El anuncio reciente de otro impuesto extraordinario sobre los bancos en Italia, con similitudes respecto al español, nos permite realizar algunas consideraciones a vuela pluma.
1.- Todos los populismos son iguales. Da igual que un gobierno esté sustentado por la izquierda, incluida la extrema, como en España o por la derecha, incluida la extrema, como en Italia. Solo buscan medidas de impacto electoral y extraer recursos de la economía para gastar. Los gobiernos serios no toman este tipo de medidas y menos de la noche a la mañana, solo lo hacen los de escaso nivel. La Banca siempre es un buen objetivo como saco de los golpes para conseguir impacto en el votante. Sánchez se parece a Meloni más de lo que él cree. Los extremos se tocan.
2.- Hay que recordar que la situación atípica no es que los tipos se sitúen en el nivel de 4%, o ligeramente por encima. Esto no deja de ser relativamente normal. Lo extraordinario es que hayan estado durante varios años en niveles negativos. No hay beneficios extraordinarios ahora sino que hubo antes una reducción de ingresos y de la rentabilidad. En cualquier caso, el impuesto italiano está definido de manera menos tosca que el español: ellos gravan sólo el incremento del margen de intereses, y lo hacen a partir de un determinado porcentaje, que consideran “excesivo”. El gobierno Frankenstein, en cambio, grava todo el margen, los ingresos netos, y engañan a la opinión pública diciendo que lo está haciendo sólo con los beneficios extraordinarios. Y, además, a alguna mente "preclara" se le ocurrió que las comisiones también son extraordinarias ¡¡cuando están bajando en casi todos los bancos!! (!por la atonía del crédito y por el desvío del ahorro hacia fondos de renta fija, con menor comisión) y también son objeto del gravamen. Es que no se enteran…
En otra iniciativa similar, como es el impuesto de grandes fortunas, hasta se han equivocado al establecer las deducciones, menoscabando su propio objetivo pretendido…
3.- A menudo la ignorancia financiera y jurídica así como la incompetencia anida en este tipo de gobiernos. En Italia tuvieron que rectificar dos veces el mismo día. Primero, elevaron los porcentajes de incremento del margen de intereses a partir de los que se aplica el impuesto. Después, tras el desastre bursátil con una pérdida de valor de mercado de los bancos cercana a los 10.000 millones de euros, tuvieron que limitar el impacto poniendo un límite máximo al mismo sobre los activos de cada entidad. Cabe recordar que, también en España, el impuesto está tan mal legislado que se augura su inconstitucionalidad. O que, en otra iniciativa similar, como es el impuesto de grandes fortunas, hasta se han equivocado al establecer las deducciones, menoscabando su propio objetivo pretendido… Así que podríamos decir que, si Sánchez se parece a Meloni, María Jesús Montero se parece a Salvini…
4.- Para los populistas buscar un villano de la trama a quien hacer responsable -supuestamente- de las medidas que toman es siempre una necesidad. Hemos escuchado al vicepresidente italiano, Tajani, decir que ya habían repetido durante meses que el BCE se había equivocado (¿?) subiendo los tipos de interés y que aprobar ahora el impuesto es una consecuencia inevitable. Lo mismo han dicho Meloni y Salvini. Todos ellos parecen desconocer cual es la función de un banco central. También en España hemos oído a varios ministros afirmar que el BCE tenía que dejar de subir los tipos. No saben nada de política monetaria pero hablan como si tuvieran alguna noción. Todo ello es delirante.
5.- Por último, las medidas que se toman desde un gobierno no son nunca inocuas. En este caso, tienen repercusiones sobre el sistema bancario y el crédito, sobre el cliente bancario, sobre el coste de capital que se exige a las entidades financieras, sobre la seguridad jurídica.. Y sobre la confianza que un Estado despierta para que los inversores adquieran su deuda. No parece que el populismo de los gobiernos español e italiano sea lo más aconsejable para reforzar su posición en los mercados, de los que tanto dependen… Por cierto, en Italia ha acabado saliendo el ministro de economía, que en ese gobierno no tiene un papel primordial, a rectificar parcialmente el desaguisado. En España, Calviño -que es vicepresidenta- se mostró ferviente partidaria del mismo. En fin, yo hubiera esperado mayor activismo por su parte y menor sumisión a Sánchez…
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