Opinión

La quimera del oro

Tiene un halo ideológico que lo sitúa, para muchos, como algo más que un activo de inversión y especulación

  • El oro como inversión

Las criptomonedas, Wall Street, Nvidia, el precio de las casas… periódicamente se avisa de que están en burbuja, aunque, como hemos explicado alguna vez, este fórmula se prodiga demasiado. No porque algo suba mucho de precio, está burbujeado. Puede que haya motivos que sustenten esa valoración. Burbujas estalladas (sólo podemos afirmar que lo fueron cuando ya lo han hecho) ha habido muy pocas, y desde luego muchas menos de las que se han anunciado. Entre todos los activos que han subido mucho los últimos tiempos y a mucha velocidad está el oro. No hay apenas nadie que denomine ”burbuja” a su excepcional revalorización.

Al oro se le pueden aplicar los mismos tópicos que a la bolsa. Es algo que siempre sube y que tiene una gran volatilidad y periodos en los que los inversores que compraron lo pasan mal. Sin ir más lejos, el que compró en los máximos de la pasada década tardó años en ponerse en positivo y llegó a perder más de un 40%; más cerca en el tiempo, en el que lo hizo en los de 2020 hasta hace un año no se puso en positivo. Podemos afirmar que desde que el presidente Nixon acabara con la conversión oro/dólar, el 15 de agosto de 1971, el metal, que en ese momento estaba en unos 35 dólares la onza, no ha parado de revalorizarse (ahora ronda los 2,700$). Este camino ha tenido muchos valles, y el porcentaje de subida es similar (incluso algo inferior) a lo que en ese mismo periodo ha hecho el Dow Jones Industrial por ejemplo. Sin embargo, el oro (pasa también con las criptomonedas) tiene un halo ideológico que lo sitúa, para muchos, como algo más que un activo de inversión y especulación. Esto es atávico ya que el oro ha sido considerado desde hace siglos como la reserva de valor más importante, y esto incluso ha superado el fin del patrón oro. Un bien finito (como el bitcoin) y apreciado, que durante siglos fue dinero y por el que se siguen peleando los bancos centrales de muchos países, por lo que es evidente su importancia.

Según el World Gold Council el pasado año el suministro de oro rozó las 4.900 toneladas, de las que 3.644 salieron de las minas existentes activas en todo el mundo y el resto es oro reciclado. Muy poco oro se pierde, por lo que a las 3,500 toneladas de media que se siguen extrayendo anualmente, se suma todo lo extraído a lo largo de la Historia. Se calcula que el stock mundial de oro es de unas 212.582 toneladas, de las que dos terceras partes se han extraído en los últimos 75 años. Del metal extraído un 45% está en forma de joyas, un 22% en lingotes y monedas y el 17% forma parte de las reservas que tienen los bancos centrales. Según el WGC hay 59.000 toneladas en reservas probadas, lo que supone que, al ritmo actual, en menos de 17 años se habrán agotado. Este es un gran argumento para los alcistas del oro (como lo está siendo para los del bitcoin): la demanda seguirá pero la oferta se reducirá.

El oro solía ayudar a diversificar las carteras de inversión, porque los factores que mueven los precios de los diferentes activos (mayormente acciones, bonos, últimamente el bitcoin…) suelen ser diferentes

Los motivos de los recientes máximos del precio del oro parece que vienen más por la desconfianza hacia el dinero emitido por los bancos centrales, con cada vez menor valor por la ampliación del dinero en circulación (sobre todo vía emisión de deuda) que ha impulsado la inflación y con ella la pérdida de poder adquisitivo. Claro que ese mismo argumento puede valer para explicar la subida de prácticamente cualquier activo los últimos años, desde la propia bolsa a las propiedades inmobiliarias: contra la inflación lo mejor es invertir. Nadie discute eso. Otro tema es si, como activo, que se adquiere a un precio determinado, el oro es un riesgo para un comprador a estos niveles, ya que el que un movimiento tenga argumentos lógicos detrás no tiene por qué justificar las actuales valoraciones.

El oro solía ayudar a diversificar las carteras de inversión, porque los factores que mueven los precios de los diferentes activos (mayormente acciones, bonos, últimamente el bitcoin…) suelen ser diferentes y a menudo se compensan, porque nunca han descendido todos a la vez, sin embargo 2024 es distinto puesto que todos han mejorado. Cualquier inversor que comprara en enero renta fija, variable, oro o criptos, está en beneficios, y no pocos. De ahí que algunos llamen a la situación actual la “burbuja de todo”, y es difícilmente sostenible en el tiempo que los activos considerados más de riesgo (por ejemplo los bonos basura) y el considerado más seguro como es el oro, estén en tan buena forma, hay una clara divergencia. Este año, salvo algunas materias primas y algunas divisas (compensadas por lo que otras se han fortalecido), las ganancias en los mercados son casi universales.

Máximos históricos

Hay más motivos para explicar el impulso del precio del oro (demanda de los bancos centrales ante un balance con tantos activos de riesgo, situación geopolítica muy compleja, años de mayor inflación etc.) que para el de la bolsa (estando la economía global con tantos síntomas de ralentización, envejecimiento poblacional, escenarios bélicos presentes y posibles, valoraciones excesivas etc.). Lo que es menos comprensible es que ambos estén en máximos históricos. Ya hubo una burbuja enorme con la plata en 1980 y tantas décadas después aún no se ha vuelto a marcar un precio tan alto como al que llegó entonces este hermano menor del oro (que además tiene la ventaja de un cierto uso industrial), por lo que comprar en máximos, como este año está haciendo mucha gente, no deja de ser una inversión de alto riesgo, por más que el oro sea considerado un valor refugio.

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