A diferencia de podemitas, separatas y demás especies, quienes sí creemos en la democracia y el estado de derecho respetamos las sentencias judiciales y las acatamos, aunque discrepemos. Que a veces resulten inexplicables es otra cosa. Ahí tienen la explicación que ofrece la Audiencia de Barcelona acerca del escándalo denominado Caso Palau, por el Palau de la Música, ya saben, dineros que acababan en la fundación convergente. La justicia se encuentra ante un dilema. Alguien debería asumir el papel de heredero del partido de Pujol más, ¡oh, hado adverso!, los jueces se han declarado no competentes para determinar quién es el sucesor de la antigua Convergencia. No saben, repito, dónde buscar a sus herederos políticos. Y, por lo tanto, partidos como el PDECAT o Junts no son responsables de aquel expolio financiero.
Vamos a ver, señorías, ustedes podrán argumentar motivos legales pero a nadie se le escapa que Artur Mas montó el PDECAT justamente para librarse, creando una marca “nueva” que no tuviera que pasar la vergüenza – si la hubiera o hubiese – de pagar lo que se debe. Seis millones por responsabilidad civil, por concretarlo. Ahora eso quedará en agua de borrajas porque nadie puede afirmar si Mas y su partido eran herederos de Pujol o de la Liga Trotskista Revolucionaria o si Junts y Puigdemont proceden del Islandshreyfingin-lifandi land, el Movimiento Islandés- Tierra Viva, partido que como todo el mundo sabe tiene una influencia notabilísima en el de Waterloo.
Ustedes podrán argumentar motivos legales pero a nadie se le escapa que Artur Mas montó el PDECAT
Todo esto da mucha pena, pero también rabia. Que personajes como Artur Mas se vayan de rositas es muy amargo. Sobre todo si pensamos en la ruina que ha traído, la fractura social, las mentiras que escupió por su boquita de chico guapo de barrio alto, todo para acabar confesando que fue de farol y que se trataba de “apretar” al estado. No tan solo lo ha dicho él. También la ex consejera Clara Ponsatí, el ex consejero Santi Vila, el periodista separatista Jordi Barbeta y vayan ustedes sumando.
Lo intentaron a sabiendas de que era un farol de primero de tahúr y ahora se dedican a continuar dando la matraca esperando que los Idus vuelvan a ser propicios. Tampoco les ha salido tan mal. Salvo los que están fuera, que volverán más pronto que tarde de la manita de Sánchez y sus tejemanejes, que nadie lo dude, el resto sigue con lo que estaba haciendo antes, a saber, vivir del procés como marajás. Continúan las generosas subvenciones a entidades lazis, las suculentas prebendas a los amiguetes, la propaganda en los medios públicos, la compra de los privados, la inoperancia de la generalidad, la impunidad de quienes cortan la Meridiana a diario, la politización de los mozos de escuadra, el parlamento de Pin y Pon, o la siembra de odio en escuelas, universidades y mundo asociativo.
Y limpitos de polvo y paja porque como no hay un heredero de la convergencia del tres por ciento, pues eso, a vivir y a comer pasteles. Mientras, en la cámara catalana, Junts, Esquerra y al felón PSC blinda a Borrás para que no dé explicaciones acerca de las mentiras que ha endilgado al parlamento con motivo del caso del diputado Juvillá. Que se hayan unido podemitas, VOX, PP, C’s y las CUP para decir que ja n’hi ha prou, ya basta, es meritorio. Tanto como haber sido súper consejero de economía y delfín de un Pujol pre-herencia del Avi Fulgenci y ahora silbar por las esquinas despistando y decir, parafraseando al patriarca nacionalista, ¿Qué coño es eso de convergencia?
Hace falta valor.