Opinión

De putas, putadas y putiferios

Toni Albá, chistoso oficial del régimen separatista, tiene la obsesión de calificar a sus víctimas con epítetos groseros. A Inés Arrimadas ya va dos veces que la tilda de puta.

Toni Albá, chistoso oficial del régimen separatista, tiene la obsesión de calificar a sus víctimas con epítetos groseros. A Inés Arrimadas ya va dos veces que la tilda de puta.

En Cataluña se hizo conocido por una imitación chapucera de Don Juan Carlos. Quina gràcia, decían los convergentes cuando acudían a ver su más que prescindible obra “La familia irreal”. Son, ya saben, esos matrimonios entrados en años, cuentas corrientes en Andorra y abrigos de piel, ellas, y especulaciones sucias, ellos, a los que les tiembla el bigotillo con secreta excitación cuando se meten con España.

Alba, separatista hooligan, incitador de los más bajos instintos cainitas, ha insultado de nuevo a Inés. Siguiendo su tónica miserabilista y cobarde, no se dirige a ella abiertamente, claro. Lo hace con esa elipsis que, para ser graciosa y demoledora, debe ser escrita con la gracia de un Quevedo, de un Lope o, ya metidos en el asunto catalán, un Sagarra. Excuso decirles que Albá no se acerca a tamaños prodigios ni por casualidad. Los versos que el autor de “La Rambla de las floristas” dedicase a cierta señora y que, traducidos, rezan: “Eres fresca como las rosas, más puta que las gallinas y pesada cual la prosa de don Pedro Corominas” están fuera del alcance de semejante individuo.

Albá escribió un tuit a la líder de Ciudadanos en Cataluña: “Buen viaje a Waterloo. Vigila, no te pases de largo y vayas a parar a Ámsterdam… allí estarías como en tu casa y, además, tendrías todos tus derechos laborales respetados” Quina gràcia, han repetido de nuevo hoy los adláteres de Albá. A Inés ya la había tildado de mala puta, de manera confusa, por si las querellas, así como de moscardón o de pija Calimero. Dirige su mala baba contra todo lo que no sea su fétido rincón, jaleado por los tribuneros del lazo. Ha dicho a Ciudadanos que les pondrán lazos y pancartas hasta enterrarlos, a Jordi Cañas cerdo y fascista; a Manuel Valls, mal nacido, gusano de alcantarilla y pedazo de mierda; al ex delegado del gobierno Millo, poca vergüenza e insecto – “grillo de puta” – o a Miquel Iceta, sí, el mismo que habla de indultos, diálogo o acude a mesas de partidos, “bomboncita de camping gas” o “burbujita bailarina”.

No conozco que ningún colectivo LGTB pusiese el grito en el cielo cuando insultó a Iceta, haciendo claras alusiones a la condición de este

No conozco que ningún colectivo LGTB pusiese el grito en el cielo cuando insultó a Iceta, haciendo claras alusiones a la condición de este. Tampoco he visto ningún colectivo feminista salir en defensa de Arrimadas. En el putiferio separata podemita solo se defiende a los de su bando y, al resto, que les den por traspuntín, por el zaguán y por donde amargan los pepinos.

Las putadas en mi tierra emanan de los totalitarios, que no consideran condenable el insulto siempre que vaya dirigido a otros. Es la deshumanización del adversario, de los Untermenschen. No en vano los nazis asimilaron a los judíos con las ratas. Cataluña, gobernada por una mentalidad provincianamente fascista, lo peor que puede pasarle a un territorio, porque se junta el hambre con las ganas de comer, es un estercolero, es así. El Consejo de la Corporación de Medios catalán se ha apresurado a emitir una nota. Dice que Albá no es plantilla, solo un colaborador “esporádico”. Sería útil hacer una lista de las veces que apareció en el programa Polonia, producido por Toni Soler, otro que tal baila. ¿Esporádico? Concepto laxo, como el de rebelión o sedición.

La enfermiza obsesión con Arrimadas, por centrarnos, es machismo, es fascismo de género, es insulto grosero, es soez, tabernario, es broma de cuartelero intoxicado por garrafón, sí, pero también algo más. Es la prueba del nueve de que en este país los que mandan solo se rasgan las vestiduras con los de su bancada. Y ni eso, porque Iceta, miembro de ese progresismo de salón, se quedó solo cuando le tocó recibir.

Debería tomar buena nota, él, y todo el socialismo. Los totalitarios pueden aceptarte como tonto útil, pero jamás en pie de igualdad. Para eso hay que pertenecer a sus círculos, tener negocios juntos. ¿Una chica joven y española, un gay irónico, un político combativo que no se corta? ¿Arrimadas, Iceta y Cañas? Putadas y más putadas, faltaría más. Para eso están, piensan los herederos de Pujol. En fin. Recordemos a Nicolás Fernández de Moratín, que escribió allá por 1898 en su magnífico “Arte de las putas” estos lapidarios versos:

Para que sepa el orbe con cuál arte

las gentes deberán solicitarte,

cuando entiendan que enseña la voz mía

tan gran ciencia como es la putería.

Es así, incluso para hablar de putas, putadas y putiferios se precisa ingenio y pluma afilada. Albás, abstenerse, por lo tanto.

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