La guerra fratricida en el PP entre Génova –la planta séptima, donde tienen sus aposentos los dirigentes del nacional- y Sol –porque la planta primera de la sede, la que corresponde al PP madrileño, sigue ocupada por la gestora que encabeza desde hace tres años Pío García Escudero- no solo se mantiene para desesperación de muchos mandos y la mayoría de militantes, sino que aumenta. "Se están armando -insisten las fuentes- y ya hay reuniones para buscar ‘trapos sucios’ en el rival".
El jueves hubo una. Llevan días e incluso semanas buscando lo que gráficamente uno de los implicados define como “la crema en el bolso” –en referencia al vídeo que, 15 años después, apareció y acabó con la carrera más que prometedora de Cristina Cifuentes- que acabe con el rival. Buscan la ‘cabeza de caballo’ que, convenientemente filtrada, aparezca en la cama del interfecto y ponga fin, por lo civil o lo criminal, a la guerra en Madrid.
A la actual presidenta de la Comunidad le están volviendo a escudriñar los préstamos de su fallecido padre con Avalmadrid -asunto archivado ya por la justicia-, la escritura de su piso, los contratos de la empresa de su hermano… En Sol están convencidos de que en los próximos días volverán “a salir estas informaciones viejas”. Y están seguros de que “no han encontrado nada porque –insisten- no hay nada”.
Algunas fuentes no descartan, incluso, que intenten desempolvar un capítulo que afecta a la vida más personal de la presidenta. “Aunque sería ir demasiado lejos”, sentencian.
"Van a por MAR"
En esas reuniones de “estrategia” que se han mantenido en Génova –igual que las que ha ordenado Sol- se ha dado orden de buscar en quienes rodean a la presidenta y, más concretamente, en el ‘odiado’ jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez. “Inspeccionar sus empresas y sus movimientos fiscales” y buscar “si tiene dinero fuera de España”. En el PP nacional entienden que el enemigo declarado de García Egea puede ser uno de los puntos débiles de la presidenta y “van a por él”.
En Sol no están parados y también se busca “cualquier irregularidad” no solo de García Egea o de miembros de la gestora del PP de Madrid, como Pío García Escudero o Ana Camins, que se ha postulado como la ‘tercera vía’ entre Ayuso y Almeida. También se hace especial hincapié en desactivar al alcalde de Madrid, en su doble vertiente de posible candidato a liderar el PP madrileño y de portavoz nacional.
“La idea –cuentan fuentes conocedoras de los movimientos en Sol, a donde se han acercado antiguos colaboradores de Casado con ganas de vendetta- es mandar un mensaje claro a Génova: que una retirada a tiempo puede ser una victoria para evitar males mayores” y hay quien asegura que el mensaje ya se está mandado porque “han trincado algo”.
Para quienes no se crean que esta guerra suicida pueda alcanzar estas cotas de inquina y malas artes –al más puro estilo de ‘Los Soprano’- en el seno de un mismo partido y máxime cuando se viene de una victoria arrolladora como la del 4-M sobre la que se ha sustentado el despegue de los populares, basta recordar lo que sucedió con Cristina Cifuentes.
Lo que hicieron con Cifuentes
La última presidenta del PP de la Comunidad antes de la llegada de Ayuso era considerada la “gran esperanza” popular. Era joven, ¡tenía tatuajes!, mezclaba un estilo cercano y populista como el de Aguirre pero no era odiada fuera de Madrid –de hecho, Feijóo contaba con ella en todas las campañas y ya se veía el ticket del gallego y la madrileña para mantener al PP en La Moncloa –. Además, había mostrado su firmeza con el 15-M desde la Delegación del Gobierno y había sido escracheada en plena calle.
Demasiado para algunos. En 2016, en "Cristina, cuídate de los idus de marzo", escribí: “Desde hace un par de meses, la 'esperanza rubia' –caída en desgracia la otra Esperanza, Aguirre, su gran enemiga- comenzó a ser incluida en todas las encuestas como posible recambio a Mariano Rajoy para intentar desatascar el liderazgo herido del PP (…) Pues bien, y aquí volvemos a los idus de marzo y los puñales 'amigos'. Todo esto no ha pasado desapercibido para los enemigos de Cifuentes dentro del partido -no hay peor cuña que la de la misma madera- y se han puesto manos a la obra.”
Y continuaba: “En cuestión de días, han comenzado a llegar a las redacciones de la capital 'papeles' con la opción de unos supuestos pisos que la ahora presidenta de la comunidad –“yo vivo de alquiler y no tengo ni casa propia”- tuvo en una promoción de la Complutense. No importa que los 'papeles' sean ¡de 2001! También se deja caer la existencia de una grabación en un centro de comercial… del año 91, que estaría en poder de un comisario habituado a moverse en las ergástulas del poder desde hace décadas. “Tú, pregunta. Yo solo te lo digo, por si lo queréis mover...”, es el mantra en estos días”.
Dos años después de escribir eso, el vídeo ‘apareció’ para dar la puntilla a Cifuentes, que estaba dispuesta a afrontar el escándalo del Máster pero no a temas personales de su pasado lejano o más cercano. Dimitió asqueada de la política y de los propios odios intestinos.
Hoy, las reuniones en busca de trapos sucios se repiten en el PP en Madrid. Todo vale para ‘matar’ al rival. Buscan “la crema en el bolso” que acabe con el enemigo. Y, con este panorama de guerra, o Casado da un golpe en la mesa y pone fin a esto, o el PP se acabará haciendo mucho daño. Como también decía Cifuentes, “al suelo, que vienen los nuestros”.
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