Los periodistas hacen preguntas de periodista, los activistas, no. Dos entrevistas a Nicolás Maduro en 2019 pueden servir de ejemplo. Una la realizó Jorge Ramos, referente profesional en los medios de comunicación hispanos de EEUU. Ante preguntas incómodas, transcurridos 17 minutos, el dictador venezolano le soltó “te vas a tragar con una Coca-Cola tu provocación”. Entrevistador y entrevista terminaron secuestrados.
La otra fue la que le hizo Jordi Évole. Tras dos horas, terminó en un amable “dale diez minutos más” entre carcajadas de compadreo. Ninguna sorpresa. Es lo que sucede cuando se anteponen lealtades ideológicas en el periodismo. Veamos una selección entre muchas de preguntas que, por compromiso político, nunca se hacen en La Sexta.
1. Dirigida a Miguel Ángel Revilla: ¿cómo explica que la comunidad autónoma que usted preside ocupe los últimos lugares en gestión sanitaria y de servicios sociales?
En los estudios de eficiencia, los datos de Cantabria retratan al simpático Revilla, estrella de La Sexta, como un pésimo gestor.
2. Para Andoni Ortuzar, presidente del PNV: ¿los vascos se sienten españoles?
A este independentista se le recuerda por su “¿españoles los vascos? ¡Ni por el forro!”. Miente, pero le importa poco.
3. Nadie como La Sexta para preguntar a Oriol Junqueras: ¿los catalanes como usted son de diferente “raza” que los españoles?
Las conocidas declaraciones tan radicalmente racistas realizadas por este aliado del PSOE merecerían que un periodista le hiciera algunas preguntas de periodista.
4. A Íñigo Errejón: ¿cuántas naciones hay en España?
Uno de sus camaradas respondió que eran ocho. “Murcia, no”, aclaró. Errejón puede responder desde la autoridad de haber escrito un libro con el mayor experto en plurinacionalidad, el revolucionario chavista García Linera.
5. A los responsables de Amnistía Internacional España: ¿Por qué ocultan en su campaña “EEUU: retiren los cargos contra Julián Assange” la conexión de éste con Putin?
El sesgo anti-EEUU de esta organización les empuja a ocultar la colaboración de Assange con el genocida ruso en sus actuaciones de desestabilización contra la UE. David Alandete lo demuestra en Fake news: la nueva arma de destrucción masiva.
6. Al exjuez Baltasar Garzón: ¿qué opina de la participación de Assange en las campañas internacionales de apoyo a los independentistas del 1-O?
Garzón se ocupó como abogado de la defensa de este activista que llegó a calificar a España como un “régimen similar al de Hitler”. O que “Cataluña será independiente o habrá una guerra civil”. Sobre las relaciones de la izquierda populista española con Putin (Rusia Today) hay muchas preguntas pendientes.
7. A la ministra de Defensa Margarita Robles: ¿exigieron los independentistas el cese de la directora del CNI Paz Esteban?
Los servicios de Inteligencia de la UE y de la OTAN, como los españoles, revelaron que tenían informes que demostraban la injerencia rusa en el golpe independentista del 1-O. Junqueras y compañía exigían la cabeza de Paz Esteban, como la de otros funcionarios que defendieron al Estado frente al desafío secesionista, ahora también perseguidos por Sánchez.
8. Para Teresa Ribera, vicepresidenta: ¿le parece aceptable que su marido, consejero de la CNMC, haya participado en dictámenes que afectan a decisiones de su ministerio?
Lo más llamativo es cómo se normaliza en España una situación tan anómala de incompatibilidad en una cultura democrática sana.
9. A Meritxell Batet: ¿volverá a votar a favor del llamado “derecho a decidir” como ya hizo cuando el PSOE le sancionó por ello?
Que haya llegado a presidenta del Congreso expresa hasta qué punto el Partido Socialista se ha arrodillado ante los soberanismos. De hecho, Batet podría haber pasado a militar en ERC sin dificultad, como hicieron los Maragall.
10. A la ministra de Justicia Pilar Llop: ¿cómo explica que su asociación Juezas y Jueces para la Democracia, representando al 8%, acapare el 40% de puestos de dirección en el poder judicial?
Se suele pasar por alto, en la historia del cambio de cromos entre partidos con puestos del CGPJ, el rol central de esta organización.
11. A la vicelendakari socialista Idoia Mendía: ¿cómo explica que en 2016 liderara usted una campaña contra el requisito del euskera para ser funcionario y hoy abandere las posiciones contrarias?
En días pasó -o le obligaron a pasar- de afirmar “el 70% de los vascos no podrán ser funcionarios por el euskera” a participar en políticas racistas desde el gobierno nacionalista vasco.
12. A Nadia Calviño: ¿por qué oculta siempre que la economía española aún no ha recuperado los niveles de PIB pre-covid?
Se está escondiendo con malicia el dato más relevante sobre la situación de la crisis económica en España. Somos el único país de los 27 de la UE aún en situación de recuperación, no de crecimiento.
13. A Yolanda Díaz: ¿considera que la comunista Dolores Ibárruri, la Pasionaria, fue una demócrata?
La vicepresidenta sigue una tradición en el movimiento comunista de camuflarse bajo distintos nombres, pero a los ciudadanos no se les puede ocultar la filiación política de los candidatos. Ni falsificar la historia.
14. Dirigida a Pedro Sánchez: ¿indultará a Carles Puigdemont cuando sea condenado por sedición, o ya no será necesario?
Cualquier activista mediático del sanchismo sabe qué preguntas no deben hacerse a Sánchez. Las que desenmascaran la dependencia del PSOE de los independentistas, especialmente. Por eso, el presidente prefiere que le entreviste García Ferreras y evita a periodistas como Carlos Alsina, por ejemplo.
No es solo La Sexta. Muchos más, de Prisa a RTVE, hacen otro tanto. El exdirector de El País Antonio Caño declaraba hace unos días: “Ningún Gobierno ha tenido un entorno mediático tan favorable como el de Sánchez”. Con tanto apoyo convertido en maquinaria de propaganda, han logrado instalar en gran parte de la opinión pública que lo inaceptable parezca inevitable. La función de estos medios: suspender la verosimilitud, como en el cine. Hasta llegar a banalizar la supresión del delito de sedición como pago político. Caza mayor contra el Estado, con nuestra democracia liberal como pieza.
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