Aunque conocido desde hace tiempo, el escándalo de las niñas violadas en el Reino Unido por bandas de origen pakistaní va destapando poco a poco información adicional, que convierte estos hechos en inconcebibles por afectar a numerosas localidades y prolongarse durante casi tres décadas. En todos los casos, la historia era similar: los sujetos abordaban a niñas, incluso de 11 años, y las sometían a abusos sexuales de todo tipo, durante largos períodos de tiempo.
Pero el elemento realmente indignante es que las autoridades conocían los hechos desde el principio, pero se abstuvieron de intervenir precisamente porque los perpetradores eran inmigrantes musulmanes y las víctimas de raza blanca. Incluso, ante algunas denuncias, la policía llegó a detener a las niñas, o a los padres cuando intentaban rescatarlas, pero nunca aplicó la ley a los delincuentes. Esta actitud dio alas a los pederastas, permitiéndoles constituir auténticas mafias que sometían a las pequeñas a una suerte de esclavitud sexual.
En un ambiente ideológicamente envenenado, los policías hicieron dejación de sus obligaciones por temor a ser tachados de racistas. Los políticos locales miraron hacia otro lado para preservar la apariencia de paz social, vendiendo una integración armónica en sus “modélicas” comunidades. Y el gobierno se ha negado a constituir una comisión de investigación, que depure responsabilidades, para no ofender a ciertos colectivos.
Estos hechos, y muchos otros, parecen señalar que la afluencia de foráneos ha pillado a Europa a contrapié, con una parte acomplejada y la otra furiosa, pero siempre incapaz de ofrecer una explicación coherente y racional. ¿Por qué la inmigración está causando tantos problemas en Europa, hasta el punto de que algunos países comienzan a dar marcha atrás radicalmente en su política?
Migraciones de ayer y de hoy
Los movimientos de población han sido una constante en la historia de la humanidad. Entre 1880 y 1920 más de 50 millones emigraron a los Estados Unidos, un flujo gigantesco con relación a la población asentada. Y aunque, a corto plazo, estas llegadas masivas suelen causar ciertas fricciones y resistencias, el melting pot americano acabó absorbiendo a los inmigrantes, integrándolos y convirtiéndolos en ciudadanos.
Por el contrario, la reciente inmigración a Europa está generando tensiones y conflictos sociales mucho más intensos y duraderos. Y la diferencia no se encuentra tanto en los inmigrantes como en la Europa actual, tan distinta de la América de hace un siglo. Dos elementos distintivos dificultan e, incluso, impiden la integración: el generoso Estado de Bienestar y la omnipresente ideología del multiculturalismo.
Existen también otros detalles que ejercen efectos llamada perversos: ¿qué impulso pueden sentir algunos jóvenes africanos, obligados a realizar trabajos muy penosos para sobrevivir, cuando ven en televisión a una juventud europea en aparente fiesta perpetua?
El Estado de Bienestar generalizado altera los incentivos para emigrar y, con ello, el proceso de autoselección de los inmigrantes, modificando las cualidades medias de los recién llegados. La emigración constituye una decisión racional, que acometen quienes esperan obtener unas ganancias que compensen sus considerables costes. Cuando los incentivos son correctos, emigran preferentemente las personas más esforzadas, trabajadoras y capaces, pues son ellas las que obtienen una mayor rentabilidad con la emigración. Se produce así una autoselección de características positivas: los inmigrantes acaban mostrando unas cualidades laborales, incluso personales, superiores a la media de la población, proporcionando un capital humano muy valioso a los países de destino.
Ahora bien, un Estado de Bienestar extremadamente generoso, propio de muchos países europeos, atrae también a los más pícaros, aquellos inclinados a vivir de ayudas y subvenciones. Existen también otros detalles que ejercen efectos llamada perversos: ¿qué impulso pueden sentir algunos jóvenes africanos, obligados a realizar trabajos muy penosos para sobrevivir, cuando ven en televisión a una juventud europea en aparente fiesta perpetua? ¿Y qué piensan los delincuentes de países con código penal muy punitivo, y policía muy expeditiva, cuando se enteran de que en Europa existe mucha tolerancia hacia los delitos y cierta impunidad por el color de la piel? La América de hace un siglo, donde todo el mundo debía trabajar muy duramente, atraía mayoritariamente a sujetos tenaces y sacrificados; pero la Europa del XXI, además absorber a los más esforzados, actúa también como un potente imán para diferentes sectores que aspiran a vivir de los demás. Y el trabajo es una de las vías imprescindibles para la integración.
