Opinión

Que te vote Txapote: Sánchez frente al espejo

A nuestro todavía presidente no le gusta un pelo la frasecita. En el debate que perdió estrepitosamente frente al aspirante Feijoó se le escapó su mención metiéndose de lleno en el charco que su oponente le había evitado piadosamente

A nuestro todavía presidente no le gusta un pelo la frasecita. En el debate que perdió estrepitosamente frente al aspirante Feijoó se le escapó su mención metiéndose de lleno en el charco que su oponente le había evitado piadosamente hasta ese momento. Condene usted lo de “que te vote Txapote”, le pedía con los ojos extraviados. Feijoó se escurría a la galaica manera, y en un sofá anónimo, sentado frente al televisor, el señor  que se inventó el slogan en cuestión con la intención de escribirlo en la humilde pancarta con la que recibió al presidente en su visita al barrio de Pino Montano de Sevilla el pasado 3 de septiembre, sonrió orgulloso.

“Que te vote Txapote” con su rima aplastante y su sencillez absoluta, tiene la rotundidad y la verdad que viene directamente del talento anónimo del pueblo


No es para menos. “Que te vote Txapote” es la frase más poderosa que se ha acuñado en la  política española desde la del “por el cambio” que llevó al poder a Felipe González. Con la diferencia de que no es el producto del trabajo carísimamente pagado de una consultora de oficinas impresionantes expuesto a sus clientes en una presentación en la que hayan trabajado como galeotes varios juniors durante semanas, sino todo lo contrario. “Que te vote Txapote” con su rima aplastante y su sencillez absoluta, tiene la rotundidad y la verdad que viene directamente del talento anónimo del pueblo. Ese en la que todos pensamos cuando leemos a diario los mil chascarrillos y memes que nos llegan por todo tipo de redes al segundo de que se produzcan los acontecimientos que los motivan. Talento anónimo de un pueblo que no firma sus  destellos más  brillantes sino que  los manda al viento como quien suelta a una paloma, solo para verlos volar.
En este caso, tras su debut en la pancarta de su creador, la frase fue recogida en una entrevista callejera a Chema de la Cierva de la que ya saltó a su destino, que éramos todos los que, pensándola, aún no habíamos dado con las palabras que la formularan, y que al escucharla, aceptamos instantáneamente como nuestra.
A diferencia de lo que se esfuerzan en transmitir en mil columnas los intelectuales orgánicos del régimen, esos que dan la vuelta al mundo de dirección en dirección de Instituto Cervantes como si fueran las ardillas de la vieja Hispania saltando de árbol en árbol de los Pirineos al Estrecho, no se trata de una vileza ni tampoco de un insulto. No se califican los fallos de carácter del presidente, tan comentables todos ellos, ni siquiera se le menciona por su nombre. El ánonimo autor de la frase se limitó a destilar en cuatro palabras, y cuando digo cuatro me refiero literalmente a cuatro, la frustración de tantas mañanas de una legislatura entera levantándose a diario con las sigilosas maniobras del oscuro ministro del Interior para acercar a los asesinos etarras a las prisiones del país Vasco, a tiempo de salir rápidamente con el tercer grado a la calle justo a tiempo de participar en el obligado y obsceno homenaje de bienvenida en su pueblo. Había que  cumplir con las exigencias del obligado socio de su gobierno, el antiguo etarra Otegui, y el PSOE no dudó ni se dejó llevar por la siempre incómoda conciencia, porque la persistencia de Sánchez en la poltrona presidencial era el bien a proteger, y no la dignidad de las víctimas que nunca han recibido de los herederos de ETA una disculpa de corazón de las que permiten el principio de un largo y doloroso proceso de restañamiento de las heridas.
Xavier García Gaztelu, de nombre sanguinario Txapote, asesino de Miguel Ángel Blanco, ya no está encarcelado en Huelva. Ahora disfruta de una cómoda estancia a gastos pagados en la prisión de Zaballa, gozando de  todo tipo de actividades lúdicas y deportivas impartidas por monitores titulados, compartiendo estancia con su cuñado y encuentros habituales con su pareja, también etarras. Por supuesto no se arrepiente de nada y volvería a matar a Miguel Ángel Blanco mil veces más, en un bucle de odio, radicalismo aldeano y pura psicopatía. Debería votar a Sánchez por agradecimiento, pero no lo hará porque es un sentimiento que los seres de su calaña desconocen.

Que te voten aquellos a los  que has beneficiado para beneficiarte tú olvidándote de tanto dolor, y  no cuentes con mi voto para semejante ignominia porque como aquel que mandaba en su hambre, en mi voto mando yo

Eso no impide que nuestro amigo el autor de la frase que nos ocupa perciba esa realidad y la escriba en la pancarta que va a cambiar esta campaña y puede que nuestro futuro a partir del 23 de julio. No me pidas el voto después de acercar a los presos, de ceder ante Bildu, de obligarnos a bajar la cabeza ante los asesinos y obligarnos a tragar con ellos sin que hayan pedido perdón, viene a decir en esas cuatro palabras escritas en una tela blanca que más que sábana es un espejo. Que te voten aquellos a los  que has beneficiado para beneficiarte tú olvidándote de tanto dolor, y  no cuentes con mi voto para semejante ignominia porque como aquel que mandaba en su hambre, en mi voto mando yo. Y como a Sánchez, narciso de manual, no le ha gustado lo que ha visto cuando la viralización de la sentencia, porque es una sentencia, le ha obligado a mirarse en ese espejo de la conciencia todos los días, porque lo que ve es lo que ha hecho, y lo  que  ha hecho es de una fealdad moral insoportable, ahora pretende que todos aborrezcamos la frase y la condenemos salvándole a él. Pues va a ser que no, señor aún presidente del gobierno.
Pienso en todo esto mientras contemplo el sobre de la papeleta para el senado de ERC  correspondiente a la provincia de Lérida en la que yo voto. Va en coalición con Bildu. Se unen en mi cabeza a las permanentes cesiones a los herederos de ETA los indultos a los golpistas y la eliminación del delito de sedición. No caben en la pancarta, pero de un modo simbólico quedan incluidos en las cuatro palabras nacidas del talento anónimo que representa la dignidad del pueblo.
Que te vote Txapote, Sánchez, acabo susurando para mí misma. Una y mil veces.

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