Opinión

¿Qué pasó en el Argos Georgia?

Entre el pánico y la confusión, lo que debería ser un abandono de buque ordenado y exitoso se convierte en algo parecido al sálvese quien pueda

El pesquero hundido en las Islas Malvinas, el Argos Georgia
El pesquero hundido en las Islas Malvinas, el Argos Georgia Salvamento Marítimo

¿Qué pudo sucederle al Argos Georgia para que se le abriera una vía de agua y acabara naufragando, en la tarde del lunes dÍa 22 (noche en España por la diferencia horaria con las Malvinas), a unas 200 millas al oeste-sudoeste de las islas que causaron en 1982 la guerra entre Argentina y el Reino Unido de la Gran Bretaña? El pesquero llevaba a bordo 25 tripulantes y 2 biólogos marinos en labores científicas, ambos españoles. Han muerto 13 tripulantes, pues los cuatro que constan como desaparecidos resulta imposible que puedan ser hallados con vida. La temperatura de aquellas aguas, próximas a la Antártida, no superan los 5 grados centígrados y los vientos helados de componente sur siguen soplando con intensidad. Estamos en el invierno austral.

El barco tenía escasos seis años, construido en Turquía en 2018, y pertenecía a una empresa pesquera anglo-noruega que alardea en su ventana abierta al mundo (https://www.argosfroyanes.com/) de respetar todos los códigos reglamentos y normas que velan por una pesca sostenible en un entorno laboral que cabe calificar de excelente en comparación con lo que ofrecen otras empresas pesqueras. Los tres barcos de Argos Froyanes (Argos Georgia, Nordic Prince y Argos Helena) son admirados en el sector por la calidad de su construcción, el cuidado puesto en la habilitación (camarotes, cocinas, comedores y salas de estar) y las condiciones salariales que ofrecen.

¿Qué y cómo se produjo esa vía de agua? Ya se ha hablado en los medios de un iceberg, una conjetura que el gran público reconoce fácilmente por la historia cinematográfica del Titanic

Sin embargo, el Argos Georgia reposa en el fondo del océano y su naufragio ha costado 13 vidas, cuatro de ellas españolas. El barco estaba matriculado en la posesión británica de Santa Helena, capital Jamestown; la dotación estaba formada por diez españoles, ocho rusos, cinco indonesios, dos peruanos y dos uruguayos.

Aunque es todavía prematuro lanzar hipótesis sobre las causas del accidente, pues las informaciones directas son escasas y subjetivas, parece claro que el pesquero se hundió debido a la inundación provocada por una vía de agua. Las bombas de achique del barco no pudieron hacer frente a la inundación (entraba más agua de la que eran capaces de sacar). ¿Qué y cómo se produjo esa vía de agua? Ya se ha hablado en los medios de un iceberg, una conjetura que el gran público reconoce fácilmente por la historia cinematográfica del Titanic. Más plausible resulta la hipótesis de que el growler, lo que queda de los icebergs derretidos, rajara el casco del Argos Georgia, pues “cortan como diamantes y son indetectables por el radar”, según el marino Bruno Sol, experto en navegación por zonas árticas y antárticas. Otras posibilidades que se han barajado en los medios y las redes sociales carecen de verosimilitud o son directamente inveraces.

En busca de la merluza negra

La empresa Argos Froyanes dedica sus tres barcos exclusivamente a una pesquería especializada, arriesgada y de alto valor en los mercados: la merluza negra (Dissostichus eleginoides), también conocida como lubina chilena, austromerluza, bacalao antártico o róbalo.

Según el sitio en red de Argos Froyanes, la merluza negra y la austromerluza antártica, una pesquería muy especializada y estrictamente regulada, sólo pueden encontrarse en algunos de los ecosistemas marinos más equilibrados del mundo. Esto requiere un enfoque sostenible y conservador de la pesca que garantice que las poblaciones sigan creciendo. Tanto la merluza negra como la merluza negra antártica están consideradas un manjar en todo el mundo gracias a su carne blanca como la nieve y de escamas apretadas, su rico contenido en aceite saludable y su escasez de capturas. Lo más probable es que sólo se encuentren en los menús de los restaurantes más prestigiosos.

La gestión de la emergencia

Las informaciones disponibles indican que se salvaron 14 personas en una balsa salvavidas que, en buena lógica funcionó bien, se abrió cuando fue lanzada al agua. El barco estaba equipado, al menos, con tres balsas comprimidas en un contenedor cilíndrico unido al barco mediante un cabo y una válvula de seguridad que garantiza la liberación del contenedor y su apertura al hundirse unos metros en el agua. ¿Sólo funcionó una balsa?

Suele suceder en una emergencia que haya tripulantes que entran en pánico. En tripulaciones con diversos idiomas, como era el caso del Argos Georgia, los malentendidos y la confusión resultan situaciones habituales. Entre el pánico y la confusión, lo que debería ser un abandono de buque ordenado y exitoso se convierte en algo parecido al sálvese quien pueda. Por el resultado conocido, trece muertos y catorce supervivientes, podemos afirmar que la organización del abandono de buque no se realizó como debiera. Este aspecto de un accidente marítimo suele ser el más escabroso (recordemos la tragedia del Villa de Pitanxo), pues los supervivientes no saben, no recuerdan o, lo más probable, no quieren hablar de un episodio con aristas muy duras y cortantes para la condición humana.

Por el contrario, de la actuación de los servicios de salvamento se hablará sin problemas largo y tendido. En este caso, la distancia a tierra del naufragio, la zona remota en que tuvo lugar y las malas condiciones de mar y viento permiten considerar que la actuación de los servicios de salvamento que intervinieron fue correcta. Otra cosa es cuestionar porqué faenaba solo el Argos Georgia , pues es uso y costumbre cuando se faena en aguas frías y lejanas que los pesqueros trabajen en grupo, de forma que puedan ayudarse en caso de emergencia.

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