Opinión

Previsiones 2023 y cambio de orden mundial

Este año hay que tener en cuenta que cuando cerraron la economía mataron todos los ciclos en curso y, con la apertura, se reiniciaron y estimularon, con lo que entrar en recesión es bastante difícil

Cada año por estas fechas, salvo en tiempos de pandemia, analizamos las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional para el año siguiente, siempre pensando en los exportadores y en que las empresas están trabajando en las suyas. Haremos pues un rápido repaso del crecimiento del Producto Interior Bruto previsto para cuarenta y dos países de interés agrupados según sus semejanzas, con una serie larga para que quienes allí operen puedan hacerse una idea de cómo será el futuro próximo.

Este año hay que tener en cuenta que cuando cerraron la economía mataron todos los ciclos en curso y, con la apertura, se reiniciaron y estimularon, con lo que entrar en recesión es bastante difícil. Adicionalmente, el crecimiento en 2023 estará marcado por la lucha contra la inflación, que luego se agravó por la guerra en Ucrania, y por el cambio estructural que la Nueva Pax Americana impondrá a la globalización.

Las potencias rectoras.

Para el caso estadounidense, en contra del sentir publicado, no se prevé crecimiento negativo en 2023, aunque sí podría ocurrir en algún trimestre, tema que por su importancia analizaremos con más detalle en una ocasión próxima. Como dijimos en su momento, Estados Unidos se mira en el espejo del anterior líder, el Imperio Británico, y, tras el cambio iniciado por Trump, los estadounidenses se aplican a la tarea con mayor ímpetu. 

En el caso de China, las acciones estadounidenses agravan sus ya de por sí serios desequilibrios y, a la explosión de la inmensa burbuja inmobiliaria y su abismo demográfico, ahora se suman las durísimas sanciones en aspectos tecnológicos dirigidas a impedir que sume a su tamaño económico dicha fortaleza estratégica. El camino esperable lo vimos en "La caída de China" al compararles con Japón, otro caso que seguimos desde sus inicios. El líder chino, ya vitalicio, ha reaccionado con una embestida diplomática entre sus vecinos, todos víctimas suyas en el pasado, como si se encaminara a invadir Taiwán.

India, país que crecerá más que China y al que, pensando en todo esto, recomendamos como gran oportunidad hace muchos años. Esta gran beneficiada de ambos conflictos, actúa, como debe ser (no como nosotros), según sus intereses y ha dejado entrever que sería neutral en un conflicto por Taiwán, algo que solo añade riesgo al 2023. India, a su vez, arrastra a otros a los que interesa la neutralidad.

Para Rusia, dadas las nuevas sanciones por su agresión y donde las empresas occidentales se han ido "de aquella manera" (no tiene sustituto), se prevé una fuerte recesión hasta 2024. Tras la revolución militar que nos han mostrado magistralmente los ucranianos y la OTAN, la doctrina y el equipamiento necesarios están claros, con lo que lo suyo, si Rusia fuera la gran potencia militar que pretende (es lo que juega), es que levantara un ejército de un millón de hombres y terminara la faena según los requerimientos de su geopolítica pero, como es una partitocracia autoritaria (como la de Maduro), todo son mentiras (que se creen ellos mismos), mediocridad, chapuzas, procrastinación y corrupción, con que lo más probable es que se queden a medias, se alargue la tragedia, las sanciones y la recesión, cerrándose mal el conflicto y demorándose la realización del aumento de la oferta y de las oportunidades de negocio.

Substitutos y beneficiarios.

En busca de la sustitución de China como proveedor, los beneficiarios comerciales primeros son los de su periferia, a los que además se trata de fortalecer para contener la violencia del gigante comunista. Salvo Japón, cuya partitocracia y Establishment les ha dejado zombis y ahora ve como les sobrevuelan misiles norcoreanos, en el resto (siguiente gráfica) el crecimiento es alto en todos, especialmente en Vietnam e Indonesia, país este último que nos lleva a otros beneficiarios.      

En este conflicto de civilizaciones, donde Ucrania es una zona de fractura, como el estrecho de Gibraltar, pero sin frontera natural, la gran beneficiaria es el Islam (luego India), que va camino de un orden Islamista y donde Occidente cada vez influye menos. Los casos (siguiente gráfica) de Argelia, con poco crecimiento, y Marruecos, con mejores resultados, los vimos recientemente y no los comentaré salvo para recordar que, por nuestros políticos corruptos que nos han vendido, una futura guerra con Marruecos es casi segura. 

