Opinión

Puigdemont chantajea a Sánchez: "La alternativa es la muerte del PSOE"

Puigdemont quiere más y lo quiere ahora. Sabe que el PSOE vive la etapa de menos poder de su historia y, "si Sánchez pierde el Gobierno el PSOE se juega su existencia". Lo avisó Elorza en el Comité: "No tenemos plan B"

“¿Qué ceden ellos? ¿A qué se comprometen a cambio? La amnistía NO puede entenderse por la ciudadanía como el perdón de un Estado democrático a quienes han declarado hasta la saciedad que lo volverán a hacer, que volverían a promover un proceso unilateral saltándose la Constitución. Dependemos hoy de Puigdemont que como político no se ha ganado el respeto porque desprecia a España y la democracia”. (Odón Elorza, miembro del PSOE, ante el Comité Federal del partido, la boca pequeña de Emiliano García Page y el aplauso rendido a Pedro Sánchez de quienes hace apenas unas semanas pensaban como él).

En estos días en que Sánchez vende por un puñado de escaños la dignidad de un país, considera ilegal la actuación de jueces y fiscales, de policías que se jugaron la vida en las calles y que algunos perdieron la salud para siempre tras ser machacados por adoquines y que consagra la desigualdad de los españoles, tanto económica como ante los tribunales, conviene leer a la prensa indepe para intentar darnos cuenta de hasta dónde va a llegar la felonía del inquilino de la Moncloa por permanecer cuatro años más en el machito.

La misma mañana del jueves, cuando se precipitaban los anuncios de acuerdo con ERC y se montaba en Bruselas el escenario donde Carles Puigdemont –el fugado de Waterloo- iba a anunciar la rendición de España junto a la cúpula de Junts, el digital VilaWebórgano oficial del régimen puigdemontista- avisaba a Sánchez y al PSOE de lo que podía pasar si no aceptaba los "flecos” finales de la negociación.

Puigdemont, Sánchez y el peor momento del PSOE

En un editorial de su director, Vicente Partal, avisaba a Sánchez sin paños calientes: ”El PSOE necesita pactar porque la alternativa es la muerte del partido”. Y continuaba amenazante el altavoz oficial de Puigdemont: “El PSOE no puede perder de ninguna manera el Gobierno de España si no quiere hacer peligrar su propia extistencia… Los socialistas están dispuestos a aceptarlo casi todo con tal de pactar... ¿Y esto por qué? Simplemente, y no es poco, porque está en juego la existencia del Partido Socialista. El PSOE está en el peor momento de la historia en cuanto a poder institucional”

En su repaso, recordaba que “en cuanto a diputaciones, que son la gran cueva de Alí Babá para los partidos, el PSOE también está bajo mínimos. Tan sólo gobierna en doce. El año pasado gobernaba en veintiséis y había llegado a controlar su 80%”, y en las CCAA, “la situación no puede ser más clara. Solo gobierna en Asturias, Navarra y Castilla-La Mancha, ya las dos primeras en coalición. Tras perder Andalucía, el PSOE dejó de gobernar en otras cinco comunidades autónomas, y eso es mucho sueldo”.

Y el órgano oficial de Puigdemont, al llegar el momento definitivo de la negociación entre Sánchez y el hombre del maletero, recordaba a Su Sanchidad que al PSOE solo le sostiene “el gobierno de España, sin duda la máquina que puede aportar más cargos, colocaciones y dinero a repartir de todas las administraciones existentes. ¿Y qué le pasaría si perdiera el gobierno de España? Que nada tendría. El PP puede aguantar en la oposición, pero la cruda realidad es que el PSOE no. Y de ahí vienen las prisas y la repentina capacidad de aceptar cosas. Que, según parece y según se explica en voz bajita, todavía no hemos visto nada, como quien dice…”.

Efectivamente, ese jueves –cuando desde Ferraz se daba todo por hecho y se escenificaba el acuerdo con ERC y la foto de Bolaños con Junqueras- se aplazaba el acuerdo final con Junts. ¿Qué había pasado? Las exigencias finales de Puigdemont no podían ser asumidas por nadie más que no fuera el propio Sánchez.

