Opinión

¿Habrá presupuestos?

Por una vez, los delirios de los zumbados secesionistas y las urgencias de Podemos pueden hacerle un favor a España tumbando los presupuestos de Sánchez

El Gobierno se ha liado la manta a la cabeza y ha ultimado el Proyecto de Presupuestos para 2019. Estas cuentas públicas no tienen asegurado todavía el apoyo de una mayoría del Congreso y su aprobación está sujeta a todo tipo de incertidumbres. Para llevarlas a buen fin son imprescindibles los votos de Unidos Podemos, del PDeCAT, de ERC y del PNV, además de los del Grupo Parlamentario Socialista, lógicamente. Se trata, pues, de reproducir la situación que propició la moción de censura contra Mariano Rajoy. Sin embargo, ha llovido mucho en los últimos siete meses y no queda en absoluto garantizado que aquella alianza para derribar aparezca de nuevo para construir.

La principal dificultad la presentan los separatistas catalanes. Su posición hasta el momento ha sido enunciada de forma aparentemente irreductible: sin un avance significativo en la aceptación por el Gobierno de un referéndum de autodeterminación y en la liberación de lo que ellos consideran “presos políticos”, no se podrá contar con su concurso. El propio expresidente de la Generalitat fugado a Bélgica lo ha dejado claro. Desde la perspectiva de los secesionistas, esta no es una negociación sobre partidas del erario; se trata de la resolución de un conflicto político para que los catalanes puedan ejercer su derecho a decidir y para que los huéspedes de las cárceles de Lledoners, de El Catllar y de Puig de les Basses salgan a la calle.

Obviamente, el margen de maniobra de Pedro Sánchez para satisfacer dichas demandas es considerablemente estrecho. El juicio a los presuntos rebeldes comenzará pronto en el Tribunal Supremo y el Ejecutivo no tiene ninguna posibilidad de modificar su prisión preventiva. En cuanto a la organización pactada de una consulta sobre la independencia de Cataluña, una cosa es cometer fraude en una tesis doctoral y otra saltarse la Constitución. Ni siquiera una persona de las características del pasajero frecuente en Falcon es capaz de semejante hazaña sin autodestruirse. La duda que albergan los golpistas es si abortar los Presupuestos ya en el debate de enmiendas a la totalidad o permitir que se inicie su tramitación con vistas a darle la puntilla al final. Los más pragmáticos son proclives a empezar el procedimiento legislativo y disponer así de dos meses para seguir torturando al Gobierno. Puigdemont, que en un principio era partidario de guillotinar el proyecto de ley en su nacimiento, parece que lo está reconsiderando y que sus instintos sádicos le inclinan ahora a abrir un período de mortificación del enemigo, por lo que es bastante probable que las fantasías que la ministra de Hacienda va a someter a las Cortes arranquen su andadura.

La duda que albergan los golpistas es si abortar los Presupuestos en el debate de enmiendas o permitir que se inicie su tramitación con vistas a darle la puntilla al final

Exigencias de Podemos

El segundo problema se encuentra en Podemos y su acuerdo con el Gobierno firmado solemnemente en La Moncloa por Sánchez y el tribuno de la plebe hoy en largo permiso parental, que va más allá de la estricta cuestión presupuestaria para entrar en ámbitos muy diversos de política económica, de política social, de política energética y de seguridad ciudadana. La formación morada ha declarado reiteradamente que subordina su voto a los Presupuestos al cumplimiento fiel y completo de este pacto, algunos de cuyos puntos son muy espinosos. Sin ir más lejos, Podemos pretende otorgar a los Ayuntamientos la capacidad de limitar el precio del alquiler de viviendas, lo que es difícilmente compatible con la libertad de mercado en un contexto europeo. Nadia Calviño ya le ha explicado a su jefe que semejante medida es un disparate y que carece de recorrido. Por otra parte, Podemos se halla en franco declive y ha de reavivar el ardor revolucionario de sus bases si quiere evitar la pérdida de un tercio de sus escaños que vaticinan los sondeos. Una actitud claudicante frente al PSOE no es precisamente lo que esperan sus adeptos.

Por una vez, los delirios nacionalistas de los zumbados que controlan las instituciones catalanas y las ansias de acabar con el capitalismo desde un chalé coquetón con piscina pueden ser beneficiosas para la sociedad española porque los Presupuestos que Sánchez sueña con perpetrar son un puro desastre y lo mejor sería que quedasen inéditos. La previsión de incrementar la recaudación fiscal en 20.000 millones desvalijando con saña a empresas, asalariados, profesionales, autónomos, usuarios del automóvil, consumidores y abonados a compañías eléctricas, es decir, a todo bípedo que se mueva entre los Pirineos y Algeciras, produce escalofríos. Si a tan dañino propósito sumamos la contrarreforma laboral destructora de empleo y la brusca subida del salario mínimo que arrojará al paro a decenas de miles de trabajadores de baja cualificación, el cuadro que se dibuja en el horizonte tiene tintes realmente sombríos. Pongamos paradójicamente nuestras esperanzas en los redentores de la inventada nacioncilla catalana y en los hipotecados asaltantes del Palacio de Invierno. Con razón se dice que en ocasiones Dios escribe recto con renglones torcidos.  

 

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