Opinión

¿Qué nos cuenta ChatGPT?

La sustitución de empleo por máquinas no destruye en términos agregados ocupación, sino que lo mueve de sitio

La irrupción de ChatGPT en estas últimas semanas ha permitido a muchos poder enfrentarse a una inteligencia artificial (IA) que desarrolla una tarea que podríamos asumir como compleja. Para quien no tenga el gusto en conocerla, esta IA es capaz de responder a preguntas elaboradas desarrollando una respuesta similar a la que haría alguien que fuera medianamente experto en el asunto en el que se enmarque dicha cuestión.

No es la única. No hace mucho, otras herramientas fueron puestas a nuestra disposición, como, por ejemplo, Elicit, que permite realizar un análisis de la literatura académica existente y responder con un párrafo destacando los trabajos más relevantes como si lo hubiera escrito un asistente de investigación. Otras van apareciendo, desarrollando tareas cada vez más complejas que, no sin cierto temor, añaden perplejidad al asombro de aquellos y aquellas que se ven amenazados por estos avances tan significativos.

En este sentido, sin embargo, y como viene siendo tradicional en los últimos 250 años, tendemos a pensar de forma negativa ante estos avances. Lo normal, y lo más inmediato, es pensar que estamos ante el desarrollo de tecnologías que sustituirán irremediablemente al empleo, relegando a las personas trabajadoras con brazos y piernas y conciencia inteligente (descripción débil, lo sé) a rascarse la barriga al sol, los lunes y resto de la semana también.

Sin embargo, esto está lejos de ser una realidad, ni hoy ni en 50 años. No me atrevo a ir más allá pues ya me aventuro en exceso a decir algo que sobrepase el límite de esta misma semana, pero mi grado de seguridad en esta afirmación es elevada. Vayamos centrando las razones por las que no debemos temer por un desempleo tecnológico y trasladar nuestra preocupación a otras parcelas con mayores visos de realidad.

Me hace más productivo, es decir, dejo de dedicar horas y horas en reunir una literatura que con esta herramienta puedo lograrlo en 30 segundos

En primer lugar, como muy bien desarrollaba Jorge Galindo, estas tecnologías solo realizan algunas tareas muy específicas, pero no todas aquellas que definen una ocupación. Ciertamente estas tareas realizadas por la IA pueden ser sorprendentes, pero no dejan de ser tareas. Por ejemplo, si uso Elicit, puedo obtener de forma rápida un rosario de trabajos que me permiten estructurar una literatura sobre un asunto académico que estoy tratando, pero mi experiencia es que a partir de aquí queda mucho trabajo por hacer. Elicit me resuelve una tarea, me quita horas de trabajo, pero no impide que deba seguir trabajando en otras e incluso mejorar el producto ofrecido por la IA. Eso sí, me hace más productivo, es decir, dejo de dedicar horas y horas en reunir una literatura que con esta herramienta puedo lograrlo en 30 segundos. Al ser más productivo, puedo producir más y mejor, porque mis otras tareas, aquellas que no hace la máquina, reciben más atención. Así, la IA es un complemento a mi capacidad de trabajo, no una amenaza.

Sin embargo, es obvio que no siempre es así. Las máquinas han sustituido a no pocos empleos en los últimos doscientos cincuenta años. La razón es que, como he comentado, la automatización es el proceso de sustitución con una máquina de tareas previamente realizadas por una persona. El problema es que hay ocupaciones enteras sustituidas por máquinas que son, precisamente, empleos pocos complejos (pocas tareas), por lo que su automatización no es difícil, solo necesitamos que sea rentable. A diferencia del ejemplo anterior, la tecnología no te complementa, te sustituye. Así pues, el principal efecto del cambio tecnológico es complementar a unos trabajadores, aquellos que realizan trabajos complejos, con diversas tareas y algunas aún insustituibles, mientras sustituye a otros, aquellas ocupaciones que se realizan en pocas tareas a medida que la tecnología va siendo rentable para su uso en un puesto de trabajo.

Sin embargo, la sustitución de empleo por máquinas no destruye en términos agregados ocupación, sino que lo mueve de sitio. No hay evidencia alguna de que el cambio tecnológico genere desempleo estructural. La tasa de paro en Gran Bretaña, por ejemplo, se ha mantenido a muy largo plazo constante desde el desarrollo de la máquina de vapor. Sin embargo, y a pesar de esta abrumadora evidencia, la gente sigue pensando que esto sucede. Por ejemplo, en el informe presentado por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI) revela que el 53,7 % de los encuestados consideraban que el actual cambio tecnológico generaría un aumento del paro. Algo paradójico porque sabemos que, en términos agregados, el efecto de la tecnología es el contrario. Sin embargo, seguimos llevando a un pequeño ludita dentro. Seguimos errando sobre lo que creemos que será el efecto del actual cambio tecnológico sobre el mercado de trabajo.

Si tu empleo es complejo, realizas muchas tareas, siendo algunas plenamente humanas, es decir, que una máquina no lo puede hacer, estás de enhorabuena

En mi experiencia observo que cuesta entender que el coste del actual cambio tecnológico es otro: la desigualdad. Si ha estado atento a mis párrafos iniciales, recordará que comentaba que, cuando uso Elicit o alguien usa ChatGPT, se podrán realizar otras tareas mucho más rápido, aumentando mi productividad y/o la calidad del trabajo. Seremos no solo más productivos, sino que podremos, así, ganar más a medio plazo.

Si tu empleo es complejo, realizas muchas tareas, siendo algunas plenamente humanas, es decir, que una máquina no lo puede hacer, estás de enhorabuena. Por el contrario, si tu empleo es sencillo, incorpora pocas tareas y estas son automatizables, malas noticias, o te bajas el sueldo, o te echarán. Y si te echan encontrarás empleo donde la máquina no compita contigo, es decir, o es complejo (y se exige cualificación) o es manual y se paga poco. Es este el gran problema.

En resumen, debemos estar atentos a las consecuencias de los cambios tecnológicos actuales. La introducción de nuevos avances de propósito general, tecnologías que son aplicables en prácticamente todos los sectores, son disruptivas y provocan profundos cambios en el mercado de trabajo. Estos cambios, sin embargo, no son primordialmente el desempleo tecnológico, sino la desigualdad cuando la tecnología afecta de forma diferenciada como es el caso actual. Para protegernos solo nos cabe acurrucarnos en empleos complejos con diversidad de tareas, algunas muy humanas, y para estos, lo normal, es que se pida cualificación. Solo nos queda prepararnos.

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