Opinión

Puigdemont, de rositas

Huir no es una vía política respetable. Hay que dar la cara, por muy injusta que consideres que sea la actuación judicial

Que Carles Puigdemont se beneficie de la reforma del Código Penal al decaer el delito de sedición, y sólo poco pueda ser juzgado por malversación y desobediencia, afecta directamente a Pedro Sánchez y también al independentismo que representa Junts. Al presidente Sánchez, el posible retorno de Puigdemont no le beneficia en nada. Para el sector social que no se identifica con el separatismo, sobre todo fuera de Cataluña, la sensación que se percibe es que, el que fuera máximo responsable de la Generalitat, el que declarara la independencia, el que convocara un referéndum, el que frustrara aparte de los independentistas, se va de rositas.

Hubo unos impulsores del procés que se quedaron y asumieron las consecuencias de sus actos, mientras el otro los abandonó a su suerte, por lo que cabe pensar que tampoco va a salir muy beneficiado. Su formación aparece ahora sin liderazgo y mantenerlo con alguien que está a mil kilómetros no resulta operativo, salvo por en su empeño en pretender aparecer de nuevo como mártir.  Huir no es una vía política respetable. Hay que dar la cara, por muy injusta que consideres que sea la actuación judicial. Cesado como presidente al día siguiente de declarar la independencia, Puigdemont, a diferencia de los otros nueve líderes que pasaron por la cárcel, ha podido ejercer como político, aunque sea en su refugio de Europa. Los demás aún siguen inhabilitados. ERC con este panorama lo tiene cada vez más fácil, aunque Pere Aragonés carece por ahora de apoyo para los presupuestos.  

Se fugó sin conseguir nada más que la cárcel para sus compañeros en el Gobierno y en el Parlament, tras una estrategia tan equivocada como fue declarar la independencia sin tener ningún plan para ejecutarla

Sánchez tampoco se va a ir de rositas en las urnas avalando un escenario tan favorable con el posible regreso de Puigdemont, porque una cosa es la concordia, favorecer el diálogo, los indultos, devolver estabilidad a la política y otra la que se genera con la modificación del Código Penal para beneficiar a quienes promovieron los episodios de 2017.

Si regresa, está claro que aún tiene que rendir cuentas ante la Justicia, por lo que ya se ha apresurado a decir que “ni esposado ni rendido” va a regresar. La responsabilidad política es la única vía cuando te equivocas, asumes el error, te sometes a las consecuencias y no cuando haces lo contrario. No sé si el martirologio de Puigdemont, al igual que la de su antecesor Quim Torra, le va a compensar a Junts que también ha tomado otra decisión errática como es la de salir del gobierno de coalición, dado que por extensión ofrece un liderazgo a ERC –además del de las urnas- que siempre habían tenido los convergentes. No es de gente políticos razonables el no hacer frente a las consecuencias de sus decisiones. De esto sale más favorecido Oriol Junqueras. Quizás a muchos les salga a cuenta todo lo que se ha vivido en Cataluña desde setiembre de 2017, no para los catalanes.

“Lucharé para volver libre” dice Puigdemont, recurriendo la decisión del Supremo de mantenerle procesado por malversación, ratificándose en permanecer sin reconocer un grave error político que puso en pie de guerra el sistema, que provocó la aplicación del 155 y que generó la mayor ruptura social que se haya conocido en democracia. Se fue sin conseguir nada más que la cárcel para sus compañeros en el Gobierno y en el Parlament, tras una estrategia tan equivocada como fue declarar la independencia sin tener ningún plan para ejecutarla. Tampoco ha ganado nada en prestigio la política catalana con lo que pasó en el 17. Tiempo perdido que es lo peor que se puede perder en la vida.

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