Opinión

Puñales por la espalda de Sánchez y Puigdemont

 Dos significativas declaraciones enmarcan lo que está pasando en la política española: la de Pedro Sánchez en el debate con Pablo Casado durante la campaña electoral del 10-N de 2019, donde afirmó: ‘me comprometo a traer a

 Dos significativas declaraciones enmarcan lo que está pasando en la política española: la de Pedro Sánchez en el debate con Pablo Casado durante la campaña electoral del 10-N de 2019, donde afirmó: ‘me comprometo a traer a Puigdemont de vuelta a España para que rinda cuentas ante la justicia’; y otras palabras de Carles Puigdemont, pronunciadas el pasado mes de agosto tras las elecciones del 23-J ante sus colaboradores, en las que el ex President declaró: ‘Sánchez tendrá que mear sangre’ si quiere la investidura y gobernar. 

 Puigdemont buscaba su amnistía y Sánchez quería la investidura (que ya tiene) y también los PGE de 2024/2025 para garantizar la legislatura. Pero a sabiendas Sánchez que Junts, o cualquier otro aliado del PSOE de ERC, PNV, Bildu y Sumar (Podemos perdió su llave de control con la marcha de la diputada Lilith Vestringe) puede tumbar el Gobierno apoyando una moción de censura promovida por el PP y secundada por Vox. 

 Sánchez y Puigdemont se odian, desconfían el uno del otro y se necesitan. El primero, para agotar la legislatura y el segundo para conseguir su amnistía. Pero, el pasado martes, asistimos a una ruptura inicial de esta tan interesada relación al votar Junts en contra del proyecto de proposición de ley en favor de la amnistía que el PSOE presentó en el Congreso de los Diputados. 

Puigdemont sospecha que una vez aprobados los PGE de 2024, Sánchez maniobrará a sus espaldas para que la ley de amnistía no entre en vigor antes de que él decida convocar unas nuevas elecciones

 La que Junts consideró insuficiente y rechazó votando en su contra por no incluir los delitos de terrorismo y alta traición, como exige Puigdemont en su personal beneficio y que descartó el ministro Bolaños con el argumento de que ese modelo de amnistía ‘integral’ no sería aceptado en los tribunales de España y de la UE. 

 Pero a Puigdemont ese riesgo no le impresiona porque cree y teme que los tribunales nunca aceptarán esa ley ni siquiera con su redacción actual. Y lo que es peor: Puigdemont sospecha que una vez aprobados los PGE de 2024, Sánchez maniobrará a sus espaldas para que la ley de amnistía no entre en vigor antes de que él decida convocar unas nuevas elecciones.

 Y máxime después de la afrenta de la votación negativa de Junts del martes en el Congreso de donde Sánchez salió con cara de pocos amigos mientras su ayuda de cámara y portavoz oficioso en el diario El Pais concluía así su crónica: ‘un líder que decidió adelantar las elecciones generales la misma noche en que sufrió una dura derrota en las autonómicas no es alguien que vaya a quedarse quieto después de un golpe así’. 

 O sea, que se prepare Puigdemont. Porque, si el PSOE finalmente se traga en el Congreso las últimas enmiendas de Junts a la ley de amnistía y, una vez que estén aprobados los PGE de 2024, el día menos pensado el presidente del TC podría recibir un discreto mensaje de La Moncloa en el que, en clara alusión a Puigdemont, se diga: ‘Pumpido, mátalo’. 

 De momento, él no de Junts a la ley de amnistía altera calendario político de Sánchez y propicia la irrupción, como ‘convidado de piedra’, de Puigdemont en las elecciones de Galicia del 18 de febrero. Y como protagonista en los comicios europeos de junio en los que él mismo será candidato. Y a la vez se amenaza la aprobación de los Presupuestos de 2024/2025. 

Los cálculos del prófugo de Waterloo y en el temor a ser engañado por Sánchez y desbordado por Junqueras, con un posible adelanto de las elecciones en Cataluña, tras un pacto de ERC y PSC

 Lo que contradice el discurso impostado del ministro Felix Bolaños cuando dice que al Gobierno le quedan ‘tres años y medio por delante’. Un objetivo al día de hoy difícil de imaginar. Aunque, empeñados como están en el PSOE en hacer ‘de la necesidad virtud’ algunos considerarán que la inicial resistencia de Sánchez frente al órdago de Puigdemont les permitirá en las elecciones gallegas marcar distancias con la amnistía de Junts. 

 Pero la cuestión de fondo, al margen de los argumentos de Puigdemont en favor de amnistiar los delitos de terrorismo y de alta traición, está en los cálculos del prófugo de Waterloo y en el temor a ser engañado por Sánchez y desbordado por Junqueras, con un posible adelanto de las elecciones en Cataluña, tras un pacto de ERC y PSC. Y puede que, incluso, antes de que se apruebe la ley de amnistía o de que los tribunales, europeo y españoles, permitan su inmediata aplicación.  

Motivos todos ellos por los que Puigdemont ha bloqueado la amnistía y amenaza la legislatura frente pretendida firmeza de Sánchez que ya veremos lo que dura. Porque el monclovita puede rendirse, por enésima vez, frente al residente de Waterloo para salvar la ley de amnistía y los PGE de 2024, mientras por el aire deambulan las dagas voladoras que buscan las espaldas respectivas de los notorios protagonistas de este duelo singular que debería de acabar con la caída de los dos.

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