Opinión

El PSOE ya es parte del proyecto independentista

En la constitución del Congreso, el Partido Socialista puso a disposición de organizaciones independentistas los servicios de Inteligencia del Estado (CNI

En la constitución del Congreso, el Partido Socialista puso a disposición de organizaciones independentistas los servicios de Inteligencia del Estado (CNI) para asegurar su impunidad. Lo hizo sin resistencia, como quien acuerda el arreglo de una carretera. Difícil encontrar mayor acto de traición. Es hora de preguntar a quienes les votaron si lo hicieron para ver cómo se pone la Nación a los píes de Puigdemont y compañía. No pueden ignorar que Francina Armengol, elegida presidenta, es tan independentista como Ernest Maragall, antes del PSC y ahora de ERC.

Se suele decir que la historia no se repite, pero rima. El independentismo siempre desencadenó sus asaltos anticonstitucionales cuando, como hacen las alimañas, detectaba debilidad en España. Lo que ahora les regala el PSOE es un desarme permanente del Estado, una ocasión de asalto diario a la arquitectura constitucional que los españoles levantaron con orgullo en 1978. Quienes tengan dudas pueden comprobar qué piensan los independentistas acerca de la utilidad para su causa de Pedro Sánchez como presidente.

Xavier Vendrell, que militó en la terrorista Terra Lliure y en ERC, ejerció de enlace entre Puigdemont y Junqueras. En las investigaciones judiciales del golpe del 1-O figura una grabación en la que afirma que el prófugo le confiesa en 2018, en su refugio de Waterloo, preferir la opción de investir a Sánchez “aunque sea gratis”. Quienes estén pensando en una repetición electoral por exigencias extremas del independentismo adviertan que, si ya se tiene todo, no hay necesidad de forzar la máquina. No están negociando, escenifican para las teles.

Los socialistas son hoy los que dan los golpes contra la democracia del 78. Todas las trampas están a la luz y solo se sentirá engañado quien lo necesite para dormir en paz

Como se comprobó en el Congreso, el PSOE no necesita que le convenzan, es parte del plan. Sánchez asumió la función de desvitalizar la Constitución antes de exigírselo nadie. ¿Por qué tanto empeño en situar a Conde-Pumpido al frente del Tribunal Constitucional? Los socialistas son hoy los que dan los golpes contra la democracia del 78. Todas las trampas están a la luz y solo se sentirá engañado quien lo necesite para dormir en paz.

La transformación del Partido Socialista me hace recordar una famosa película de los años 50, La invasión de los ladrones de cuerpos. Narra cómo los extraterrestre que invaden California colonizan los cuerpos de sus habitantes mientras duermen. Cuando despiertan, son alienígenas camuflados. Algo parecido debió pasar en una organización que mutó de partido clave del constitucionalismo a instrumento imprescindible del secesionismo. Nadie personifica la mutación mejor que Josep Borrell.

Fui testigo de su furibunda oposición, frente a Zapatero y Maragall, a la tontería del “federalismo asimétrico”. Protagonizó la reacción constitucionalista en la manifestación de Barcelona contra el “procés”, desenmascarando a Iceta y PSC. Desmontó con solvencia, dato a dato, las cuentas tramposas del “España nos roba”. Cerró como ministro las “embajadas” independentistas y recibió por ello el escupitajo de los aliados de Sánchez. Ese Borrell, como cuerpo invadido por un extraterrestre, hoy es primer firmante entre los exministros que bendijeron los pactos del PSOE con los independentistas.

Núñez Feijóo está obligado a ajustar el discurso y, cohesionando a diferentes, liderar desde la oposición la restauración constitucional. Y evitar que los españoles se resignen

No hay secretos. Cualquier párvulo del secesionismo sabe cómo se chantajea a Sánchez y todo alevín socialista conoce la forma de hacer caja merced a los pactos con independentistas. Conocido el terreno de juego, importa desenmascarar las artimañas del sanchismo y sobre todo dejar sin incentivos para votar socialista a quienes encontraron disculpa en la falacia “es para detener al fascismo”. Núñez Feijóo está obligado a ajustar el discurso y, cohesionando a diferentes, liderar desde la oposición la restauración constitucional. Y evitar que los españoles se resignen, como la rana en la olla con agua hirviendo.

En 2019, Manuel Valls hizo gratis alcaldesa a Ada Colau. Hoy duerme en París. Feijóo hizo alcalde al socialista Collboni sin nada a cambio. Ya ha puesto el ayuntamiento de Barcelona al servicio del proyecto soberanista. ¿Qué esperan los constitucionalistas, que no quieren esos pactos pero votan socialista? Necesitan ver alternativas viables al separatismo, como demostró la experiencia de 2017. El 1-O, dieron el golpe; el 8 de octubre, manifestación multitudinaria del constitucionalismo al grito de “Puigdemont, a prisión”; el 27 de ese mes, se aprobó el 155 en respuesta al uso golpista de las instituciones autonómicas; y el 21 de diciembre, Ciudadanos logró ser la primera fuerza con 37 diputados, frente a solo 17 del PSOE.

Los constitucionalistas no quieren que les dejen tirados como a la familia catalana de Ana Moreno: “Por pedir más castellano, he tenido que vender mi negocio y cambiar de colegio a mis hijos”. Desean ver al Estado poniendo en su sitio a quienes desafían leyes y sentencias contra los derechos de mayorías perseguidas por el secesionismo. En consecuencia, urge advertir a la Nación de los riesgos ciertos a los que lleva la adscripción del Partido Socialista al independentismo.

También en lo que toca a las cosas de comer. La misma inestabilidad institucional que provocó que Barcelona perdiera definitivamente la carrera por el liderazgo económico con Madrid -como demuestra el geógrafo Andrés Rodríguez-Pose- está en el origen del atraso de España respecto a sus socios de la UE. En consumo per cápita, por ejemplo, durante el gobierno Sánchez, cinco países nos alcanzaron o superaron. Como en PIB per cápita o crecimiento.

Pedro el resistente lo consiguió: con el PSOE, la solución es el problema.

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