Lo conocí en los ya lejanísimos años ochenta del siglo pasado y, desde entonces a día de hoy, Pepe Álvarez no ha pegado jamás sello. Lo suyo es dedicarse al sindicato – y, en ocasiones, al partido – así como luchar denodadamente por colocarse él y colocar a los suyos. Este asturiano del PSC reconvertido en procesista, cosa perfectamente habitual en Cataluña, ha gritado enfadadísimo en contra de la derechona, ya saben, esos que nos indignamos por no poder saber cuánto cobran los líderes sindicales, aunque vivan del erario público, o considerar que las mariscadas se compadecen mal con la situación de los trabajadores en la España del sanchismo. Cito al prócer revolucionario: “Nos dicen un día sí y otro también que vamos a entrar en una situación de crisis, que hay recesión, que la guerra, y que después del verano vamos a saber qué es lo que pasa. Quieren hasta que no pasemos bien el verano. ¡Que se vayan a hacer puñetas, vamos a disfrutar el verano porque es nuestro, porque nos lo hemos ganado, que no nos quiten lo que hemos ganado!”. Hace falta valor.
Mira, Pepe, tu no te has ganado nada porque jamás has conocido otra cosa no sea medrar a la sombra de Miquel Iceta. No has ganado otra cosa que no sea que figurar en los libros de historia como un sindicalista acobardado, incapaz de paralizar el país debido a los aumentos brutales en materia de electricidad y combustibles. No mereces más que estar entre la lista de esquiroles al blanquear que todo lo prometido por Sánchez en materia de ayudas sociales a los se ha quedado en nada, que este es el gobierno con más cargos inútiles que solo tienen el mérito de ser unos tuercebotas aduladores del líder. Mérito lo tenía Nicolás Redondo, mérito lo tenía Ramón Rubial, mérito lo tenía Ernest Lluch, pero tú no tienes nada, ni siquiera sentido del ridículo.
¿Qué pensará de ti el obrero en paro o fijo-discontinuo, figura estrambótica pensada para maquillar las cifras de los desempleados sobre la cual te has callado como una puerta? ¿Qué pensarán los miles y miles de españoles que no pueden irse de vacaciones porque no tienen un duro? ¿Y los que se dan con un canto en los dientes porque los han contratado temporalmente como camareros, cocineros, transportistas, empleados del sector turístico o albañiles para sudar a chorro bajo el sol de Agosto, qué pensarán? Tú ya no hablas para la gente, hablas para los tuyos, los que se llevan un pastizal por hacerle la pelota al jefe. A esos les dices que no se amarguen el verano porque se lo han ganado. Es verdad. Jamás se vio en la historia de nuestra democracia tamaña ola de saliva lubricante a un líder. Y es meritorio.
Por mi parte, un servidor, autónomo y sin más posesiones que su biblioteca, se dispone a abrir la maleta, meter un par de mudas, varios libros, objetos de higiene personal y marcharse a hacer puñetas. Porque vivo de mi trabajo y no de las subvenciones. Veremos si llego hasta la quinta puñeta o me quedo en la segunda. Que mi presupuesto no da para mucho.
Una última cosa: iros a hacer puñetas, sindicalistas de cartulina y colorinchis.
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