Opinión

Qué espectáculo desolador

Causa cierto estupor que los españoles sigan creyendo que se celebrarán elecciones generales independientes en España en los próximos años

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez efe

Acabo de leer El suicidio occidental (El error de revisar nuestra historia y cancelar nuestros valores) y amén de ser una lectura iluminadora, que recomiendo, resulta muy útil para entender el suicidio español. Que es parte, naturalmente, del suicidio de la Civilización Occidental. La que ha traído libertad, prosperidad y progreso a la especie.  Todo lo demás es pensamiento mágico, barbarie, fanatismo y atraso.

Cierto que el caso español tiene características únicas, dada la existencia en territorio español de dos tribus extremas, la catalana y la vasca, cuya contribución al suicidio español ha sido decisivo. Sus pujos de superioridad racial y cultural y su trabajo constante contra la igualdad de los españoles, han sido letales para una España que, posiblemente, es el único país del mundo que se avergüenza de su grandeza. Una circunstancia  letal que ha permitido que estas pequeñas, pero muy motivadas (viven de eso) tribus, obtengan un poder desproporcionado que a día de hoy no sólo condiciona la gobernabilidad española, sino que impone al resto de los ciudadanos españoles un chantajismo parásito que, con la complicidad del sanchismo, pretende  convertir la Constitución en papel mojado.

España, posiblemente, es el único país del mundo que se avergüenza de su grandeza.

Al contrario de que sería natural y justo que la mayoría determine las reglas y normas de la sociedad, son las minorías nacionalistas tribales las que imponen sus maneras antidemocráticas (incluido el incumplimiento impune de la Ley y el descarado saqueo de los fondos públicos ) a toda España. Esto se ha agravado recientemente, pero existe desde la redacción misma de la Constitución, que optó por el apaciguamiento y la permisividad cobarde con los tribales, a dejar bien claros los límites de lo tribal, que ha de estar siempre por debajo, y sometido, a lo ciudadano. 

No necesita destruir el sistema, basta con vaciarlo de realidad. Algo que han conseguido ya en gran medida. El noventa por ciento del relato político español es ficción

El sanchismo, por desgracia, ha encontrado en los nacionalismos provinciales, especialmente en el catalán, un aliado inestimable para su propósito de instaurar  un régimen autoritario mugre–progre (lo peor al Poder) que, siguiendo las nuevas estrategias neocomunistas, permiten al aspirante a autócrata llegar al Gobierno y permanecer en él por tiempo indefinido. Para ello no necesita destruir el sistema, basta con vaciarlo de realidad. Algo que han conseguido ya en gran medida. El noventa por ciento del relato político español es ficción.  Su equivalencia con la realidad es cada día más tenue.  

Causa cierto estupor que los españoles sigan creyendo que se celebrarán elecciones generales independientes en España en los próximos años. Que crean que un tipo que instala a marchas forzadas los cimientos de un régimen autoritario, que  pretende censurar a la prensa libre, que ha colonizado la Fiscalía y la Justicia a tal extremo que le permite aprobar leyes inconstitucionales y mafiosas, como la de Amnistía, se someterá limpiamente a la voluntad popular.

¿Qué impedirá a un tipo que ha demostrado repetidamente que es capaz de cualquier cosa para permanecer en el Poder, carente de límites morales, controlar o manipular   el resultado de unas elecciones? Ya dispone a placer de Justicia, Fiscalía, Interior, Sindicatos, Prisa, Indra, RTVE, que son importantes pilares del edificio totalitario in progress, pero decantar a su gusto el resultado de unas elecciones generales vendría a ser la joya de la corona sanchista.   

Qué malos hemos sido, lloriqueamos por los rincones, como si Occidente no fuera lo mejor que ha sucedido a un mundo lleno de fanatismos, ideologías asesinas, atraso y salvajadas

Lo que sucede en el manicomio suicida español no es sólo responsabilidad de la izquierda. La derecha es también responsable por su cobardía, su papanatismo, su corrupción y sus complejos, de la situación actual. Pero. No ha sido la derecha la que ha minado los cimientos liberales con la estúpida cultura woke y las llamadas políticas de género. Ha sido la izquierda y la progresía quienes han importado y aplicado las demenciales políticas norteamericanas de culpabilización de Occidente. Qué malos hemos sido, lloriqueamos por los rincones, como si Occidente no fuera lo mejor que ha sucedido a un mundo lleno de fanatismos, ideologías asesinas, atraso y salvajadas. Occidente ha sido siempre la avanzada de la democracia y el progreso en el mundo.

Todo este plan siniestro que busca nuestra inmolación de la cultura occidental en el altar de la culpa, se apoya en mentiras y tergiversaciones que los gobiernos y ciudadanos de Occidente aceptan como verdades indiscutibles. ¿Ansias de autodestrucción, estupidez o ignorancia? Por poner un solo ejemplo, el esclavismo como pecado original y tara moral del hombre blanco. Algo completamente falso.

“El esclavismo se practicaba mucho antes de que los primeros árabes o europeos blancos pisaran África, y dio lugar a grandes fortunas, imperios autóctonos y dinastías indígenas que se enriquecieron gracias al comercio de prisioneros”.

“El esclavismo es el más horrendo de los crímenes generados por las taras de los Blancos, según la ortodoxia dominante que se enseña en las escuelas progresistas. Pero era una práctica extendida entre todos los pueblos indígenas, y esto no aparece en los libros de texto políticamente correctos ni en los programas de los cursos universitarios más populares. Incas, mayas, aztecas, todos lo practicaban (además de los sacrificios humanos). Incluso los imperios precoloniales de África estaban desde antiguo, familiarizados con la esclavitud. Como también los árabes y las potencias islámicas posteriores, que se contaban entre los más despiadados mercaderes de hombres”.

El mentiroso Sánchez y sus secuaces han encontrado en estas políticas iliberales importadas de Estados Unidos y en la alianza con los enemigos internos de la España libre e igual, el caldo de cultivo ideal para llevar adelante sus planes para perpetuarse en el poder y ganar de una vez por todas la guerra que los rojos asesinos perdieron en 1936.

Qué panorama desolador.

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