Opinión

Puigdemont, el (casi) indultado

Cuando hablas con el diablo es imposible saber si te miente o no, hacerlo con manipuladores y golpistas te pone en la misma tesitura. Que

Cuando hablas con el diablo es imposible saber si te miente o no, hacerlo con manipuladores y golpistas te pone en la misma tesitura. Que Puchi, el paradigma de los personajes estrambóticos fruto de eso llamado el prusés, diga que los socialistas le han ofrecido el indulto a cambio de su entrega a la justicia de nuestro país, podría ser verdad o podría ser mentira. Pero aquí partimos de una gran ventaja…los socialistas, con Pedro Sánchez a la cabeza, ya indulto a todo aquél que le podía servir como apoyo parlamentario o, en la versión cínica sanchista, para “apaciguar” Cataluña.

Esta endiablada ecuación se resuelve en un verbo inflamado hasta el ridículo y en una imagen que quedará para los anales de los esperpentos políticos

Con el expresident catalán se dan una serie de características realmente curiosas. Es un personaje que aúna dos peculiaridades que raramente se dan en un ser humano. Por un lado, parece ser presa de una especie de obsesión mesiánica sumada a una cobardía incompatible con todo aquél que se cree un héroe. Esta endiablada ecuación se resuelve en un verbo inflamado hasta el ridículo y en una imagen que quedará para los anales de los esperpentos políticos, aquella en la que, mientras dejaba tirados a casi todos los miembros de su gobierno, huía escondido en un coche a su exilio tan dorado como imaginario.

De hecho, con esto del indulto, podríamos estar ante una especie de “gato de Schrödinger” de la política. Pero, en este caso, el bueno de Schrödinger lo tendría mucho más fácil. Su ecuación se resolvería fácilmente. Si el 23J vuelve a gobernar Sánchez y el sanchismo, ya saben, aquella comunión de intereses populistas que tienen en común el objetivo de acabar con la democracia de 78, no lo duden, en un momento en el tiempo, Puigdemont será indultado y recibido como una especie de héroe troyano por todos sus correligionarios. Que Puchi será indultado con un gobierno Sánchez reeditado es lo único que podemos tener claro en las circunstancias actuales, eso y que indefectiblemente, el expresidente catalán acabará ante los tribunales de nuestro país.

Entonces ¿es plausible que miembros del partido socialista sondearan a Puigdemont para que aceptase volver a España, someterse a su proceso judicial con las garantías de un indulto una vez condenado? Probable es muy probable. Lamentablemente, si esto ha sido así, es una prueba más de la falta de respeto institucional demostrado por el actual gobierno. El trapicheo político y la instrumentalización de las instituciones parece ser el modus operandi de este socialismo transmutado en populismo cínico. Estamos ante un largo ciclo populista que arranca con Zapatero y continuó con Sánchez ¿quién iba a pensar que podríamos encontrar a un presidente peor que ZP? Pues sí, lo hemos visto.

Con el expresidente indultado acabaría su capacidad de impacto social y mediático y, por tanto, despejaría el camino a Junqueras y los suyos

En verdad, más allá del ruido del relato y la utilización partidista y electoral, en el fondo, lo que estamos viendo es un espectáculo de intereses particulares. Por un lado, un partido socialista que necesitaba eliminar un actor incómodo como Puigdemont para fortalecer a su socio preferente ERC. Con el expresidente indultado acabaría su capacidad de impacto social y mediático y, por tanto, despejaría el camino a Junqueras y los suyos. ¿Es posible que este tipo de negociaciones hayan existido entre Sánchez y los republicanos? Quizás algún día se sepa, pero si se confirma, tampoco sería una sorpresa para nadie.

El problema con el que se ha topado el gobierno Sánchez es, precisamente, el perfil psicológico del personaje a indultar. Esa necesidad de Puigdemont de pasar a la historia que le hace creerse sus propias mentiras, junto al miedo atávico a estar delante un juez de su país le ha hecho impermeable a los cantos de sirena socialistas. La (presunta) negativa del expresident no es un cálculo estratégico, es un cálculo meramente personal. Porque, más allá del perfil sicológico y del relato mesiánico separatista, tener el foco en Waterloo ha permitido a Puigdemont disfrutar de un ritmo de vida que nunca podrá volver a tener. En el fondo, esto del prusés siempre ha sido algo de dinero, de cuánto dinero y qué estatus podrían acaparar los líderes del golpe. Mientras, los que llenaron felizmente las calles catalanas y se creyeron el cuento separatista, solo eran comparsas y posibles pagadores de los efectos nocivos del populismo separatista.

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