Estoy leyendo y escuchando muchas bromas y críticas hacia Enrique Ponce, y no me gusta. En realidad tampoco me gusta él, para qué negarlo, es torero y yo antitaurina, pero no me parece bien que la gente se ría de él por salir con una chica veinteañera (quien, por cierto, creo que ya no es ni millennial, sino 'Z').
Si no te has enterado, resumo: resulta que Ponce, de 48 años, llevaba ocho meses viéndose a escondidas con la que hoy es su novia oficial, Ana Soria, de 21. El diestro estaba casado con Paloma Cuevas (47). Ambos llevaban 24 años juntos y tienen dos hijos.
La relación entre Enrique Ponce y Paloma Cuevas hacía años que no iba bien, y él mientras tanto había iniciado una relación paralela con Ana, que salió a la luz a comienzos de julio. Ahora, los tortolitos no se esconden y hacen vida de pareja normal. Estos días están en Almería y se han dejado ver con los amigos de ella. Todos muy jóvenes, claro.
He aquí una foto de la salida nocturna del otro día:
Bueno, como podrás imaginar, esta foto ha suscitado muchas críticas, como:
- Pero si parece su padre.
- Ponce es el pagafantas.
- Sólo le quieren para que pague las copas.
- Qué bochorno deben estar pasando los hijos de él.
- Otro que es igual que Risto.
- Qué mala es la crisis de los 50.
- Eso no va a llegar a nada.
- Etcétera.
Los que critican a Ponce y a Ana Soria no tienen ni idea
A ver, siendo francos, la diferencia de edad entre ambos llama la atención, y no es para menos: les separan 27 primaveras. No es lo que estamos acostumbrados a ver y es raro, pero ocurre continuamente. Y tenemos muchos ejemplos famosos y recientes, como Risto Mejide (45) y Laura Escanes (24), Kiko Matamoros (62) y Marta López (21) o Ben Affleck (47) y Ana de Armas (31).
Todas estas parejas, además de su espectacular diferencia de edad, han tenido y tienen que aguantar más que el resto. Parece que nadie les toma en serio. Se cuestiona la pureza de su amor y se atribuye su noviazgo a una etapa transitoria, a una crisis vital. Estas personas no sólo tuvieron que dar explicaciones de más a su entorno más cercano, sino que a día de hoy siguen siendo objeto de burla, como le está pasando a Ponce o como le sigue ocurriendo a Kiko o a Risto (quien, por cierto, tampoco es santo de mi devoción).
Ponce fue muy valiente, y Ana también. En vez de seguir con su relación en secreto o dejarlo en 'amantes' decidieron dar un paso más e intentarlo, a pesar de que ni la sociedad ni las encuestas están a su favor (según un estudio, una simple diferencia de edad de cinco años incrementa las posibilidades de divorcio en un 18%).
Y pensarás: ¿que coj*** sabe esta chica de lo que tienen que aguantar estas personas? Pues porque yo soy una de ellas (sí, lo siento, otra vez voy a hablar de mí, soy pesada, estás a tiempo de irte).
Mi novio es 18 años mayor que yo, ¿y qué?
Mi pareja tiene 47 años y yo 29. Nunca fue fácil y tampoco lo es ahora. Hubo muchas idas y venidas. Él, además, tiene un hijo de una relación anterior. Su exmujer, por cierto, tiene su edad. Los 18 años que nos separan hacen que muchas veces me confundan con su hija. Cuando empezamos, muchas personas de su entorno le decían que qué hacía con una niña (yo tenía 25), que pezqueñines-no-gracias y que debería buscar a una más mayor. Y a mí, más de lo mismo: que necesitaba explorar, que eso no era para mí, que parecía mi padre, etcétera. Tuve (y tengo) que dar demasiadas explicaciones, también a mi familia. Imagínate el percal. La niña, que sale con un hombre divorciado de 43 años.
Estas relaciones son difíciles. El entorno de uno no siempre cuadra con el del otro. Las responsabilidades y la forma de ver la vida no son las mismas, pero la madurez no se mide por la edad, sino que es inherente a ésta. Uno puede tener 60 años y sentirse y disfrutar la vida como uno de 40; y otro de 20 puede hacer lo propio como uno de 35 años.
Además, creo que la mezcla es muy bonita y enriquecedora. Aprendes nuevas formas de ver el mundo y cada miembro aporta lo que le falta al otro. La parte joven quizá pone ese toque de locura, inocencia y diversión que la otra ya tenía dormida. Y la parte mayor es posible que añada esa dosis de madurez, estabilidad, seguridad y experiencia (en todos los sentidos) que la otra quiere o necesita.
Siempre he creído que el amor no tiene edad, igual que tampoco tiene sexo ni color. Cada uno puede amar a quien quiera (o a nadie), y me entristece mucho, de verdad, que a día de hoy tenga que estar la pobre chiquilla, Ana, diciendo una y otra vez que lo suyo con Ponce va en serio y que están enamorados, algo que no tendría que reafirmar si ambos fuesen de la misma quinta.
Por tanto, y dejando a un lado el proceso evolutivo (no me quiero meter en ese jardín a estas horas), mi enhorabuena por aquellas parejas que a pesar de su gran diferencia de edad deciden intentarlo y por aquellas personas que deciden cambiar de rumbo y apostar por lo que realmente les hace feliz, independientemente de lo que digan los demás y siempre que no haga daño a nadie, claro. Vive y deja vivir y que viva el amor.
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