Hace unos días leíamos en este mismo medio la noticia de que a Vladímir Putin, presidente de la Federación de Rusia, le hacía tan poca gracia el Midcat, que estaba dispuesto a pagar a Cataluña una cantidad anual para impedir su construcción. Solo por ese motivo parece evidente que nos equivocamos al renunciar a este proyecto. Nos equivocamos los españoles, pero también los europeos. Sin embargo, esto no es nuevo y el enemigo procura distraernos, cuando perseveramos en nuestros errores. Y, aunque la mayoría de los ciudadanos ha tomado conciencia muy recientemente de la sensibilidad geopolítica de las cuestiones energéticas, hay quien ya venía avisando de todo esto.
La crisis de Ucrania está obligando a la UE a acelerar la toma de decisiones para mejorar sus interconexiones y garantizar el suministro de los países miembros. La política energética de la UE se ha caracterizado por su “no existencia”; es decir, por la prevalencia de los intereses particulares de los estados miembros en lugar de la defensa de una propuesta común.
¿Les parecen actuales estas afirmaciones? ¿Están de acuerdo con ellas?
A mí sí me parecen actuales y sí estoy de acuerdo con ellas, aunque ni son mías, ni son actuales. Realmente están sacadas de un documento informativo del IEEE del mes de abril de 2014; sí, de hace diez años, titulado: el MIDCAT: el papel de España en la seguridad energética de Europa.
¿Y qué es el IEEE?
El IEEE (Instituto Español de Estudios Estratégicos) fue creado en 1970. Está encuadrado en el Ministerio de Defensa del Gobierno español y adscrito orgánicamente al Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN), dependiente a su vez del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD). Tiene dos funciones, por una parte, realizar los análisis de carácter estratégico necesarios para asesorar a las autoridades del Ministerio de Defensa en materias relativas a la seguridad y a la defensa; por otra, mantener informada a la sociedad española de cuanto atañe a la preservación de sus libertades, su bienestar y, en última instancia, su Estado de Derecho.
Está claro, que no le hemos hecho ningún caso y está claro que las advertencias que este Instituto hizo en 2014 fueron certeras en lo que a Rusia y la situación energética se refiere.
¿Qué es el MIDCAT- STEP?
MIDCAT (Midi-Catalunya) y su versión reducida STEP (South Transit East Pyrenees), era una infraestructura por la cual se conectaba la red española de gasoductos con la europea, a través de una tercera interconexión con Francia. De estar en servicio, habría más que duplicado la capacidad actual de exportación de gas natural de España a Europa y, aunque no iguala la capacidad rusa, habría contribuido a reducir la dependencia energética europea. En un primer momento, ambos proyectos fueron reconocidos como Proyecto de Interés Común (PIC) por la Unión Europea.
Pese a que su construcción estaba muy avanzada, el 22 de enero de 2019, las autoridades reguladoras española (CNMC) y francesa (CRE) emitieron un informe rechazando la solicitud de inversión de dichos proyectos. En octubre de 2019, la Comisión Europea publica su cuarta lista de PIC y, tras el informe demoledor de los reguladores, decide dejar fuera todo lo relativo a la interconexión España-Francia.
Los motivos invocados por los reguladores para dejar fuera de juego el proyecto fueron su elevado coste y su escaso interés comercial. Además, alegaban que el análisis coste-beneficio (CBA) arrojaba ratios negativas, salvo que el GNL estuviese muy caro o la falta de gas argelino. Ni autoridades ni reguladores atendieron al informe del IEEE.
La realidad es que renunciamos a una interconexión gasista con Europa que era buena para España y Europa, que ponía en valor nuestra magnífica infraestructura de regasificación e interconexión con Argelia, que era viable y a un precio asequible
De haberlo hecho, hubieran incorporado al CBA y al análisis sobre el interés comercial, las consecuencias de una restricción severa de gas ruso a Europa, que han sido mucho más graves. Y es que, el trasfondo real de esa decisión fue la habitual negativa francesa a dar acceso a España a las redes energéticas europeas (electricidad y gas) y la obcecación de nuestra ministra del ramo en contra del gas natural.
A pesar de la situación geopolítica y de lo avanzado de la infraestructura, en octubre de 2022 España, Francia y la UE decidieron renunciar al MIDCAT, pero anunciaban la construcción de una interconexión submarina de hidrógeno entre Barcelona y Marsella (BARMAR).
La realidad es que renunciamos a una interconexión gasista con Europa que era buena para España, que era buena para Europa, que ponía en valor nuestra magnífica infraestructura de regasificación e interconexión con Argelia, que era viable y a un precio asequible.
¿Y ahora qué? BARMAR, como parte del corredor H2med, ha sido incluido en la lista de PCI de la Comisión Europea. Volvemos a la casilla de salida. Se trata de una infraestructura en la que hay que comenzar los estudios de cero, que no va a estar en funcionamiento antes de 2030 y cuya inversión superará los 3.000 millones de euros.
Además, el modelo de negocio del hidrógeno no está definido. Las tendencias más extendidas en el manejo del hidrógeno es minimizar su transporte en favor de su producción local. Dicho de otro modo, lo habitual es transportar el gas natural y/o la electricidad y producir el hidrógeno cerca de los puntos de consumo. Dicho esto, las capacidades de producción de hidrógeno en España se estiman superiores a las previsiones de consumo, por lo que los productores españoles aspiran a transportar parte de su hidrógeno a Europa. Pero nuevamente nos encontraremos con el proteccionismo francés a su economía y la prevalencia de su hidrógeno rosa (nuclear) frente a cualquier exportación.
Con el Barmar será clave un adecuado enfoque de la financiación público-privada del proyecto; si dependemos únicamente del beneplácito de nuestro país vecino y de los fondos europeos podemos vivir un déjà vu y Putin volvería a ganar
En este escenario habría que plantearse si no estamos ante un MIDCAT, segunda parte. Si aquel acuerdo tripartito entre España, Francia y la UE no fue sino la típica promesa del audaz gobernante que te quita un beneficio a corto plazo a cambio de un hipotético beneficio mayor, pero a largo plazo. Por supuesto, el engaño está en que al final del cuento nos quedamos sin MIDCAT y sin BARMAR.
Veremos si esta vez España consigue el objetivo de conectarse a Europa. Para ello se debe trazar muy bien el camino, los tiempos y su ejecución; promover el interés comercial y conseguir que se valide el potencial energético de la Península Ibérica. Por supuesto, será clave un adecuado enfoque de la financiación público-privada del proyecto; si dependemos únicamente del beneplácito de nuestro país vecino y de los fondos europeos podemos vivir un déjà vu y Putin volvería a ganar.
Francisco Ruiz Jiménez ha sido consejero y miembro del comité de dirección del grupo REDEIA
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