El multiculturalismo es otra faceta de esa insólita y masoquista creencia que asigna la etiqueta de bondadosos y oprimidos a los colectivos raciales o culturales no occidentales y cuelga el sambenito de malvados y opresores a los europeos, inculcando en los inmigrantes una visión muy negativa de la sociedad que los acoge
Sin embargo, el elemento crucial, el que ha convertido la inmigración en un grave problema es la ideología del multiculturalismo, esa doctrina que considera todas las culturas igualmente valiosas y respetables… salvo la occidental, que no existe. Esta ideología anima a los recién llegados a no integrarse, a rechazar ciertos principios y valores clave de la sociedad occidental y a mantener estructuras tradicionales poco compatibles con la libertad de sus miembros. Favorece así el establecimiento de redes grupales cerradas y, en ocasiones, al margen de la ley.
El multiculturalismo es otra faceta de esa insólita y masoquista creencia que asigna la etiqueta de bondadosos y oprimidos a los colectivos raciales o culturales no occidentales y cuelga el sambenito de malvados y opresores a los europeos, inculcando en los inmigrantes una visión muy negativa de la sociedad que los acoge. ¿Quién querría integrarse en una cultura que se considera malvada, que no se respeta a sí misma y que pide perdón constantemente por lo que hicieron sus antepasados?
Los defensores del multiculturalismo apuntan las bondades de la diversidad, del pluralismo. Pero confunden diversidad con tribalismo, el inexorable destino de esta ideología. Existe auténtica diversidad cuando los ciudadanos se agrupan libre y voluntariamente según sus ideas, criterios y opiniones, con independencia de raza, etnia u origen cultural. Pero hay tribalismo cuando el nacimiento determina la pertenencia casi obligatoria a un grupo. La sociedad tribal es incompatible con la democracia, pues cada individuo tiende a votar a los de su grupo étnico o cultural, sin atender a la calidad de los políticos. El voto pierde así su crucial función de control último de la acción de los gobernantes.
Para que una democracia funcione, es imprescindible que los ciudadanos compartan ciertos valores clave y se sientan partícipes de un proyecto común, con independencia de su color, religión u origen. Quienes se asentaron en EEUU hace más de 100 años conservaron su religión, sus costumbres, pero mayoritariamente se sintieron partícipes del proyecto común que conformaba la nación americana.
El multiculturalismo europeo no persigue la integración, como ocurrió en América, sino una desintegración multiétnica. Y, en su obsesión de reconocimiento grupal, impulsa leyes particularistas, que contemplan excepciones, normas tendentes a proteger las costumbres de los foráneos (pero nunca las de los locales) y una aplicación diferenciada de las leyes, con mucha más tolerancia hacia los minoritarios. Toda esta discriminación acaba fomentando en los nativos opiniones extremas, más viscerales que racionales, en contra de la inmigración.
El enfoque multiculturalista es tan absurdo, tan irracional, que ha favorecido el surgimiento de teorías un tanto conspirativas, como la existencia de una élite mundialista empeñada en reemplazar la población autóctona europea por otra foránea. Pero no existe semejante plan malvado o retorcido. Las teorías conspirativas subestiman la influencia que ejercen ciertas creencias mesiánicas, capaces de cubrir las mismas necesidades psicológicas que la casi extinta religión convencional. No, no es Soros todo lo que reluce. Detrás de este colosal desaguisado, causado más por estupidez que por maldad, se encuentra una nueva creencia, una pseudo religión laica elaborada con retales de la religión convencional, especialmente del cristianismo calvinista.
Un credo para puritanos y santurrones
A medida que se desvanecía la religión, los conceptos cristianos no desaparecieron: se transformaron, cobraron una dimensión laica, esparciéndose por el pensamiento político y social. Y dieron lugar a una nueva fe completamente descabellada, pues los elementos teológicos reciclados no encajaban coherentemente en unos entornos terrenales, ajenos a la dimensión sagrada para los que fueron concebidos. Pero el ímpetu de estas creencias es tal, que incluso las menguadas iglesias cristianas van adhiriéndose con entusiasmo a esta nueva fe. Credo quia absurdum (yo creo porque es absurdo), proclamó en el siglo II el autor latino Tertuliano, ilustrando la fascinación que sienten los humanos por las ideas más insensatas.
El dogma se originó en los Estados Unidos, donde sus “nuevos sacerdotes”, presos de una atormentada conciencia calvinista, trasladaron el concepto de pecado original al terreno mundano, identificándolo con la transgresión cometida por Occidente a lo largo de la historia. El colonialismo y la esclavitud del pasado establecían una culpa indeleble que se habría ido heredando de generación en generación hasta que ahora, llegada la hora del juicio final, el privilegio de los europeos debe ser expiado con eterna penitencia, castigo y humillación. Por su parte, los grupos elegidos por Dios para la salvación (un elemento central en la concepción calvinista de la predestinación) se habrían materializado (entre otros) en los colectivos exóticos, cuya condición de víctimas les conferiría un estatus de santidad, haciéndoles merecedores de todos los derechos y eximiéndoles de toda obligación o responsabilidad.
