Una anécdota, real como la vida misma, resume el desconcierto del Gobierno –como el de la inmensa mayoría de españoles-, al enterarse de la bomba de relojería que se estaba preparando en las cocinas de JxSí, la coalición electoral entre ERC y CDC que había logrado 62 diputados en las elecciones autonómicas del 27 de septiembre de 2015, quedando a 6 de la mayoría absoluta necesaria para formar Govern. Muy a primeros de enero de 2016, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que dirige el general Félix Sanz Roldán informó al Gobierno del nombre del sustituto de Artur Mas, obligado a abandonar el liderazgo de la coalición después de que la CUP se negara en redondo a apoyar su investidura. Y cuentan que Sanz Roldán tiró aquel día de teléfono, como hace todas las mañanas, para contar la nueva a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, su superior jerárquica. Soraya se apresuró a comunicar la novedad al presidente del Gobierno en el propio recinto de Moncloa.
-Pusdequé…? –inquirió Mariano arqueando la ceja.
-Puigdemont, Carles Puigdemont. Es el alcalde de Gerona.
-¡Pero qué se ha fumao Félix esta mañana…!
Rajoy no había oído nunca el nombre de un hombre que con el paso de los meses llegaría a colocar a España frente a su mayor crisis política desde la Guerra Civil
El jefe de nuestros espías no se había fumado ninguna yerba alucinógena. Simplemente había cumplido con su obligación de facilitar al Gobierno de la nación esa información confidencial sensible que le permite tomar decisiones políticas con conocimiento de causa. Mariano Rajoy no había oído nunca el nombre de un hombre que con el paso de los meses llegaría a colocar a España frente a su mayor crisis política desde la Guerra Civil. El Ejecutivo, sin embargo, estuvo informado puntualmente de lo que iba a ocurrir en Cataluña. Como lo ha estado siempre a lo largo de los últimos meses. El papel de los servicios de inteligencia ha sido, sin embargo, puesto en duda por unos y abiertamente criticado por otros, acusado incluso de haber sido pillado en fuera de juego en momentos críticos de la crisis catalana, acusaciones que han llegado a saltar a las páginas de algunos medios en la Red intoxicados por el inevitable comisario Villarejo, enemigo declarado del director del CNI. De haber sido incapaz de localizar las urnas del patético referéndum del 1 de octubre pasado, por ejemplo.
“El CNI pidió a la Guardia Civil que abandonara la investigación de las urnas del 1-O”. Tal era el titular de apertura con el que uno de estos medios sensacionalistas trataba de dañar la imagen del Centro por encargo del famoso ex comisario. “El fracaso del CNI: ni encontró las urnas ni el 95% de los Mossos ha cumplido la orden del juez”. “Esas informaciones son absolutamente falsas”, aseguran en el Centro, “y desconocen la naturaleza de las funciones que tiene encomendadas y que vienen reflejadas por su Ley Regulatoria. Las urnas fueron escondidas por cientos de ciudadanos en sus casas. ¿Alguien se imagina al CNI siguiendo los pasos de un millar de paisanos? No hay juez capaz de autorizar una cosa semejante, ni está entre nuestras obligaciones. Esa no es función del CNI, y sí trabajo del CNP, de la Guardia Civil y de los propios Mossos. Un servicio de inteligencia se dedica a buscar información, a contrastarla y a pasársela al Gobierno para que pueda obrar en consecuencia. Y lo hace a través de los agentes que tiene desplegados en las zonas de conflicto. Eso es todo, que no es poco”.
El CNI no es una fuerza policial, y no hubiera podido efectuar detenciones en caso de haber estado al corriente de la fuga de Puigdemont
“El CNI no es una fuerza policial, y no hubiera podido efectuar detenciones en caso de haber estado al corriente de la fuga de Puigdemont, por ejemplo. Otra cosa es que el Centro haya estado trabajando muy intensamente en asuntos que ha llevado a buen término la Guardia Civil y en los que nuestra presencia ha quedado en la sombra, como es el caso de la neutralización, en la sedes del CTTI y del CESICAT, de los programas informáticos relacionados con el 1-O, impidiendo así el recuento y el voto telemático, operación realizada por la Benemérita el 30 de septiembre, víspera del referéndum, un golpe maestro que contó con nuestra experiencia, muy alta, en la materia”, y que indujo al Gobierno a pensar que la votación había sido abortada del todo, con lo que sabemos sucedió después: la aparición de las urnas y el intento de la Policía de hacer cumplir el mandamiento judicial impidiendo las votaciones e interviniendo en los colegios cuando ya era demasiado tarde, intervención frenada a partir de las 11 de la mañana tras los incidentes registrados.
