Aunque se resisten a renunciar a sus débiles y terminales posiciones, los dos principales autores del golpe de Estado catalán de 2017, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, han iniciado el fin de sus demenciales cabalgadas políticas, tras el desplome -después de 40 años de primacía- del nacionalismo catalán en los recientes comicios del 12-M.
Desplome que podría arrastrar con ellos a Pedro Sánchez y a Yolanda Díaz en la política nacional completando así, no solo el final del tiempo soberanista catalán del que habla Salvador Illa sino también el fin del ciclo sanchista en la política española. El que ya se inició con el hundimiento de los que fueron víctimas de sus respectivos ‘abrazos’ Albert Rivera y Pablo Iglesias y que se puede reactivar en las elecciones europeas del 9 de junio, si se confirma la esperada victoria del PP, renacido en Cataluña a pesar de la notable victoria del PSC.
Un nuevo tiempo ha sacudido la situación catalana y ha cambiado en la política nacional como se vio en el triunfo del PP de Alberto Núñez Feijóo en los comicios autonómicos y municipales del 28-M de 2023, y en los generales del 23-J del mismo año. Los que Sánchez ‘solventó’ comprando la investidura a los golpistas catalanes con una ley de amnistía que por ahora ha favorecido a Illa en Cataluña y desfondado a ERC, mientras se queda aislado Puigdemont y sin posibilidad de regresar a la presidencia de la Generalitat.
Lo que a corto o en el medio plazo favorecerá la refundación del ‘catalanismo convergente’ y de la propia ERC, ahora dividida entre sus dos almas separatista y progresista y pendiente de un congreso en noviembre en el que Junqueras, el máximo responsable del reciente hundimiento, pretenderá seguir al frente del partido lo que no parece fácil de imaginar.
Aunque en su defecto y como poco, animará a Junqueras a llevarse a su tumba política a su ‘íntimo enemigo’ Puigdemont en una justa revancha contra el ex president de la Generalitat, que apostó por ser el ‘golpista listo’ de 2017, huyendo de España hacia Waterloo en el maletero del coche, mientras Junqueras asumía el rol de ‘golpista tonto’ que acabó cuatro años en prisión.
De momento, tanto Junqueras como Marta Rovira (su secretaria general y prófuga en Suiza) han renunciado a sus cargos en espera de lo que decidan las bases del partido en noviembre y mientras ERC se ubica en la oposición, lo que ha bloqueado a Puigdemont y desconcertado a Illa, quien ahora se conforma sin el Gobierno tripartito de PSC, ERC y Comunes aunque pide su investidura para gobernar en solitario y evitar la repetición electoral.
Se espera que la ley de amnistía quede aprobada el 30 de mayo en el Congreso y luego sea enviada para su aplicación al Tribunal Supremo que, previsiblemente, la someterá como ‘cuestión prejudicial’ al Tribunal de la UE
A la espera todos ellos del gran test nacional de las elecciones europeas del 9 de junio que se convertirán en un plebiscito sobre la amnistía y sobre los liderazgos respectivos de Sánchez y Feijóo. Y en un tormento para Díaz que, compitiendo con Podemos, confirmará la secuencia de desastres de Sumar (en Galicia, País Vasco y Cataluña) camino de su extinción.
Mientras tanto, se espera que la ley de amnistía quede aprobada el 30 de mayo en el Congreso y luego sea enviada para su aplicación al Tribunal Supremo que, previsiblemente, la someterá como ‘cuestión prejudicial’ al Tribunal de la UE. Y que posteriormente, y si el TJUE le deja vía libre, el TS la presentará como una nueva ‘cuestión de inconstitucionalidad’ ante el Tribunal Constitucional español.
Pero siempre sabiendo que si el TJUE acepta la ‘cuestión prejudicial’ la ley de amnistía no se aplicará hasta que la Corte europea dicte sentencia, no antes de 2026. E igual ocurriría con los plazos del Tribunal Constitucional. Lo que en el caso de repetición electoral catalana le impediría a Junqueras (hoy inhabilitado) ser candidato. Algo que sí podría hacer Puigdemont pero sin regresar a España salvo que se presente voluntariamente ante la Justicia española para ser juzgado.
Moción de censura
Lo que sí podrían hacer Puigdemont y Junqueras, juntos o por separado, es liquidar la vigente legislatura de Sánchez votando a favor de una moción de censura del PP o a partir de la primavera de 2025 y una vez que el PSOE se quede sin unos PGE. De la misma manera que Sánchez puede provocar el adelanto de las elecciones catalanas e incluso las generales. Y en el caso de rebelión nacionalista decirle a Pumpido que se cargue la ley de amnistía en el TC.
Si a Sánchez le van muy mal los comicios europeos podría hasta regresar a su ‘rincón de reflexión’ en La Moncloa para volverse a plantear su dimisión. Y solo en caso de dimisión podría Feijóo hablar y pactar con un PSOE sin Sánchez para favorecer la gobernabilidad en Cataluña con Illa y en territorio nacional con la presidencia del Partido Popular.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación