Inés Arrimadas no estuvo en Colón. Perdió el vuelo de Barcelona a Madrid que sí cogió Manuel Valls y algún otro líder de la tercera España que ahora se rasgan las vestiduras por el supuesto daño que aquella foto hizo a Ciudadanos. Nunca quedó claro si Arrimadas, que entonces lideraba el partido en Cataluña, perdió verdaderamente el avión. O si la versión oficial fue una excusa inventada sobre la marcha para tapar una ausencia deliberada de aquella concentración masiva junto a PP y Vox.
Arrimadas ha sacudido a golpe de pacto la política española. El PSOE tiene un problema. Por un lado, el acuerdo difumina los bloques izquierda y derecha que Sánchez lidera desde la moción de censura. Y, por otro, anula su discurso del trifachito en sus diferentes acepciones: las derechas, las tres derechas o la “derecha trifálica” de Lola Delgado. Arrimadas es la única candidata de Ciudadanos que ha hecho realidad el sueño electoral de la formación liberal: reunir a los votantes de PP y PSOE bajo una nueva marca. Lo hizo dos veces en Cataluña, la última de ellas con una victoria tan histórica como irrelevante. Es cierto que el triunfo de Ciudadanos se produjo en el contexto excepcional del procés, pero ganó. Ciudadanos estuvo a punto de dejar al PP fuera del Parlament y se comió tres cuartas partes del electorado del PSC.
El espíritu y las lecciones de aquella amarga victoria son las que ahora trata de poner en práctica Arrimadas en el Ciudadanos descosido que ha heredado. Ha aprendido que en política hay que moverse. Los triunfos más sonados resultan estériles si no se hace nada, como le ocurrió en Cataluña cuando renunció a presentarse a la investidura. Los pactos con Pedro Sánchez son el mejor ejemplo de un movimiento tan inesperado como contundente.
Arrimadas es la única candidata de Ciudadanos que ha hecho realidad el sueño electoral de la formación liberal: reunir a los votantes de PP y PSOE bajo una nueva marca. En Cataluña, estuvo a punto de dejar a los populares fuera del Parlament y se comió tres cuartas partes del electorado del PSC
Gobiernos de coalición con el PP
Los acuerdos con el PSOE contrastan con sus gobiernos de coalición con el PP en Madrid, Murcia, Castilla y León y Andalucía. O la candidatura conjunta PP-Cs para las elecciones vascas. El que piense que Ciudadanos va a renunciar a estos acuerdos no conoce este partido, que ha vivido un pulso eterno entre su alma socialdemócrata y su alma conservadora desde su nacimiento en 2006.
Las dimisiones y portazos fulminantes, como los de Juan Carlos Girauta o Marcos de Quinto, no son nuevos, sino más bien marca de la casa cuando el partido pierde el equilibrio entre sus dos almas. Pasó hace unos meses con Toni Roldán, y mucho antes en su época como organización catalana: Antonio Robles, José Domingo... Nadie debe olvidar que Ciudadanos concurrió en coalición con la formación de ultra derecha Libertas a las elecciones europeas del 2009. El batacazo fue peor que el del 10-N. Y hubo tantas dimisiones y bajas de afiliados, que los militantes naranjas se podían contar casi con los dedos de las manos. Nadie pensó que resistirían. Pero lo hicieron.
“Ciudadanos se ha pegado un tiro en el pie”. Da igual la hemeroteca y el año en el que se lea esta opinión. Arrimadas tiene diez diputados después de un castigo electoral sin precedentes que obligó a Albert Rivera a dimitir. Y se podría decir que el partido vive una crisis similar a la del 2009. La actual dirección naranja cree que diluirse en la oposición dura que ha marcado Vox y el PP les dejaría sin espacio. Además están convencidos de que los acuerdos con Sánchez para prorrogar el estado de alarma son lo mejor para España en momentos de zozobra por el coronavirus.
El que piense que Arrimadas va a renunciar a los gobiernos de coalición con el PP por sus acuerdos con Sánchez no conoce Ciudadanos, que ha vivido un pulso eterno entre su alma socialdemócrata y su alma conservadora desde su nacimiento
El cabreo de ERC
La guinda es el cabreo de ERC. Nada gusta más a la parroquia naranja que poner al Gobierno Frankenstein ante sus propias contradicciones. Escuchar a Gabriel Rufián o a cualquier dirigente independentista pedir a Sánchez que elija entre ellos o Ciudadanos es música celestial. Arrimadas y su equipo están convencidos de que hay un votante moderado en la órbita del PSOE muy crítico con las cesiones de Sánchez al nacionalismo. Y creen que ante un escenario político menos polarizado y el previsible castigo al Gobierno en las urnas por su gestión de la crisis sanitaria, este electorado puede refugiarse en Ciudadanos.
Arrimadas va a seguir explorando la vía de los acuerdos con el PSOE a pesar de las enormes presiones internas y externas. Y está dispuesta a pactar medidas económicas, y también los Presupuestos. Pero en la planta noble de la sede naranja en la calle de Alcalá 253 de Madrid consideran que cuando llegue el rescate europeo y la hora de afrontar los recortes, la presencia de Podemos en el Gobierno dificultará enormemente cualquier pacto.
Ciudadanos está dispuesto a pactar medidas económicas con Sánchez, pero cree que la presencia de Podemos en el Gobierno dificultará esos acuerdos"
El votante al que apela Ciudadanos no es precisamente el de la rabia, sino al grueso que se sitúa entre el centro derecha y el centro izquierda. Se trata de una bolsa de votos a la que Sánchez intentó seducir sin éxito en la repetición electoral de noviembre: no dormiría tranquilo gobernando con Iglesias, jamás pactaré con los independentistas, etc. Es un votante capaz de pegar dos cacerolazos un día, pero que ni iría a Ferraz a protestar, ni le haría un escrache a Iglesias en su casa. Es un votante al que no le gusta demasiado Podemos pero mucho menos Vox, y que para nada se siente identificado con el nacionalismo. Arrimadas no ha roto la foto de Colón, porque nunca estuvo en esa foto.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación