Opinión

Quod natura non dat…

Por ejemplo, con Franco existía una ley que permitía al marido pegar a la mujer una vez al año, y ahora eso ya no existe gracias al feminismo

  • Facultad de Ciencias de la Información, UCM

Muchos de ustedes conocen la frase: “Quod natura non dat, Salmantica non praestat”. Lo que no te ha dado la naturaleza no te lo puede dar nadie, ni la prestigiosa universidad. La sabiduría, el buen hacer, las virtudes, el amor por el trabajo bien hecho, ni siquiera la diligencia en el cumplimiento de las obligaciones puede darlas ningún centro de estudio y cultura, por mucha Salamanca que sea. Lo que no se lleva dentro no se puede comprar, decía mi madre, la Señá Pepita, QEPD. O, dicho en plan más directo, de donde no hay no se puede sacar. Somos lo que somos y damos de si lo que podemos con las luces que Dios nos dio, que en muchos casos vienen fundidas de fábrica.

Digo esto porque últimamente se ha escuchado mucho ruido alrededor de las universidades. Que si privadas, que si públicas. Mal enfoque. El problema de la universidad es que hace décadas se abandonó – la pública – en manos de la izquierda. Y de ahí llora la criatura, que decimos en mi tierra. Auténticas fortalezas de ideologías caducas, criminales, egoístas y violentas, han sido el caldo de cultivo perfecto para que mediocridades como catedrales encontrasen ahí cobijo y amparo, llevando a cabo su obra corrosiva en lo ideológico y, de paso, creando generaciones de auténticos estultos.

Digo esto sabiendo que hay profesores, decanos y alumnos que se toman en serio la universidad, que trabajan con afán y que son los que todavía permiten que el chiringuito no se haya hundido del todo. Pero quedan diluidos ante la turba rectoral poseída por el espíritu del asalto al Palacio de Invierno y las masas de estudiantes que deciden quién puede y quién no hablar en lo que debería ser templo de sabiduría y ágora de todas las opiniones. Secuestrada, pues, la fábrica de intelectos por quienes más desprecian al ser humano con capacidad de razonar, a nadie debe extrañar las cosas que vemos a diario.

Porque lo mollar no es si vas a una universidad pública o privada, sino lo que hemos permitido que suceda en esos centros para que produzcan semejantes fenómenos

No hace muchos días, por citar un caso, servidor asistía al borde del parraque a la entrevista que le hacían a una chica universitaria ella, seria e incluso con un cierto toque de redicha. Hablaban del machismo – era por el ocho de marco, recuerdo – y la pregunta era simple, llana y colocada al ángulo:¿qué ha hecho el feminismo por la mujer? La interpelada, abriendo ojos y boca como si tuviera ante sí al monstruo del Lago Ness respondió, y esto es textual: “¡Muchoooooo! Por ejemplo, con Franco existía una ley que permitía al marido pegar a la mujer una vez al año, y ahora eso ya no existe gracias al feminismo”.

El entrevistador, tras un educadísimo carraspeo, se permitió preguntarle si de verdad se creía eso, a lo que la ya descabalada joven respondió que vaya si lo creía, que estaba en los libros y que si tal y que si cual. Bien, a lo que vamos. Esa chica va a la universidad, por lo tanto no debería poder alegar desconocimiento, incultura, analfabetismo o falta de medios para informarse bien. Y por su edad también puede votar. Pero dice que con Franco existía una ley, ¡una ley!, que autorizaba al marido a pegarle una vez al año a la mujer. Estoy convencido que de ahí no es capaz de bajarla nadie. De la misma manera que también estoy convencido de que se declarará antifascista, revolucionaria, contraria a la pizza con piña – miren, ahí si que coincidiríamos porque me parece una solemne marranada – y defensora del derecho a la ocupación siempre que no sea ni en su casa ni en la de su familia ni en la de sus amigos.

Como sea que la moza estudiaba políticas le auguro un futuro próspero. Con menos, hay quien ha llegado a vicepresidenta del gobierno. Porque lo mollar no es si vas a una universidad pública o privada, sino lo que hemos permitido que suceda en esos centros para que produzcan semejantes fenómenos. Creemos que un título colgado de una pared da patente de despejado y a veces no es así. Porque una cosa es ir a clase, otra es aprender y mucho más difícil elaborar ideas propias a partir de las anteriores premisas.

Quod natura non dat…

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