El CNI habla catalán
El Centro asegura estar perfectamente al corriente desde hace tiempo sobre lo que ocurre en Cataluña. Los efectivos dedicados al desafío catalán se han multiplicado por cuatro en los últimos años, al punto de que prácticamente todos los nuevos agentes que han entrado a formar parte de la casa están en Cataluña y hablan catalán. Incluso la mujer que dirige la División de Inteligencia Económica, uno de los cargos más relevantes del CNI, es catalana. De centralizar la información se encarga una “célula Cataluña” que reporta directamente a Sanz Roldán. “El Centro ha ofrecido al Gobierno información puntual y concreta de todos y cada uno de los pasos que ha ido dando el independentismo, los planes, las leyes, las alianzas, en cada una de sus fases, mediante una labor callada, muy especializada, siempre por medios legales y con la prudencia debida. ¿Cómo? A través de nuestros agentes y de sus fuentes, entre las que lógicamente figuran políticos, empresarios, periodistas y profesionales de muchas ramas de actividad”.
Los servicios de inteligencia están convencidos de la necesidad de proceder a reorganizar la arquitectura de la Seguridad en España, sobre todo en cuestiones que atañen a la privacidad y seguridad de las telecomunicaciones, asunto crucial como ha puesto de manifiesto la presencia masiva de hackers en asuntos de tanta importancia como la elección de Donald Trump, el referéndum sobre el Brexit o la propia experiencia catalana. El Consejo de Ministros dio este viernes un paso importante en esa dirección al aprobar la Estrategia de Seguridad Nacional para los próximos años, de la que pasarán a formar parte los ciberataques en todas sus vertientes, y no solo en los procesos electorales, y la difusión masiva por la Red de noticias falsas (fake news). En el Centro están convencidos de que “España se ha convertido en el laboratorio de la desestabilización de la Unión Europea y del propio euro, y debemos ser conscientes de ello. La historia de Europa está jalonada de episodios en los que confluyeron la propagación de bulos, el miedo al futuro, las crisis económicas y la desafección de unas masas cuyas aspiraciones dejaron de encauzar las instituciones”.
Se trata de centrarse en la llamada “guerra híbrida”, que incluye desde la intervención mediante fuerzas convencionales hasta la presión económica o los ciberataques, con el foco puesto para el CNI en la Rusia de Putin (hasta 8 miembros de la embajada rusa en Madrid han sido expulsados de España en los últimos tiempos), donde están alojados gran parte de los servidores de los que procedían muchas de las noticias falsas vertidas sobre la crisis catalana. La guerra en la Red y la guerra, brutal, contra el terrorismo islamista, desafíos que deberían centralizarse en el CNI en lo que atañe a sus vertientes de inteligencia e información. Esa reorganización, poniendo fin a la dispersión del trabajo que en el mismo sentido realizan los servicios de información del CNP, de la Guardia Civil y de las policías autonómicas, se antoja urgente a la luz de los acontecimientos.
Especial atención a los medios de comunicación
Si la guerra moderna, por no hablar de los cambios políticos y sociales, se desarrolla en buena medida en las redes sociales y tiene como objetivo la información (o la desinformación), no es extraño que en la Cuesta de las Perdices presten especial atención a los medios de comunicación en sus distintas vertientes. Es lo que explica el perfecto conocimiento que en el Centro tienen de la “geografía” de los medios, desde la composición del accionariado, hasta la ideología que los mueve, pasando por su puesta al servicio de intereses políticos (muy patente en televisión y en internet) y empresariales, por no hablar del seguimiento puntual de “golferías” tan notorias como la utilización editorial de algunos medios para alterar las cotizaciones bursátiles y permitir operaciones especulativas.
“De todo tiene información puntual el Ejecutivo. Esta es una institución sujeta al control del Gobierno, que trabaja bajo las directrices de inteligencia que Moncloa le entrega a principios de cada año, y sometida a la crítica de la sociedad como no podía ser de otro modo. Lo que haya hecho después el Gobierno con esa información no es asunto que sea de la competencia del Centro, que debe limitarse a mantenerle informado”. El Gobierno Rajoy, pues, no puede echar la culpa a la falta de información o a información errónea sobre lo que iba a ocurrir en Cataluña. Las instituciones, con todos sus fallos, están demostrando que funcionan. Lo que no funciona es nuestra clase política, en general, y el Gobierno de la nación, en particular, que ha reaccionado tarde, mal y nunca ante el desafío separatista, siempre a rebufo de un nacionalismo que desde 2012 ha llevado la iniciativa, una circunstancia que, más que a la debilidad parlamentaria actual, tiene que ver con el marco mental de un personaje como Mariano Rajoy, dispuesto siempre a procrastinar los problemas en espera de que sea el paso del tiempo quien se los solucione. El día 21 sabremos si esta vez ha acertado.
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