La cosa gallega se nota mucho en la sede del gobierno de la nación. Al valorar al nuevo ejecutivo de Quim Torra, se han despachado con que van de provocadores, que estudiarán su viabilidad y que esperaban que Quim Torra volviera a la normalidad. Tamaña obviedad parece hija del fatalismo galaico, que se jacta de sólido estoicismo ante los avatares de la vida. A veces, Mariano Rajoy me trae a la memoria a otro gallego, Don Manuel María Puga y Parga, nacido en 1874 en Santiago de Compostela, dos veces alcalde de La Coruña, abogado, periodista, escritor y terrateniente. Don Manuel María era más conocido por su seudónimo “Picadillo”, que usaba para sus divertidísimas y jugosas crónicas gastronómicas. Autor de “La cocina perfecta”, no había boda en toda Galicia en la que la esposa no recibiese un ejemplar como regalo, para una mejor y recta trayectoria en los fogones. Pues bien, lejos de otros escritores que se han ocupado de la cosa del yantar, tales como Curnonsky, Escoffier, Luján o el injustamente ignorado Luis Antonio de Vega, “Picadillo” declaraba solemnemente no querer otra cocina que la nacional, prescindiendo “de la rusa, la francesa o la inglesa”, añadiendo “De ahí que mi libro de cocina carezca en absoluto de tendencias”. Exacto. Como Rajoy, que ni tiene tendencia ni la quiere.
De ahí que maneje los tiempos con la parsimonia del gallego que siempre tiene presente la muerte, el final, sin prisa ninguna. Cuando uno sabe que nada ni nadie va a escaparse de la señora de la guadaña, no viene de un día ni de dos. Es una lástima que no entienda que lo que le están sirviendo para cenar es una ensaladilla rusa con ribetes iranís, algo que no se compadece para nada con la comida del país, la nacional. Pero él, a lo suyo. Calma, que ya escampará. Ya lo dicen en Moncloa, “estudiaremos la viabilidad del gobierno de Torra”, quedándose tan panchos.
A los constitucionalistas nos parece una barbaridad, porque es más que evidente que Torra no iba a hacer algo distinto a lo que ha hecho. ¿Qué esperaban? ¿Qué jurasen la constitución alborozados y diesen vivas al rey? Los conocen poco o nada, y eso que estas gentes de la estelada han mostrado sobradamente de lo que son capaces.
A los constitucionalistas nos parece una barbaridad, porque es más que evidente que Torra no iba a hacer algo distinto a lo que ha hecho
La reiteración – contumacia, se llama – en un delito siempre es un agravante en derecho penal, pero hete aquí que ante estos señores el gobierno de la nación está dispuesto a valorar, a analizar, a considerar. Vamos a ver, haciendo un somero repaso a la lista de convocados al partido entre el separatismo y la nación constitucional, no hace falta ser Madame de Thébes para saber de qué palo andan. Algunos recordarán el verso que dice “No hace falta ser Madame de Thébes para saber como se cuecen los percebes”.
Vean, si no, a los encarcelados y fugados. Rull, Turull, Comín, Puig. No podrán ejercer su cargo, lo saben y les da igual. Todo sea por montar la bronca, el lío, pedirle a Llarena – los que tuvieron la vergüenza de quedarse y dar la cara, al menos- que les dejen salir para ejercer sus competencias. ¿A estos cuatro hay que valorarlos, analizarlos y ponderar sus intenciones, presidente? Y si vamos al resto de la lista, tampoco es que existan demasiadas dudas acerca de los propósitos de los integrantes. Ahí tiene a Elsa Artadi, de profesión sus abrigos, la incansable propagandista del fugado Puigdemont. ¿Cree el gobierno que esta señora ha cambiado tanto como para que deben analizarse sus actos, a ver si ahora le da por apuntarse a una jura de bandera en el cuartel de El Bruch?