A la mañana siguiente, VilaWeb volvía a dar las claves del ‘frenazo’ al acuerdo en otro artículo no menos descarnado y ofensivo para mostrar el chantaje al que Puigdemont somete a Sánchez y, con él, a todos los españoles. “Pedro Sánchez: de momento, aquí hay más pan que queso”, en referencia a que todo lo que ha cedido es poco para Junts, y avisaba: “Hasta ahora, Sánchez ha tenido un camino plácido y ha tenido que ceder muy poco (sic) y en cosas que no son sustanciales (otra vez sic). Ahora veremos cómo reacciona en la última fase, que es la sustancial”.

Los de Junts, a través de su digital, muestran el camino que Sánchez tiene que seguir recorriendo, aunque sea de rodillas, si no quiere perder el Gobierno de España (y, por tanto, “poner en peligro la propia supervivencia del PSOE”): la ley de amnistía tiene que “acoger a los afectados por la lawfare”. Es decir, acusar directamente a los jueces de instrucción, de las audiencias y del Supremo de haber dictado sentencias “políticas”. Exigen la rendición y la traición definitiva de Pedro Sánchez y, con él, del Estado de Derecho, y se muestran convencidos de que no se atreverá Sánchez a romper “después de haber ido tan lejos, por los casos concretos de unas pocas personas”.

Y por si hubiera alguna duda de lo que nos espera en el acuerdo definitivo entre Sánchez y Puigdemont, el altavoz de Junts avisa: “Sánchez no ha tenido que ceder prácticamente nada (…) Y por eso ha podido dedicarse a repartir más pan que queso. El pacto con Sumar es flojísimo, de tal docilidad que la gente de Podemos sube por las paredes (...) y los acuerdos que anunció con Esquerra Republicana son más de titular de diario que efectivos”.

Traspasar los trenes le parece un chiste mientras “España tenga el 50% del consejo de administración y en la que las decisiones estratégicas deberán tomarse por una mayoría cualificada, lo que significa que Madrid tendrá derecho de veto”. Y la condonación del 20% del FLA, una filfa porque “el  FLA es un mecanismo denunciado siempre como perverso por el independentismo y que básicamente consiste en coger nuestro dinero, llevarse y después hacernos pagar por devolvernos una parte”. Migajas...

Y ahora llega lo definitivo, el queso del bocadillo, “la carne en el fuego. Hasta ahora los acuerdos le han salido a muy buen precio, baratitos (…) De su reacción durante las próximas horas y días dependerá de si remata su plan como él quiere y es presidente o se derrumba y hay nuevas elecciones”.

El problema es que Sánchez ya no puede dar marcha atrás: ya no puede acudir a las urnas envuelto en la bandera de España (sería capaz) porque en esta negociación ha entregado todo y ha dejado al PSOE en los huesos, mostrándolo como un partido capaz de enterrar la separación de poderes y la igualdad de los españoles por mantenerse en el poder.

Que Sánchez no haya previsto un plan b -como denunció Elorza en el Comité Federal- da alas a Puigdemont para chantajearle a él y a todo un Estado. Sabe que Sánchez no puede dar marcha atrás; que si hay elecciones, perderá el Gobierno y el PSOE tardará años en recuperarse

Lo dijo Odón Elorza en el pasado comité federal. “No ha existido un Plan B tras nuestra derrota electoral el 23J. Un Plan B significaba una estrategia del PSOE pensada para preparar la hipótesis de una repetición de las elecciones. Se renunció a esa opción y nos hemos volcado en el Plan A para sacar la investidura (...) Si finalmente se celebraran nuevas elecciones acudiríamos en una posición de gran debilidad (…) Tenemos que preguntarnos, en el caso de que no acertemos con la redacción de la ley, qué precio y durante cuánto tiempo pasaría factura al PSOE”.

Y precisamente en que Sánchez no haya previsto un plan b reside la fuerza de Puigdemont para chantajearle a él y a todo un Estado. Sabe que ya no puede dar marcha atrás, que si hay elecciones, perderá el Gobierno y el PSOE tardará años en recuperarse –si es que lo hace algún día-. Por eso, Armengol ya ha habilitado en el Congreso todos los fines de semana y festivos hasta el 27 de noviembre para intentar celebrar la investidura. Acabará cediendo en todo lo que exija Puigdemont. Y si no hay pacto, será porque el fugado de Waterloo, como le exigen sus bases, no quiera. Contra Madrid y Moncloa, se vive mejor en Cataluña.

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