Opinión

Radiografía de la crisis bancaria (III): El extraño caso de Credit Suisse o de cómo engañaron al moro

El privilegio de creación de dinero de la banca (depósitos a la vista) se convierte en monstruo de difícil contención cuando se despierta

En mis inicios profesionales me sorprendían primeros ejecutivos que dirigían entidades con varios cientos de sucursales y sabían la localización de las mismas, los nombres de sus directores y su tamaño. Los estados financieros que se les presentaban ya estaban en su cabeza antes de ser elaborados por la informática de la época, mucho más pobre que la actual. No quiere eso decir que no necesitaran los datos que se les pasaban, sino que no necesitaban los balances periódicos que se publicaban. La información diaria con que iban alimentando su cabeza actualizaba el conocimiento bastante ajustado que tenían de la organización. Eran capaces de representársela mentalmente y, por eso, eran capaces de dirigirla. Hoy es imposible que un hombre se represente en el interior de su cabeza, el tamaño de organización que la máquina es capaz de registrar. Porque la máquina registra, pero no se representa. No es lo mismo. 

Todos los números que rodean al caso Credit Suisse son mareantes. Cuesta hacerse una idea del tamaño del banco. Tal vez ese haya sido el principal problema del mismo. Digamos que era un poco más grande que el BBVA y la mitad que el Santander por tamaño de balance, pero bien he dicho: era.

Credit Suisse sufrió una crisis de confianza en los mercados durante el cuarto trimestre de 2022 (igual que nuestro ya comentado SVB). En las cifras que les adjunto pueden ver que en dicho periodo sus depositantes retiraron 137.000 millones de francos suizos, el equivalente al 37% de sus depósitos. A ese ritmo, en seis meses te han vaciado el banco. Sin embargo, aguantó bien el embate porque al comienzo de dicho trimestre mantenía el 83% de sus obligaciones a muy corto plazo invertidas en activos disponibles o fácilmente liquidables. En consonancia, el balance del banco se redujo en un tercio (desde 756.000 millones a 530.000 millones de francos suizos). 

¿Qué desató la retirada masiva de depósitos? No está claro. Unos malos resultados en los dos últimos trimestres de casi 5.000 millones de francos suizos, que ni siquiera la aportación de 3.850 millones de euros de su matriz pudo restablecer la confianza. Recordemos que, de esos 5.000 millones de pérdidas, tres cuartas partes se deben al pago de impuestos. Así que tal vez no le falte razón a la Asociación Suiza de Banca cuando se queja de la elevada contribución de la banca helvética al sostenimiento de la confederación. En cualquier caso, en dos trimestres un grupo bancario no puede perder más del 10% de sus fondos propios, sin que sus acreedores se pongan nerviosos y el pánico financiero se desate.

Una vez desatado el pánico financiero, el Banco Nacional Suizo proveyó una línea de liquidez de hasta 100.000 millones de francos suizos, a todas luces suficiente para que los depositantes de Credit Suisse estuvieran tranquilos, pues como pueden ver en los cuadros adjuntos las necesidades de liquidez del grupo bancario no superaban los 80.000 millones de francos suizos en el peor de los escenarios (todo el mundo retira su dinero). 

Las acciones del banco, durante el periodo de pánico, se hundieron. Desde primeros de febrero han caído en un 75% y ya llevaban una caída del 60% en los diez meses anteriores. En total han perdido el 90% de su valor en un año.  Si lo miramos desde la entrada en su capital del Saudi National Bank el pasado otoño, los títulos han perdido el 80% del valor que pagaron los árabes. Tal vez esto explique la reciente dimisión del presidente del banco saudí.

Las autoridades han evitado que entre en juego el seguro de depósitos que requiere la previa liquidación de la institución

Las autoridades aquí han aplicado todos los instrumentos que tienen, pero mezclados, pero eso sí: han evitado que entre en juego el seguro de depósitos que requiere la previa liquidación de la institución o el otorgamiento de una carta de garantía a los mismos, como se hizo en el caso del SVB. Así, el correspondiente banco central ha actuado de prestamista, en última instancia, se han practicado unas incomprensibles quitas a los tenedores de títulos de deuda de refuerzo del capital (los llamados CoCos) y se ha buscado un nuevo accionista al que se ha transmitido la propiedad de los antiguos accionistas a cambio de una compensación de 3.000 millones de francos suizos. Es decir: se ha aplicado un mecanismo de resolución bancaria (como en el Popular pero menos gravoso para sus accionistas).

Decimos que es incompresible la imputación de pérdidas por la totalidad de su deuda a los tenedores de CoCos, porque la teoría es que estos absorben las pérdidas que los accionistas no pueden, como modo de preservar a los depositantes. En este caso, los accionistas no han absorbido la totalidad de las pérdidas y la prueba es que han obtenido algún valor por sus títulos. Esto dará lugar a bonitos pleitos en los tribunales y las cortes de arbitraje internacional.

En cualquier caso, y volviendo a mi primera entrega de esta serie, en el caso Credit Suisse, creo que queda claro que el privilegio de creación de dinero de la banca (depósitos a la vista) se convierte en monstruo de difícil contención cuando se despierta. Credit Suisse no parece que tuviera problemas de impagos (como no los tenía SVB), ni de mala gestión de la subida de tipos (como sí tenía SVB) y su escasa rentabilidad ya se descontaba del precio de sus acciones. Sin embargo, cuando el miedo se desató, nada lo contuvo.

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