¿Y qué me dicen de quien va a ocupar la cartera de Interior, sí, la de los Mossos de Escuadra, el mismo cuerpo policial al que el gobierno del PP le permitirá la compra de la munición a la que le estaba prohibido acceder desde hace dos años? Su conseller titular, ex alcalde de Premiá y ex presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia, Miquel Buch, dijo en el acto final de la campaña de aquel pseudo referéndum que, y citamos textualmente, “España es mucho peor que Corea del Norte o que Turquía”. ¿Cree el gobierno de España que hay mucho que valorar en alguien que, creyéndose tamaña barbaridad – también ha comparado a España con Turquía y la dictadura de Erdogan – va a estar al mando de una fuerza armada de catorce mil agentes?
Pero en el gobierno de Torra hay más, mucho más.
La mentira que supone este gobierno
Nadie cree que este gobierno vaya a servir para nada útil. Solo tiene un propósito: liarla lo máximo posible. Mientras Torra habla de diálogo y de reunirse con Rajoy, y este va, y pica, propone como Consellers a encarcelados por delitos graves, a fugados de la justicia, a talibanes separatistas. Si esto son ganas de llegar a acuerdos, que baje Dios y lo vea.
Lo realmente triste, lo preocupante, no es que Rajoy ignore todo esto que digo, y si lo ignora es que el Estado está mucho peor de lo que pensamos. Que la cosa va solamente de ganar tiempo a ver si las órdenes judiciales de extradición tienen mal fin, es evidente. La propia esposa de Torra lo confesaba en una entrevista. “Antes que la cárcel - le ha dicho a su marido - nos vamos al exilio, porque desde allí tú serás una voz, mientras que estando en una cárcel no res nada”. Es decir, ya se la ven venir, porque su única estrategia consiste en marranear todo lo que se pueda, máxime cuando lo que tienen ante sí es un gobierno lleno de complejos y si vienen mal dadas, pirarse al extranjero, que esta parejita ya ha vivido en Suiza.
Fíjense, para que vean la tremenda bambalina que supone este gobierno. La cosa de la pela y las empresas se la han repartido como buenos hermanos entre Puigdemont y Esquerra, colocando el primero a Artadi y los segundos a Pere Aragonés. Este llevará la Consellería de Economía y Hacienda siendo, además, vicepresidente del gobierno. Ahora, si vamos a lo real, al día a día, a lo de las mongetes que decimos en mi tierra, habrá que ver de qué empresas estamos hablando, habiéndose marchado de Cataluña más de tres mil, o de qué economía se trata, estando la Generalitat en bancarrota. Pero ellos fingen que todo va bien, que nada sucede, como en aquella vieja canción de “Todo va bien, señora baronesa”.
Ahora, reconózcanme que la rúbrica que supone toda esta estafa a la sociedad catalana es que nombren al hermanísimo, a Ernest Maragall, como conseller de acción exterior, relaciones institucionales y transparencia. Claro que Torra ya ha declarado que piensa reabrir todas las sedes del Diplocat que quedaron cerradas tras la aplicación del 155, pero de ahí a que pueda hacerlo de manera efectiva hay un mundo de diferencia. ¿Qué hará entonces don Ernest, qué inventará? ¿Acaso declarará el minúsculo despacho de Torra como ciudad abierta? ¿Creará un check-point Charlie en el Ebro? ¿Le expedirá un pasaporte diplomático de la república catalana a Rahola? Es todo tan risible, tan predecible, tan estúpido que, como catalanes, no podemos por menos que sentir una profunda angustia ante la impasibilidad del gobierno del PP.
¿Le expedirá un pasaporte diplomático de la república catalana a Rahola? Es todo tan risible, tan predecible, tan estúpido
Uno entiende que Rajoy tiemble ante la posibilidad de extender el 155, que puede hacerlo con la ley en la mano porque este artículo habla también de su aplicación cuando los intereses de España estén en juego, y vaya si lo están. También se comprende que los grandes partidos jueguen al gato y al ratón antes de intervenir en serio la autonomía, con lo que eso conlleva respecto a medios de comunicación de la Generalitat o la administración autonómica, Mossos incluidos. Pero, al igual que se le exige a Rajoy que deje de contemporizar con quienes no tan solo no renuncian a su golpe de estado, sino que pretenden volver a darlo, debemos exigirnos a nosotros, la ciudadanía, un plante, un hasta aquí hemos llegado, un basta ya de perder el tiempo y de gastar nuestros impuestos en mantener a golpistas. No hacerlo sería también una estupidez.
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