Opinión

¿Por qué Sánchez avisa de pucherazo?

Flaco favor se está haciendo Sánchez a sí mismo y a los españoles avisando de pucherazo como una Ayuso cualquiera. ¿Por qué se dedica a alimentar la conspiranoia  y, sin embargo, no da explicaci

Flaco favor se está haciendo Sánchez a sí mismo y a los españoles avisando de pucherazo como una Ayuso cualquiera. ¿Por qué se dedica a alimentar la conspiranoia  y, sin embargo, no da explicaciones sobre asuntos que nos afectan a todos? Todavía no sabemos por qué ha cedido el Sáhara a Marruecos —que “casualmente” ahora es socio prioritario de EEUU e Israel—,  y  tampoco nos ha dicho a cambio de qué hemos aceptado más barcos norteamericanos en Rota y acoger a los emigrantes hispanoamericanos que Biden no quiere en su país.

Llevaba poco más de un mes en el Gobierno cuando nombró director general de Correos a su exjefe de gabinete, Juan Manuel Serrano. Bueno, puedo entender que coloques a gente de tu confianza en puestos relevantes —yo también lo haría—, aunque no sabía que Correos fuera vital para un presidente. Entonces, y como mucho, cabía sospechar que había colocado a su amigo para agradecerle los servicios prestados: el sueldo es de unos 200.000 euros al año.

El 29 de enero de 2021 —nueve días después de la investidura de Biden—, durante un acto para apoyar a Salvador Illa como candidato a la Presidencia de la Generalitat, animó con peculiar entusiasmo a votar por correo: “el voto por correo en EEUU ha sido la palanca del cambio, y estoy convencido de que puede serlo también aquí en Cataluña”. Vale, todavía andábamos con la paranoia del coronavirus; lo dijo para que el miedo al contagio no nos impidiera votar.

A la Justicia no le ha dado tiempo a actuar y todavía es pronto para saber qué ha pasado, pero —salvo Melilla— parece que el partido más implicado es el PSOE

Hace pocos días se descubrieron varias tramas de compraventa de votos por correo en Melilla (¿por qué a quien trafica con ellos se le condena sólo a un par de años de inhabilitación y no de por vida?), la Gomera, Mijas y  Mojácar, donde parece que uno de los once detenidos era del PP. A la Justicia no le ha dado tiempo a actuar y todavía es pronto para saber qué ha pasado, pero —salvo Melilla— parece que el partido más implicado es el PSOE. Admitamos que en todas partes hay ovejas negras y que esto sólo son casos aislados que no se pueden achacar al Gobierno.

El domingo, a pesar de lo que los populares nos quieren hacer creer, el PP no arrasó con el PSOE, que sólo ha perdido unos cientos de miles de votos. Quien ha sufrido la verdadera debacle ha sido Podemos, que ha perdido la transversalidad a la que en su día aspiró: una cosa es que la gente no sea homófoba ni machista ni racista ni tránsfoba y otra, que desee “poner en el centro” y privilegiar a ciertos colectivos muy minoritarios. Además, su campaña ha sido bronca y desagradable: les hemos visto insultar y  amenazar a votantes, políticos, periodistas y hasta a monumentos…  Incluso la mujer más enfadada de España ha respondido con muy malos modos a una señora mayor que la interpeló en la calle. Y se podía entender ese mal humor cuando eran “juventud sin futuro” o algo así, pero ahora que van en coche oficial a todas partes ¿por qué están siempre tan cabreados? ¿Les pagamos poco?

Tras votar, pensé que ahora los políticos —todos— aflojarían y podríamos, al fin, descansar un poco de tanta crispación. Pero Sánchez adelantó las elecciones generales al 23 de julio, cuando muchos españoles están de vacaciones y, mira tú por dónde, tendrán que votar por correo. Y el miércoles advirtió a sus senadores y diputados —esa gente que le aplaude porque les va el sueldo en ello—, del apocalipsis que llegará si la "derecha extrema y extrema derecha" ganan las elecciones. Creíamos que la democracia era alternancia, pero nos equivocábamos: la democracia es él.

Él se sacrifica por nosotros porque ha venido a redimirnos de nuestros pecados, pero, tras unas elecciones autonómicas y municipales, ¿no resulta raro que hable de los americanos?

Y después de llamar reaccionarios, trumpistas y bolsonaristas a todos los que no votan a la izquierda, predijo que la derecha extrema y la extrema derecha  le acusarán de pucherazo, organizarán disturbios como en EEUU y Brasil y pedirán que le metan en la cárcel. Él se sacrifica por nosotros porque ha venido a redimirnos de nuestros pecados, pero, tras unas elecciones autonómicas y municipales —en las que elegimos a los responsables de que no haya cacas de perro en la acera—, ¿no resulta raro que hable de los americanos? Como dijo Rajoy cuando le preguntaron por qué su mujer no ejercía de primera dama como la mujer de Obama: “nosotros somos de Pontevedra”. Además,  ¿cómo puede saber Sánchez quién va a ganar las elecciones y qué va a pasar después? ¿Tiene una bola de cristal?
No.

Tiene a Hillary Clinton —esa intriganta que se morirá sin haber sido Presidente de EEUU—, que cuenta con amplia experiencia en asuntos turbios y que, justo el día antes del discurso apocalíptico,  pasó a verle por Moncloa. ¿Para tomar una cerveza con él? ¿Para entregarle el guión de los siguientes capítulos de la serie? Imposible saberlo. Vivimos en una época en la que cada vez resulta más difícil distinguir ficción de realidad. Casi dan ganas de que empiece a gobernarnos cuanto antes la Inteligencia Artificial.

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