Seguramente, sea un descuido, pero la prensa que conforma el escuadrón de apoyos a Pedro Sánchez olvidó el pasado verano hacer referencia a un asunto que resultaba inquietante, y es que hubo una sociedad llamada Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas que facturó en 2020 un total de 53 millones de euros por contratos de material sanitario con diferentes ministerios. El hecho resulta especialmente extraño si se tiene en cuenta que esa entidad había declarado 0 euros de ingresos en 2019.
Ninguno de los diarios y televisiones de izquierdas -que se empeñan estos días en explorar los puntos oscuros de la gestión de la pandemia- se preguntó el porqué en el Gobierno se corrió la voz de que esta empresa era la más indicada para realizar esa labor. Máxime si se tiene en cuenta que el año anterior no había tenido actividad comercial, como se deduce de su dato de facturación.
Tampoco se preguntó este nutrido grupo de medios por el motivo que llevó al Ministerio de Transportes, entonces encabezado por José Luis Ábalos, a recomendar al departamento de Interior que contratara con esa empresa. A dedo, por cierto.
La Fiscalía, extrañamente, no se preocupó por el asunto. Pero ya digo, seguramente fuera un descuido. O una casualidad. La pobre Dolores Delgado tiene muchos papeles sobre la mesa. No le da el tiempo para más.
La prensa de Pedro Sánchez
Abría un periódico este viernes con el titular de que Anticorrupción investiga algunos contratos de material sanitario rubricados por el Ayuntamiento de Madrid durante la crisis sanitaria. “La Fiscalía persigue indicios de falsedad documental, delito fiscal y blanqueo de capitales”, apuntaba la información, que aportaba diversos datos sobre un asunto, cuanto menos, inquietante. Era impecable a simple vista.
En paralelo, la tertulia televisiva más popular de las mañanas se empeñaba estos días en desgranar los detalles de un asunto que huele muy mal (y que es injustificable a todas luces), como es el presunto cobro por parte del hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid por una labor similar. Ninguno de estos medios se ha esforzado por detallar la trayectoria de la representante de la Fiscalía Europea, Concepción Sabadell. Simplemente han expuesto su interés en investigar lo del pariente de Díaz Ayuso (que se hace la loca en sus declaraciones). Ni una referencia a Gürtel ni al juez Baltasar Garzón.
Ocurren sucesos extraños estos días en el sector de la prensa. Es como si algunos periodistas sufrieran de algún tipo de discapacidad visual. ¿Quizás presbicia? A saber. Lo cierto es que la patología debe ser grave porque les incapacita para apreciar lo que sucede en las distancias cortas -como el malestar de los camioneros-, pero les otorga una espectacular capacidad telescópica que les permite contar con todo lujo de detalles la acción heroica de Pedro Sánchez durante la reunión del Consejo Europeo de la semana pasada –cuando se levantó, indignado-.
Esta enfermedad tiene ciertas manifestaciones cognitivas preocupantes que incluso les llevan a confundir fechas y acontecimientos. Sin ir más lejos, hay quien no ha podido detectar el aumento de la inflación hasta febrero. Eso ha provocado que culpen de la subida de precios a Vladimir Putin. Pero reitero: es un error comprensible.
Lo es porque la derecha, insolidaria, ultra y despiadada, siempre intenta enredar. Menos mal que todavía queda algún aguerrido periodista que trata de poner las cosas en su sitio con textos memorables de los que duelen entre los poderosos. Escribía lo siguiente el otro día uno de ellos: “Los de la caverna, pobres, sólo alcanzan la excelencia en el cultivo del rencor. Por eso desdeñan el papel decisivo del presidente (…) en el Consejo Europeo (…). Pedro se codea ya con Felipe”.
El heteropatriarcado
En el mismo periódico en el que firma, hubo un columnista que atribuyó el pasado lunes la bofetada de Will Smith a Chris Rock en la gala de entrega de los Oscar al heteropatriarcado. En concreto, culpó del soplamocos a ese machismo patriarcal, predominante entre los hombres, que les lleva a querer proteger a una mujer cuando es atacada como si no pudiera ella defenderse. Como si su marido fuera su tutor.
Es común que en las páginas de sociedad de estos medios se quite hierro al empobrecimiento de la población española con la exaltación de conceptos como el co-living, que apestan a deterioro de las condiciones de vida y a falta de oportunidades. Cuando gobierna la derecha, hablan de desahucios, colas del hambre y pobreza energética. Con Pedro Sánchez en Moncloa, lo hacen mucho menos y lanzan el mensaje de que “la caverna mediática” trata de restar valor al esfuerzo del presidente por solucionar los problemas del país con el suministro de gas.
¿Por qué sufren esta extraña patología que les lleva a deslumbrarse ante unas situaciones y a perder la visión en otras? Es difícil adivinar las causas, pero podría pedirse al Gobierno que aminore una parte de la partida de 158 millones de euros de publicidad institucional –para 2022- y que la dedique a investigar este inquietante fenómeno.
Porque merecemos una prensa seria pero, sobre todo, unos periodistas felices y con la capacidad de retratar la realidad sin distorsiones cognitivas.
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