Yolanda Díaz está satisfecha con el Plan económico de Sánchez. El motivo de su alegría es que no va a bajar los impuestos a todos. Prefiere recaudar sin fin, exprimir sin pausa, antes que dejar a la gente que administre su propio dinero. Es un viejo objetivo de la izquierda: mantener al Estado como gran distribuidor y verdadero propietario de toda la riqueza.
Si los precios suben y ahogan al consumidor y al productor, este Gobierno progresista no contempla la posibilidad de reducir la parte impositiva, sino en recaudar y luego repartir siguiendo un criterio ideológico, no técnico. Es más; parte de esa recaudación se gasta en una campaña de propaganda para que todo el mundo sepa que el Gobierno ha repartido los fondos que previamente ha quitado.
En la mentalidad progresista se considera que nadie se acuerda de quien bajó impuestos, sino de quien repartió ayudas. Y eso, piensan estos izquierdistas, es lo que mueve el voto de esa masa a la que distraen con discursos de ricos gordos y malvados, y pobres harapientos y bondadosos. Mientras, se dedican a extender la idea de que sin Estado no se pueden resolver los grandes problemas, y que solamente ellos, la izquierda mesiánica, puede manejar ese Estado basado en la justicia y la solidaridad.
Este sistema extractivo solo tiene un final: el progresivo empobrecimiento de la gente común. El Estado te quita para devolverte lo que quiera el Gobierno de turno, que en este caso es socialcomunista.
¿Qué va a hacer el PP? ¿Va a tragar con un plan estatista o prefiere ser liberal? ¿Considerará que la gente es menor de edad y que hay que gestionar nuestra paga dominical?
Pero todo está pensado. Para impedir una protesta general por este timo se necesita una buena red propagandística, esa que hacen los medios bien subvencionados con la publicidad institucional. A mayor intervencionismo estatal, más campañas publicitarias en la prensa amiga. Todos ganamos en apariencia porque el expolio fiscal se hace por nuestro bien y lo gestionan personas justas y solidarias. Fin del cuento.
¿Qué va a hacer el PP? ¿Va a tragar con un plan estatista o prefiere ser liberal? ¿Considerará que la gente es menor de edad y que hay que gestionar nuestra paga dominical
La conclusión a todo esto estaba escrita en Davos y la asumió este Gobierno de coalición progresista: “No tendrás nada y serás feliz”. No tendrás nada porque todo será del Estado, y serás feliz porque así te lo dicen en los medios, en las redes y en la publicidad. Sonríe para un selfie mientras estás en un ERTE, o cuando estás echando gasoil. Dedica una gran sonrisa a tu foto porque ese precio lleva unos impuestos que gestionará alguien que sabe mejor que tú cómo hay que gastarlos. Y no olvides que las Comunidades Autónomas son también Estado.
Aquí entra ahora la otra parte. ¿Qué va a hacer el PP? ¿Va a tragar con un plan estatista o prefiere ser liberal? ¿Considerará que la gente es menor de edad y que hay que gestionar nuestra paga dominical, o que somos dueños del fruto de nuestro trabajo y ellos son nuestros servidores?
No es difícil entender para un liberal, aunque sea también conservador o democristiano, que es la legislación la que se debe ajustar a la realidad social y no al revés. No somos el experimento humano de unos mesías políticos
Los populares deben recuperar la idea del servicio público, en contraste con la ingeniería de almas de la izquierda. No es difícil entender para un liberal, aunque sea también conservador o democristiano, que es la legislación la que se debe ajustar a la realidad social y no al revés. No somos el experimento humano de unos mesías políticos que quieren conducirnos al paraíso estatal ecofeminista y sostenible.
El PP no se debe dejar engatusar por el argumento de la culpabilidad de Putin, el nuevo comodín. Las formas y el fondo siguen. Gobiernan por decreto, sin negociación ni debate por partes más allá de hablar con los indocumentados de Podemos que solo desean seguir en un estatus económico personal que nunca se repetirá. El fondo es también el mismo: más estatismo para que la gente considere que el PSOE debe gobernar para repartir la riqueza y crear felicidad porque solo el Estado es justo.
Dentro de tres meses, a la vuelta de la esquina, el Gobierno dirá que las ayudas que hoy concede hay que pagarlas, y subirá los impuestos. Dirá que lo ha hecho por nuestro bien, con la comprensión de todos los partidos y agentes sociales, y con el aplauso de los medios amigos. El relato será que repartió ayudas cuando lo necesitaron “los españoles y las españolas”, y que con la misma solidaridad y sentido de justicia van a seguir metiendo la mano en los bolsillos de la gente.
Veremos el paso así del “Gobierno bonito” al “Gobierno bueno”, a la “Gran Matria” yolandesca, a la España sanchista que sueña Pedro en Moncloa con el colchón que estrenó el primer día. Eso sí, habremos avanzado en eso tan distópico del “No tendrás nada y serás feliz”. Ni podrás decir lo contrario, obviamente.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación