Opinión

PSC-PSOE: caballo de Troya contra España

Durante años, los partidos nacionales, PSOE y PP, han sido incapaces de pactar una mayoría suficiente para acometer los cambios constitucionales y legales necesarios con visión de futuro

Pedro Sánchez cede al PSC el reparto de 7.700 millones de fondos europeos
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PSC, Salvador Illa, durante un acto de apoyo al candidato socialista en Barcelona. EFE

No es que Sánchez sea como Odiseo, ni que las tribus separatistas sean Ilión, sino todo lo contrario: Sánchez está siendo «fecundo en ardides», pero contra España, esto es, en contra de la Nación unitaria y descentralizada que preside y que tiene la obligación de defender, en este caso, de la fragmentación nacionalista: esa patología sociopolítica de España alimentada por la incapacidad y torpeza de las élites políticas españolas.

El «regalo» del líder socialista a los secesionistas catalanes (mesa de negociación al margen de las instituciones constitucionales donde se ha maquinado la amnistía a los insurrectos contra la Constitución: eliminar la sedición y modificar a la baja la prevaricación de código penal) esconde una traición: se ha pactado a escondidas un nuevo Estatuto soberanista y el consiguiente refrendo de los ciudadanos residentes en Cataluña. Illa ha apuntado lo que vendrá si no se remedia. Otro «regalo», pero no a los catalanes sino a los secesionistas: un referéndum pactado para la aprobación de un Estatuto soberanista que contenga lo declarado inconstitucional por la sentencia del TC 31/2010 con un TC politizado a favor: la fractura de la unidad jurisdiccional de España, el catalán única lengua oficial (ya lo es a la práctica) concierto económico, exclusión del Estado en Cataluña. ¿Qué significa? La independencia factual sin independencia formal; así podrá seguir en la Unión europea y que el maligno Estado benefactor siga financiando su deuda pública, superior a los 85.000 ME, y con saldo favorable en el cupo como el gobierno vasco a costa del resto de españoles. De esto va el relato plurinacional.

De consumarse esta estrategia que se va desvelando supondría la quiebra de la Constitución de 1978. En efecto, el orden constitucional se sustenta por el pacto equilibrado entre (1) la Nación histórica indivisible como sujeto constituyente, la unidad soberana de los españoles, el derecho a la autonomía territorial solidaria y el Estado de derecho del Título Preliminar, y (2) la organización territorial del Estado en autonomías del Título VIII. Pero, los artículos 147.1, 148.2, 149.3,150, 151 y 152 de este título han devenido una puerta falsa de modificación constitucional, utilizada por los nacionalismos antiespañoles en las sucesivas modificaciones estatuarias. Lo ejemplifica el actual Estatuto de Cataluña (2006), animado por Zapatero, aprobado por las Cortes, con refrendo minoritario pero suficiente, y con vicios de inconstitucionalidad.

Hace décadas que los nacionalistas se han quitado las caretas y han mostrado su verdadero rostro. Están en las Cortes en contra de la España unitaria, de sus símbolos, de la lengua común y de la historia científica

La anomalía del Título VIII resta carácter normativo delimitado a la Constitución, como norma superior del Estado, y da alas a la prevalencia de la voluntad de poder sobre el Derecho como está sucediendo. Con la inicial voluntad de integrar a los nacionalistas, el sistema electoral hizo posible que partidos regionales formaran parte de las Cortes que «representan al pueblo español» —en su conjunto, como Nación— (art. 66). Pero hace décadas que los nacionalistas se han quitado las caretas y han mostrado su verdadero rostro. Están en las Cortes en contra de la España unitaria, de sus símbolos, de la lengua común y de la historia científica para condicionar la política nacional, obtener prebendas y arrebatar competencias del Estado con arreglo a la meta de secesión, primero sociocultural (sumar adeptos a través del poder autonómico puesto al servicio de la causa, el adoctrinamiento educativo y la instrumentalización de los medios), y después política (plebiscitos ilegales, como el de 2014 y 2017…, propaganda exterior, presiones, formas de violencia, y ahora van a por el referéndum pactado con el Estado, cuyo significado es la fractura de la soberanía unitaria de los españoles.

Sánchez está yendo más lejos que sus antecesores al ser cómplice de los insurrectos (indultos, amnistía inconstitucional encubierta, impunidad). Sánchez y su staff político y mediático diseminan el relato falaz de la «desinflamación», que elude la responsabilidad de los políticos nacionalistas, para ganar tiempo y urdir alianzas Frankenstein futuras, dado que la mayoría del Congreso de Diputados se ha articulado con pactos con nacionalistas en 14 legislaturas de las 17 que ha habido en 44 años. En todo este tiempo, los partidos nacionales, PSOE y PP, han sido incapaces de pactar una mayoría suficiente para acometer los cambios constitucionales y legales necesarios con visión de futuro.

Las fuerzas de la unidad, libertad y desarrollo han sido debilitadas por voluntades de poder de oligarquías políticas que han antepuesto su ambición personal al interés general de los españoles

La Transición democrática y la Constitución han sido una oportunidad para superar la división de las dos Españas, enfrentadas hasta llegar a la guerra civil, y para integrar los nacionalismos vasco y catalán. Estamos asistiendo a su involución. Una vez más en nuestra historia contemporánea, la suma de tanto esfuerzo de los españoles de a pie soporta el despilfarro de las actuales elites políticas que no han logrado superar el círculo vicioso que, durante los dos últimos siglos, llevaron la convivencia a derroteros de enfrentamiento civil y decadencia socioeconómica por sus graves limitaciones personales e intelectuales.

Actualmente, las fuerzas de la unión, libertad y desarrollo han sido debilitadas por voluntades de poder de oligarquías políticas que han antepuesto su ambición personal al interés general de los españoles. Es más, estos liderazgos negativos imponen sus ideologías, socialcomunista y étnico-nacionalista, a los demás ciudadanos con el uso sectario de los recursos, el adoctrinamiento escolar y el control de los medios. Para lograrlo se valen de políticas autoritarias (caso Sánchez) y de movimientos totalitarios (nacionalismos vasco y catalán en expansión a otras autonomías). Los efectos a corto, pero sobre todo a medio plazo son destructivos para las libertades individuales y los intereses públicos como tantas veces ha sido acreditado en nuestra historia y de otros países.

España está otra vez en la encrucijada como en otros momentos de su historia, no tanto por amenazas exteriores, aunque también, sino sobre todo por la disolución de los vínculos de unión y sujeción, cuya fuerza es superior a largo plazo a las ambiciones de poder. Como decía al principio, Sánchez no es como Odiseo, que supo vencer al enemigo con ingenio. Sánchez se ha entregado al enemigo por ambición. Odiseo, contrariamente a los demás héroes de la Ilíada que perecieron, supo regresar al principio, a Ítaca.

¿Será capaz el PSOE, no ya Sánchez, de regresar a su identidad socialdemócrata identificando como enemigos a separatistas y populistas bolivarianos?

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