Las noticias se acumulan. El Parlament no puede reemprender la sesión porque JxCat y Esquerra se tiran de los pelos; una casa de apuestas dice que Puigdemont podría ser Premio Nobel; Torra pide al Santo Padre que interceda por la independencia. Qué alegría, que alboroto, a por otro perrito piloto.
Una barraca de feriantes tiene más categoría
Que el Parlament de Cataluña jamás sirvió para gran cosa es algo sabido por todos, aunque desde Convergencia se pretendiese hacernos creer que aquello era poco menos que la Cámara de los Comunes y Jordi Pujol un nuevo Winston Churchill. Pero nunca como ahora la institución se había visto tan degradada, tan vejada y tan manipulada por los intereses torticeros del separatismo. Para sintetizar, más allá de retruécanos legalistas, la cosa estriba en que los del PDeCAT o como diablos se hagan llamar ahora están empecinados en llevar a los de Esquerra a la desobediencia; los de Esquerra, que ya saben lo que pasa cuando te pones flamenco con el imperio de la ley, les dicen que se suban en lo alto de un pino y bailen.
De ahí que el Parlament haya estado cerrado todos estos meses, de ahí que estén todavía a la greña los adalides de la unidad, de un solo pueblo y de la transversalidad. Si eso sucediera en cualquier otro país sería un escándalo mayúsculo. Pero, señores, esto es Cataluña, la Cataluña del proceso, de las sonrisas, la de las jornadas históricas, la de los mil heridos que nadie vio jamás, la del mandato popular del uno de octubre, la misma a la que Estrasburgo le acaba de dar un guantazo legal en toda la boca. En esta Cataluña las formalidades, la legislación - incluso la propia, la hecha por ellos – son minucias a las que no hay que prestar demasiada atención. Si hay que aguantar otros seis meses sin Parlament, pues se aguanta, que al fugado lo mantiene la extrema derecha europea y no han de faltarle la langosta y el champán.
Nunca como ahora el Parlament se había visto tan degradado, tan vejado y tan manipulado por los intereses torticeros del separatismo
Sé que eso puede resultar extraño a los ojos de cualquier observador mínimamente ecuánime, pero esta es una tierra de prodigios sin parangón, de héroes de pacotilla, de épicas fabricadas al amor de los juegos de rol y de robos a gran escala. Me apresuro, pues, a tranquilizar a quienes crean que aquí no se está por lo serio, políticamente hablando. Buena prueba de lo que afirmo es que una casa de apuestas haya colocado entre los candidatos a obtener e Premio Nobel al huido de la justicia española Carles Puigdemont. Bien mirado, también figuran en la lista el presidente Donald Trump o el dictador norcoreano Kim Jong-Un. Ante la duda, proponemos modestamente a la academia sueca que se lo den a los tres ex aequo. ¿En calidad de qué? Ah, pues de lo que sea, el de la paz, el de literatura, el de física, da lo mismo, porque los tres son auténticos especialistas en pergeñar frases para la historia, hacer los números de manera que siempre acaben beneficiándolos, encontrar agujeros negros en los que meter a todo un país o pretender imponer la única paz que conocen, es decir, la suya.
Siendo justos, a la candidatura del de Waterloo se debería añadir la de Quim Torra. Es un más que sólido candidato para obtener, de una sola tacada, el Nobel y la santidad. Vean ustedes como el President solicita al Papa Francisco que medie en favor del separatismo catalán sin que se le mueva ni un músculo de la cara. Oremus.
El Parlament está empantanado, la Generalitat en bancarrota, la sociedad fracturada, el separatismo dividido y Torra condenado a ser una nota a pie de página
Resumiendo, el Parlament está empantanado, la Generalitat en bancarrota, la sociedad fracturada, el separatismo dividido y Torra condenado a ser una nota a pie de página. Pero los Nobel y el santoral planean sobre la vida pública catalana. Esperamos ver cuando se reanude el pleno, si se reanuda y no hay adelanto electoral, a alguien que, desde la, tribuna de oradores, subaste una muñeca Chochona o un perrito piloto con aire de feriante de tómbola. A eso ha llegado la estupidez nacionalista.
Gritos y susurros en el Parlament
Los gritos podían escucharse desde todo el edificio, emanados de algunos despachos más o menos honorables. Esquerra no daba su brazo a torcer ante la presión neoconvergente y a estos muchachotes no les gusta que nadie les lleve la contraria. Los susurros, en cambio, se deslizaban a la par por los pasillos, provenientes de miembros del PDeCAT, de Esquerra, de los Comuns y hasta de las CUP. Partiendo de puntos de vista diametralmente opuestos, los integrantes del bloque separatista llegaban a la misma conclusión: hay que ir a elecciones ya mismo, antes de que Sánchez convoque generales anticipadas y todo quede diluido de un mismo magma.
La especificidad de los comicios autonómicos siempre ha sido caballo de batalla del nacionalismo convergente. Sabían que, si unían elecciones catalanas con unas generales, la izquierda podía arrasar. Sumamente cautos con su abrevadero particular, la intención por parte de los pujolistas, igual que ahora de sus herederos, ha sido apartar el máximo posible a Cataluña del conjunto de España, colocándola en una especie de limbo al que no llegasen ni por asomo los flujos del conjunto de la nación.
En este caso, si la ruptura entre Esquerra y los neoconvergentes se acaba de hacer efectiva, les será más difícil, porque en primavera hay comicios locales y europeos en mi tierra y aún está por ver si Sánchez convoca elecciones generales la misma fecha que las andaluzas, ante la indignación de Susana Díaz, que ya ha advertido que, de eso, nada. Se conoce que el PSOE andaluz, lo más parecido al PRI que existe en Europa, comparte criterio con el separatismo catalán: nosotros a lo nuestro y los demás ya se arreglarán con lo suyo.
La especificidad de los comicios autonómicos siempre ha sido caballo de batalla del nacionalismo convergente
Para amenizar esa tómbola en la que se ha convertido toda la política española, pues no solo la catalana anda a la pata coja si hemos de ser sinceros, los feriantes vocingleros de las distintas formaciones ya han empezado a pregonar su mercancía. Los crecepelo maravillosos, los elixires que lo curan todo, el jarabe de serpiente o esos mil y un remedios a base de ungüentos hechos con mentiras, consignas y palabrería van a circular de mano en mano los próximos días.
Aquí estamos muy hechos a tales mañas. Cuando la ex presidenta del Parlament Nuria de Gispert se dedica a vocear su odio en Twiter contra Inés Arrimadas – cosa lógica, la señora debe tener espejo y las comparaciones siempre suelen ser odiosas – es señal que el invierno electoral se avecina, igual que se sabe que llegan los fríos cuando las hojas doradas de los árboles en Maine caen suavemente al suelo, creando una alfombra cobriza, de matices infinitos, a la que da respeto pisar.
Gispert ha devenido en un heraldo del frío que ya intuyen en los huesos los dinosaurios de aquella Convergencia que pasó a la historia como el partido más corrupto de Europa, la que se jactaba de todo sin llegar a ser nunca más que una oficina de colocación y cobro de comisiones. Esa vocera de lo que va a venir es el epitafio palpable de lo que se vive en el Parlament, en la Generalitat, en la política de esta Cataluña devenida en pura barraca de feria en la que, por si fuera poco, se hace trampa.
Puestos a elegir, prefiero el tren de la bruja.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación