Para Maquiavelo, el arte de gobernar era el arte de dominar la contingencia del azar y la fortuna con decisiones virtuosas capaces de dar forma a un orden político que, sin temor al conflicto, demostraría ser tan estable como respetado. Percibió la posibilidad de fundar una nueva concepción de las política capaz de ganarse el apoyo de los ciudadanos como si fueran espectadores de una obra de arte. El acto supremo de tal "política estética", como la denominó Ankersmit, fue la construcción de compromisos y estrategias entre las partes en conflicto. Así, el político que formula el compromiso más satisfactorio y duradero en un conflicto político es el artista político por excelencia.
Isaiah Berlin en su ensayo La originalidad de Maquiavelo, cuenta que para algunos pensadores el florentino es un técnico frío, sin compromisos ni éticos ni políticos, un analista objetivo de la política, un científico moralmente neutro. Es un maravilloso espejo de su época, un hombre sensible a los contornos de su tiempo. La política, en esta nueva mirada o concepción, abandona el terreno de la ética y se acerca al de la estética: se inaugura así con Maquiavelo el “divorcio entre la política y la ética”, o “la política por la política”.
Lo que concentra plenamente el debate es lo táctico o la forma, la estrategia, y la estética política frente al contenido
Hoy la política es Maquiavelo en estado puro, es estrategia, la política por la política, la estética de los pactos y los abrazos. En la formulación de los acuerdos para los presupuestos, la clave ha sido la “geometría variable”, alcanzar distintos compromisos con las partes interesadas y cambiar de chaqueta continuamente. La noticia es la aritmética de los pactos, “los Presupuestos con el mayor apoyo del Congreso desde 2007”. Lo que concentra plenamente el debate es lo táctico o la forma, la estrategia, y la estética política frente al contenido; el debate con la oposición se zanja al rechazarse masivamente buena parte de la enmiendas en bloque.
Socios de quita y pon
La aritmética de los presupuestos ha demostrado, como ya observaba Jorge del Palacio en El Mundo, que la negociación y el regateo constante es la estrategia, es la política por la política: ”Los partidos que forman la mayoría de Gobierno han sido condenados por Sánchez a tener que ganarse su favor en cada ocasión. A renovar su alianza en cada votación”. El Gobierno trabaja con sus socios bajo el supuesto de que puede crear otros nuevos o deshacerse de los que tenia, y retirarles o concederles autoridad a capricho, tal y como Maquiavelo escribió en su célebre manual político.
Mientras tanto, y ya que hablamos de unos presupuestos públicos para hacer políticas públicas, parece pertinente señalar que los problemas mundanos han ido pediendo peso en el debate político, lo que produce un vacío de liderazgo. Hay una mayoría social que aún espera de los políticos que atiendan y canalicen sus preocupaciones sociales y económicas: la desigualdad se está disparando y el descontento social se extiende. Si el 2020 es el año de la pandemia, el 2021 será el de la crisis económica. Pero la política estética se ocupa más de la estrategia, del marketing que de la ciudadanía; ahora lo importante es poner adjetivos a la recuperación, "una recuperación en forma de K y con un inquietante efecto túnel”, o crear eslóganes (“salimos todos juntos”). Otro tipo de visión política es indispensable para una política que deje de lado la estética y se centre de nuevo en la ética aunque sea por puro olfato maquiavélico: preservar el apoyo de la ciudadanía que votó al partido socialista.
Solo algunos pensadores han conseguido mostrar con ironía feroz y extravagancia el mundo de las negociaciones, de los juegos de poder y las políticas clientelares. En este ambiente se reproducen y se repiten patrones: la multitarea de pescar y jalar canapés y acuerdos in extremis, fotos de abrazos y sonrisas estereotipadas, cordialidades y ambiciones arropadas en nobleza. La política es el delirante baile de grandes estrategas y sus socios en la fiesta de la ineptocracia, las continuas tensiones entre el gobierno y la oposición también giran en torno a esta música, se debaten las formas y no el contenido (las policies). El sistema político está cómodamente instalado en el cálculo electoral y los juegos de poder, atascado en los debates sobre las formas, los pactos y en la aritmética de los números. Queda garantizada cierta estabilidad con los presupuestos, pero tendremos Maquiavelo para rato.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación