Opinión

¿Quién paga los aranceles?

Esto se parece más a un swap de recaudaciones fiscales que a otra cosa. Tú le cobras a los míos, yo le cobro a los tuyos

  • Ursula von der Leyen -

¿Quién paga los aranceles? La pregunta es retórica. Ya sabe quién los va a pagar de su bolsillo: usted, señora, que nos recuerda siempre mi admirado profesor Rodríguez Braun.

Esto será así tanto si quiere seguir comprando ese producto extranjero que le agrada y, a pesar de la subida de precio que produzca el arancel, le sigue compensando más que el nacional o comunitario sustitutivo porque la diferencia de calidad no recomienda el cambio; como si no existe dicho sustitutivo porque no se produce aquí y es difícil que llegue a producirse en el medio plazo o, finalmente, porque adquirirá el producto intracomunitario, probablemente algo más caro que antes, como consecuencia de la protección que le otorga la nueva política arancelaria que se anuncia, está claro que el arancel lo pagará usted Así que: o paga a la Administración Trump o paga a algún productor nacional o comunitario, lo que antes no pagaría a ninguno de los tres.

No creo que le sirva de consuelo saber que el consumidor norteamericano que compraba productos europeos se va a encontrar al otro lado del espejo frente a usted y va a tener que pagar al sector público de la UE o a productores norteamericanos, lo que antes no pagaría a ninguno de ellos. Y si le sirve de consuelo, hágaselo mirar porque no me parece usted un tipo recomendable.

Si estas medidas se aplican, y dando por hecho que los cálculos se cumplen, los consumidores europeos pagaremos impuestos a los Estados Unidos y los norteamericanos a la Unión Europea ¡por el mismo valor!, pero eso sí: generando muchísimas interferencias en el sistema de precios libres

 

Von der Leyen lo ha explicado muy bien: si Estados Unidos pretende cobrar 28.000 millones de dólares a nuestros consumidores, nosotros pretendemos cobrar 26.000 millones de euros a los suyos. Y a esto lo ha llamado medidas proporcionadas. Y sólo son proporcionadas porque el tipo de cambio que ha aplicado a sus cálculos son de mercado, lo que iguala el valor de las dos cantidades anteriores. Lo que no ha dicho es que, al final, sólo pagan los consumidores y nunca los estados o, dicho de otro modo: que si estas medidas se aplican, y dando por hecho que los cálculos se cumplen, los consumidores europeos pagaremos impuestos a los Estados Unidos y los norteamericanos a la Unión Europea ¡por el mismo valor!, pero eso sí: generando muchísimas interferencias en el sistema de precios libres y detrayendo recursos de los bolsillos de los consumidores norteamericanos y europeos en favor de sus administraciones no respectivas o de sus productores respectivos menos eficientes. ¡Un despropósito!

Sólo por esto, salvo los nacionalistas más recalcitrantes, parece que muchos comienzan a darse cuenta del juego. Esto se parece más a un swap de recaudaciones fiscales que a otra cosa. Tú le cobras a los míos, yo le cobro a los tuyos y aquí todos contentos.

Juego entre estatistas

Tal vez sea por eso, y por otras cosas más, que algunos desconfiamos de que todo sea una maniobra de Trump para provocar, ante la visión de los males que produce el proteccionismo, un desarme arancelario en unos meses. Tal vez sea por eso que algunos no esperamos que la UE se enfrente a los Estados Unidos de una manera, cuanto menos, racional: a tu proteccionismo contestamos con librecambio, como proponía el otro día el preclaro profesor don Benito Arruñada. Al fin y al cabo, si quieres ayudar a nuestros consumidores, nuestros votantes, nada tenemos que oponer.

Ni confiamos ni esperamos, porque esto nos parece un juego entre estatistas que se están asegurando a corto plazo recaudación. A largo plazo, que es lo que importa, como decía Bastiat y olvidaba Keynes, será otra cosa, pero el reino de la política no es que sea de este mundo, es que es de lo que dura dura la erótica del poder: hasta la próxima legislatura.

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