Turquía crece pero sigue camino de la implosión y, si no lo hace más rápido, es porque Rusia está desviando parte de sus negocios e importaciones europeas hacia ellos, ocurriendo algo parecido en la revolucionaria Irán, quedando Arabia Saudita (y sus homólogos del Golfo) junto con Egipto, el que más crecerá, como oasis de cierta estabilidad económica, países también cortejados por los rusos, cortejo que ya fructifica en las votaciones de la ONU, además de en el G20.  

El drama latinoamericano.

Los grandes olvidados de toda esa relocalización industrial son los latinoamericanos (salvo México); todos ellos con partitocracias en cambio de ciclo generacional (el de Colombia y el de Chile los vimos recientemente), que podrían beneficiarse del cambio global pero, entre los prejuicios de europeos y estadounidenses, más el interés de China y Rusia por que fracasen y donde sus cipayos locales les están haciendo un gran trabajo con sus queimadas del siglo XXI; el panorama es lúgubre, son vulnerables a la subida de tipos y el crecimiento se prevé medio-bajo. En Brasil, donde "ganó" el candidato pro chino, la Sociedad está tan dividida como la estadounidense.

Destaca el caso venezolano donde, tras la orgía de corrupción y la economía de sus asesores podemitas, un desastre total con tantos refugiados como Ucrania, perdieron la autonomía industrial en petróleo e industrias básicas; hoy, gracias a la dolarización, ha rebotado aunque sigue muy lejos de los niveles anteriores. Adicionalmente, para sustituir a Rusia, los globalistas se arriman a un Maduro encantado de "negociar" sus despojos. 

Mini socialdemocracias europeas.

Como el resto de Occidente, todas están en proceso de cambio generacional y, salvo una, el resto intenta lo imposible: salvar sus "democracias liberales", denominación fraudulenta con la que imponen la socialdemocracia, que no es ni democrática ni liberal; eso no quita que, aunque el crecimiento sea bajo y son mercados pequeños, sean excelentes países para realizar negocios. Destaca Israel, esa rara avis que o espabila o desaparece, cambia de zeitgeist y el Partido Laborista ya es irrelevante, con todo lo que eso significa si se conoce su historia.

Destaca la leve recesión sueca (-0,2%), país con una estructura muy similar a la alemana y donde que el nuevo gobierno le piensa dar la vuelta de forma muy racional a su economía. Luego está Holanda (crecerá 0,8%), muy activa contra Rusia, que, ilusionada por la muerte del mercado alternativo del gas al suyo que montaban Rusia y Alemania, comprobó que Rusia lo substituirá por otro en Turquía, país muy promocionado por los holandeses, por cierto; además, su gobierno globalista quiere cargarse de golpe su agricultura, pues le parece poco "verde" y a comer cucarachas. 

Grandes socialdemocracias europeas.

Cerramos las previsiones con esta agrupación, una en la que, como en la anterior, se nota en las calles el aumento exponencial del salvajismo que ha traído la socialdemocracia y sus progres millonarios. En Reino unido, su recién elegido Primer Ministro, un hiperactivo y adicto al trabajo, se extremó con la notificación del Banco de Inglaterra en su última conferencia de que, dada la alta inflación, si no se gestiona bien, el Reino Unido podría sufrir la mayor recesión en cien años; según el FMI crecerá el 0,3% . 

Ya en el continente, Alemania, esa señora muy progre que tiene un compromiso con la Pax Americana y Francia pero cree que puede coquetear con  China y Rusia, equivocó su modelo verde para que algunos se pongan morados y, como no se reestructure rápido, se le pasará el arroz; se le prevé un crecimiento del -0,3%. Por su lado, Francia, nuestro principal cliente, que defiende sus intereses como si no existiera el eje franco alemán, crecerá un 0,7% en 2023. 

En la zombi Italia, donde intentan revitalizar la partitocracia por la derecha, la contracción del PIB será del - 0,2%, mientras que en España, deuda pública aparte, el país que más tardará en recuperar el PIB previo a la pandemia, se cerrará el año creciendo un 1,2%. Polonia, esa partitocracia que tanto gusta a cierta derecha y que no se ha tragado el trampantojo del credo progresista, pese a su proximidad al frente, crecerá un 0,5% aunque su futuro, si la guerra no va a más, será comparativamente mejor a pesar del castigo de la UE.  

Que en España el 2023, a pesar de su partitocracia, no sea tan malo como se esperaba no debe distraernos de nuestros enormes desequilibrios, como el suicidio demográfico, ni de las penurias de quienes sufren la nueva y creciente violencia en nuestras ciudades, sobre todo contra los mayores y que irá a peor, ni de la tragedia de los soldados, rusos y ucranianos que están matándose en esta Europa del siglo XXI, todos ellos males evitables y producidos por la corrupción de nuestros políticos y por la servidumbre voluntaria de los españoles y de los europeos. Aún así, aprovechémoslo. 

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