Opinión

Queremos tanto a Isabel

Nadie puede estar contento con lo que ocurre en el PP. Pierde la democracia, la vida parlamentaria y la estabilidad política.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso

Conocedora de lo cruel que puede llegar a ser la vida política, sin ninguna recompensa o reconocimiento, tras años de dejarse la piel profesionalmente para ayudar a un líder a hacerse visible, no salgo de mi perplejidad , en observar cómo pese a estar muerto, muchos de los suyos actúan a cuál cuervo a su presa para acabarlo de devorar. Ver que, desde fuera, los partidos han tratado mejor a Pablo Casado que desde la bancada popular nos ofrece un panorama político poco esperanzador a no ser que haya un giro de guion radical.

Seguramente ha cometido muchos errores, entronó a algunos que ahora le han dado la espalda, pero esto no va de la soledad del líder va de cómo se ha convertido el PP, en esta última semana, en el ejemplo de la deslealtad absoluta. Teniendo las encuestas a su favor, liderando tres bastiones territoriales clave como son Madrid, Andalucía, Galicia y revalidando hace cuatro días en Castilla y León, intentando romper con un legado de casos de corrupción, me pregunto a quién le ha interesado dejarle caer, independientemente de los errores cometidos. De ser un partido piña, de lavar los trapos sucios dentro de casa, a ser un partido despeñándose por Despeñaperros.

Esto era más propio de la izquierda, lo de despellejarse, lo del desconcierto, por ello sorprende lo que hemos visto esta última semana, y sobre todo en los dos últimos días cuando de apoyar a Casado se pasó a pedir un Congreso extraordinario, cuando de criticarle en redes y en medios de comunicación se pasa a aplaudirle en el Congreso en su despedida. No hay cinismo que acoja más vida que la vida política. La elegancia ha venido más por parte de líderes de otros partidos que desde el interior de la formación conservadora, enfrascada en el apuñalamiento mutuo.

El PP puede aprovechar esta grave crisis para hacer una reconstrucción sólida que venga marcada por la estabilidad, la unidad real teniendo en cuenta que los rivales están al acecho

Nadie puede estar contento, perdemos todos, pierde la democracia, la vida institucional y política. Mientras que Casado hacía uso de la palabra en la sesión de control al Congreso, sin preguntar al presidente como es habitual, sino haciendo un discurso final, una despedida en la que explicó sucintamente lo que es para él la política y su partido y recibía palabras cordiales por parte del presidente, en la calle, la dirigente que mejor la ha entendido, acudía a un acto oficial de la Comunidad de Madrid donde escuchaba encendidos elogios por parte de una asistente que le decía "¡Isabel, guapa, te quiero!".

Isabel Díaz Ayuso le reconoció en público a Casado que él le había dado “la mayor oportunidad política” de toda su vida. No la ha desaprovechado. Ahora queda por ver si aspira a disputar con Alberto Núñez Feijóo la presidencia del partido, si dejar sus respectivas comunidades no supone un riesgo para el liderazgo del PP. Cabe tener en cuenta que en Madrid queda solo un año para que se vuelvan a convocar elecciones y dos para las generales. El PP puede aprovechar esta grave crisis para hacer una reconstrucción sólida que venga marcada por la estabilidad, la unidad real teniendo en cuenta que los rivales están al acecho. Santiago Abascal avanza con el camino despejado, y se postula una nueva candidata a tener en cuenta para las Elecciones Generales 2023 como es Yolanda Díaz, que anunciaba en RTVE que se dispone a recorrer el país con un “proyecto de escucha” para “levantar un proyecto de país para los próximos diez años centrado en la vida de la gente”.

Quizás Feijóo cuenta con más apoyo de los barones del partido, tiene en su curriculum mayorías absolutas, gobiernos estables en Galicia, pero sin duda, la calle no titubea en entronar a quién Pablo Casado dio la oportunidad de su vida. Ayuso ha conseguido apartar a Vox y a Ciudadanos en Madrid. Veremos dónde está la lucha por el liderazgo del partido, una lucha que, según como se lidie, dejará más o menos tocado a un partido histórico que no se debería haber permitido el bochorno de estos días.

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