Crecí en la década prodigiosa (1975-1985), aquella en la cual la ilusión de los españoles se sobrepuso al miedo y nos abonó a ese "prohibido prohibir" que coreaban los universitarios en las calles de París unos años antes, mayo del 68. Francisco Franco acababa de morir y de llevarse con él un régimen oprobioso, carpetovetónico, amén de criminal, y no era posible ni conveniente despertar a la bestia otorgándole la condición de víctima de la emergente democracia.
Como la memoria siempre es selectiva, y aquí había materia de sobra para pasar página, la cosa funcionó. En términos históricos tardamos dos tardes y media en olvidarnos de Franco y sus franquistas. Cierto que algunos, los asesinos de Atocha, Tejero & cía, ETA -sí, también ellos, mal que les pese-, se empeñaron unos cuantos años más en jodernos la vida. Pero no lo consiguieron.
Enseguida España encarriló la senda de la estabilidad política y con ella la de un crecimiento económico espectacular, y el realineamiento con una Europa de la que nunca debió irse dos siglos antes; hasta convertirnos en lo que somos hoy: una de las democracias más consolidadas, con una de las rentas per cápita mas altas del mundo, y el segundo país del mundo en esperanza de vida, 83,1 años, casi diez años más que en 1975.
Por eso, porque la realidad terminó sepultando a Franco y sus franquistas, me llama tanto la atención el ardor guerrero de la socialista Adriana Lastra, hasta el punto de caer en la trampa de alimentar a la bestia siquiera por oposición cuarenta años después: prohibiendo la "apología del franquismo". Como si en España hubiese todas las mañanas una manifestación en la Puerta del Sol abogando por la abdicación del Rey para que venga otro espadón a gobernarnos.
Si ya estuviera en vigor esa prohibición ¿Actuaría la Fiscalía contra los miles de franquistas (¿?) que este lunes, tras escuchar el anuncio de Lastra, convirtieron en 'trending topic' el hastag 'Viva Franco'?
Comprendo la tentación del Gobierno y el PSOE de ilegalizar la Fundación Francisco Franco -¡ya puestos tras sacar sus restos mortales del Valle de los Caídos!, y si por el camino espoleamos a Vox para fastidiar al PP, mejor que mejor... pero tiene que haber otros mecanismos legales porque ¡ojo! nuestra Constitución de 1978 no es militante, antepone la libertad de expresión incluso de sus adversarios, a izquierda y derecha, a la apología. Hay doctrina al respecto.
Por eso, no puedo evitar preguntarme: Si ya estuviera en vigor esa prohibición ¿Actuaría la Fiscalía contra los miles de franquistas (¿?) que este lunes, tras escuchar a Lastra, convirtieron en trending topic el hastag Viva Franco? ¿Habrá algún juez que, a riesgo de autoinculpación colectiva -recuerden aquel "España y yo somos así, señora", que hizo decir Eduardo Marquina a uno de sus personajes- no archive las diligencias?.
Quien mejor ha definido en los últimos tiempos lo que nos pasa ha sido el actor Antonio Banderas, 'chico Almodóvar' por excelencia, poco sospechoso de franquista: "Tengo la impresión de que en 1985 Franco llevaba más tiempo muerto que ahora"... No hay más preguntas señoría.
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