Europa debe anunciarse como la tierra de las oportunidades, no como el paraíso de los subsidios, de las ayudas a granel a cambio de nada. Debe desterrar definitivamente ese estúpido sentimiento de culpa colectiva y derogar leyes, normas o procedimientos que conceden derechos especiales, o exención de obligaciones, para grupos concretos
Los sucesos del Reino Unido se explican porque, para esta doctrina, la gravedad no reside en el delito que se comete… sino en quién lo comete. Cualquier falta es disculpable si es cometida por un (siempre puro y virtuoso) no occidental. Los creyentes en esta fe aprueban con entusiasmo la entrada ilegal en Europa, pero exigirían la pena máxima para un europeo que cruzase la frontera de un país africano sin pasaporte ni visado. El típico devoto se siente muy “solidario” y presume de haber superado la religión, pero se traga, como ruedas de molino, todos y cada uno de los dogmas de la teología calvinista. Piensa que es integrador, pero en realidad es integrista.
Europa debe anunciarse como la tierra de las oportunidades, no como el paraíso de los subsidios, de las ayudas a granel a cambio de nada. Debe desterrar definitivamente ese estúpido sentimiento de culpa colectiva y derogar leyes, normas o procedimientos que conceden derechos especiales, o exención de obligaciones, para grupos concretos: por mucho que se enmascaren, estas disposiciones no son más que pura y dura discriminación. No puede existir paz ni armonía cuando la ley se aplica con distinto rasero en función del color de la piel, de la religión, del sexo o de cualquier otra circunstancia. Occidente debe recuperar la racionalidad, la igualdad ante la ley, el libre debate de ideas, la valoración de cada persona por sus méritos, no por sus circunstancias, es decir, debe recobrar todo aquello que tuvo… antes de que las élites, y buena parte de la masa, fueran abducidos por un credo propio de puritanos, santurrones y meapilas, que intentan aplacar su mala conciencia creyendo que están salvando el mundo.
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JoseMa
02/02/2025 10:54
Análisis muy acertado, desde mi punto de vista. ¡Enhorabuena por el artículo!
kjlm10
02/02/2025 12:11
El artículo hace referencia a las violaciones de niñas en Inglaterra que durante muchos años fueron tapadas por policías y fiscales (como Sr. Stamer), No nombra otro asunto que se ha desarrollado en paralelo y que también incide en lo mismo y es muestra de que el gobierno ingles está polarizado hacia unas ciertas políticas. El asunto que la semana pasada ha vuelto a los periódicos ingleses es la condena del chico e 17 años que mato a tres niñas e hirió a muchas mas en Southport. El chico ha sido condenado a 52 años de cárcel por un Tribunal. Pero lo realmente escandaloso es que policía y gobierno estuvieron ocultando y engañando a la opinión pública afirmando que no se trata de acto de terror. En el juicio se ha demostrado que este chico se había radicalizado visitando ciertas páginas web islámicas en las que se informaba de como hacer atentados. Una de cuyas formas fue la que utilizó. El problema se complica cuando policía y gobierno aseguraron que era el caso aislado de un loco sin conexiones con el terrorismo islámico. Cuando se montaron grandes protestas el primer ministro, Sir Keir, aprovechó una rueda de prensa para calificar a los participantes de «banda de matones» responsables de «delitos [y] desórdenes violentos». Exigiendo medidas muy rigurosas contra ellos. Así, Andrew McIntyre un taxista de Lancashire ha sido condenado a 7 años y medio por desordenes violentos. Brian Spencer un manifestante de Southport ha sido condenado a 2 años y medio, estaba bebido y se le ve en un video como recibe un ladrillazo en las caderas. Julie Sweeney, una abuela de 53 años de Cheshire, ha sido condenada a 15 meses de cárcel por pedir en Facebook que se quiten las mezquitas. En los días que siguieron a la matanza de Southport se produjeron manifestaciones y disturbios en todo el país alimentadas por la ocultación y falta de información real. La reacción del gobierno y de los tribunales ha sido desproporcionada si la comparamos como ha tratado a los participantes de las manifestaciones y desordenes pro-islam. Es la justicia de 2/3 que se está denunciando en UK y que impone el gobierno laborista de Sr. Keir Stamer.
jicolera
02/02/2025 22:41
Sencillamente bochornoso. Pero no se preocupe, el 99,99 % de sus lectores son como usted, jamás han leído a Calvino ni lo leerán. Pero sepa usted que en España hay biblistas protestantes y teólogos calvinistas, como el que esto escribe, y que ante nosotros lo único que ha logrado usted es hacer un despliegue impúdico de la mas ridícula ignorancia.