Opinión

¿Por qué te prestas, Felipe?

¿Por qué consientes, Felipe? La de ayer era la foto en sepia de la desilusión y el engaño, tan lejos de aquella potente imagen, aquella famosa foto de fuerza, noche del 29 de octubre de 1982, ventana del Hotel Palace

¿Por qué te prestas, Felipe? ¿Por qué consientes en ceder tu imagen para blanquear la de este indeseable de la política que nos gobierna en nombre de lo peor que ha producido España en mucho tiempo? Ayer lunes, el PSOE inauguró en Ferraz una exposición conmemorativa del 40 aniversario de la gran victoria socialista, octubre de 1982, que catapultó a Felipe González a la presidencia durante 14 años ininterrumpidos, y hay un video, que ayer tarde surcaba las redes sociales, en el que se puede ver al granuja gesticulando, manos al viento, con la suficiencia que le caracteriza, y a su izquierda un Zapatero que le mira embelesado con esa cara de bobo solemne que siempre tuvo, mientras a su derecha un señor de abundante melena blanca, como congelada en el tiempo, parece tratar de esconderse, trágame tierra, por un momento cuesta reconocerlo pero sí, es él, es Felipe González, un Felipe con gesto avergonzado, la mirada baja como perdida en ninguna parte, el gesto contrariado y antiguo de quien se siente forzado, como si le hubieran traído esposado a un acto al que no ha podido decir que no porque hubo un día que dijo que sí, fue el 16 de octubre de 2021, un año y un día nos contemplan, congreso del PSOE en Valencia, donde el mameluco se abrazó a ti como a un salvavidas y no te soltaba, desesperadamente venía necesitándote desde junio de 2018, precisando de tu salvoconducto, braceando en busca de tu respaldo, de la herencia de continuidad con todo eso que tú has representado en la socialdemocracia española, y desde ese día que consentiste en abrazarle eres su prisionero, ya no puedes decirle que no, tienes que aceptar y agachar la cabeza mientras parlotea ufano desplegado su bello plumaje de mentiroso pavo real.

¿Por qué te humillas, Felipe? El tipo al que ayer volviste a prestar tu imagen, el presidente de la mitad de los españoles al que ayer de nuevo simbólicamente volviste a abrazar no es otra cosa que “el jefe de la banda”

¿Por qué consientes, Felipe? La de ayer era la foto en sepia de la desilusión y el engaño, tan lejos de aquella potente imagen, aquella famosa foto de fuerza, noche del 29 de octubre de 1982, ventana del Hotel Palace, en la que un rebosante Alfonso Guerra empuña tu brazo alzando victoriosa la mano del hombre que había logrado sacar de las catacumbas del franquismo, cuarenta años de silencio, al PSOE perdido en el miedo a la dictadura y encontrado a última hora gracias a las maquinaciones de la CIA y los dineros de Helmut Kohl. En los Gobiernos de González hubo gente potente, tipos como Boyer, como Solchaga, como Fernández Ordóñez –por citar solo algunos-, personajes que contribuyeron a hacer realidad la reconciliación entre españoles y a extender los beneficios del Estado del bienestar a nuevas capas de la población, figuras que hoy se avergonzarían si tuvieran que sentarse en el banco azul al lado de especímenes como los que rodean a Sánchez.

Sí, es verdad, tu recorrido como presidente del Gobierno terminó en los noventa como el rosario de la aurora, en un enjambre de escándalos cuya enumeración me voy a permitir omitir más que nada para no sonrojarme. Con el paso de los años, sin embargo, hemos ido olvidando, en parte incluso perdonando, porque detrás de ti han salido a la superficie, el PSOE ha parido tipos tan agraces, tan peligrosos para las libertades, tan dañinos para la convivencia entre españoles, que tu figura inevitablemente se ha ido agrandando hasta el punto de parecer un hombre de Estado, un Adenauer de una pieza, qué digo, un Churchill dispuesto a combatir la sañuda estulticia humana con la espada justiciera del sentido común y el patriotismo. ¿Por qué te humillas, Felipe? El tipo al que ayer volviste a prestar tu imagen, el presidente de la mitad de los españoles al que ayer de nuevo simbólicamente volviste a abrazar no es otra cosa que “el jefe de la banda”. Sánchez y su banda. “Ustedes han tratado a España como si fuera un botín y España no es un botín a repartirse” que dijo desde la tribuna del Congreso un clarividente Albert Rivera (“Sánchez tiene un plan y tiene una banda”).

Ante esa canallada te humillas, ante ese personaje te rindes, Felipe. Y al hacerlo mancillas tu nombre, deshonras tu legado y te haces cómplice de la labor de desguace de este enfermo de egolatría, mentiroso compulsivo, que ha decidido vender España, pobre España

El nombramiento, anunciado el domingo, de la exministra Valerio como nueva presidenta del Consejo de Estado es parte de esa concepción de España como un botín a repartir entre conmilitones y amigos. Que la banda sigue funcionando a pleno rendimiento nos lo acaba de recordar el presidente de la Generalidad de Cataluña, Pere Aragonés, al revelar en una entrevista la existencia de un acuerdo con el Gobierno central para impedir la aplicación de la sentencia del TSJC sobre el uso de un 25% de español en las escuelas de Cataluña. ¿Se imaginan ustedes que un niño bretón o un normando no pudieran recibir educación en francés, el idioma oficial hablado por todos los franceses? Un acuerdo clandestino semejante sería suficiente para, en cualquier democracia europea, provocar la caída del Gobierno capaz de tamaña felonía. Ante esa canallada te humillas, ante ese personaje te rindes, Felipe. Y al hacerlo mancillas tu nombre, deshonras tu legado y te haces cómplice de la labor de desguace de este enfermo de egolatría, mentiroso compulsivo, que ha decidido vender España, pobre España (La fortuna mis tiempos ha mordido / las horas mi locura las esconde / falta la vida, asiste lo vivido / y no hay calamidad que no me ronde), a trozos si falta hiciera para estar un día más en la poltrona.

¿Por qué te arrastras, Felipe? Leo en Europa Press que estás dispuesto a alargar tu viacrucis subiendo al Gólgota del “acto central del 40 aniversario de la victoria socialista que tendrá lugar el 29 de octubre en el Palacio de Exposiciones de Sevilla”, a mayor gloria de este aventurero de la política al que el propio PSOE expulsó de la secretaria general en octubre de 2016, tras ser descubierto metiendo papeletas en una urna tras una cortina, porque gente sensata como Javier Fernández temía que el gañán terminara no ya con los “100 años de honradez” sino con el propio PSOE. Al acto de Sevilla, dicen, no faltarán Manuel Chaves ni Antonio Griñán. Más que la celebración de una victoria, ese será un funeral con el viejo PSOE de cuerpo presente al que Sánchez ha terminado de dar la puntilla, con el gran Felipe González Márquez oficiando de notario enterrador. Es la consecuencia más grave de tu rendición, Felipe: la constatación de que sobre las cenizas del viejo PSOE, el PSOE pilar de la transición, que tú has accedido a esparcir poniéndote a disposición del personaje, ya no será posible levantar ningún proyecto socialdemócrata digno del futuro de España. Murió el rescoldo del que hubiera sido posible lograr llama nueva. Se entregó Felipe. ¿Por qué te degradas, Felipe?

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