lanzan mensajes tranquilizadores, por lo que ante este panorama más si cabe, estamos necesitados de una mejor gestión de lo público. Las crisis las pagan siempre los mismos. No lo dice ningún partido, lo explica Cáritas, con informes desde 2007, con datos en los que se precisa que los perfiles que requieren más ayudas son, por una parte, familias con menores a cargo con más gastos y menos ingresos, y personas con empleo que acuden a solicitar ayudas para bienes de primera necesidad. Los bancos de alimentos se saturaron durante la pandemia, no parece que esto vaya a mejorar. La clase política debería escuchar más a quienes lo necesitan y abandonar los escenarios que poco aportan y a nadie le interesan.
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