Opinión

Rajoy se rinde: vale, todas las naciones son España

Mariano Rajoy acepta abrir el melón intocable de la Constitución a cambio de un dudoso apoyo del PSOE a la aplicación del 155 en Cataluña. 

Hasta hace pocas horas, a Rajoy se salían ronchas en el cerebelo en cuanto le mentaban la reforma de la Constitución. Abrir el melón carecía de sentido. "Ocurrencias", "disparates". "Eso es un eslogan", le espetó a Pedro Sánchez en el debate electoral de 2015.

Lo que era prematuro ahora se troca urgente. El golpe de Puigdemont ha ablandado las firmes murallas que defienden nuestro edificio constitucional. Sabido es que, en política, 'cuando digo nunca, quiero decir hasta mañana'. Rajoy, con España a dos pasos de trocearse, se olvida de sus promesas y le abre a Sánchez el camino hacia los aposentos hasta ahora inaccesibles de la Carta Magna. 

El presidente del Gobierno se ha olvidado de su firmeza y de sus principios, de su postura de años, de su insobornable discurso. La reforma constitucional era inabordable, un imposible. "Si no se tiene claro cual es el camino y el objetivo, mejor ni hablarlo", argumentaba siempre. Todo ha cambiado. El golpista Puigdemont lo ha logrado. Rajoy se ha sumado no sólo a la sicalíptica comisión parlamentaria, ideada por Sánchez, para "modernizar" el Estado Autonómico, sino que también acepta meterle mano a la Carta Magna. Seis meses para lo primero y un plazo sin concretar para lo segundo.

El distante Zapatero

Sánchez consigue su objetivo. Será el primer político que logrará hollar el corazón de nuestra ley de leyes por primera vez en los cuarenta años de su existencia. Sánchez, que no distingue entre una nación, un país, un Estado y un armario empotrado, volará el blindaje de la Constitución. Rajoy se rinde ante el chantaje, dicen en el PP. El PSOE, un partido que no ha sido capaz de explicar con claridad qué entiende por la "España federal". Que en tiempos de Rubalcaba aprobó una "declaración de Granada' que ellos mismos sepultaron en el fondo de los océanos. Que tienen un secretario general que defiende que España es una "nación de naciones", o, sencillamente, "una nación con al menos tres o cuatro naciones". Que cuando intentó explicarse, arrojó aún más tinieblas sobre el disparate: "Todas las naciones son España". Superó con creces al concepto "discutido y discutible" de Rodríguez Zapatero, el líder socialista que menos ha creído en España.

Sánchez consigue su objetivo. Será el primer político que logrará hollar el corazón de nuestra ley de leyes por primera vez en los cuarenta años de su existencia"

Rajoy cede y entrega las llaves del Sancta Santorum de nuestra convivencia a un dirigente de una inteligencia líquida, una formación escueta y un conocimiento espumoso. Este puede ser el efecto más nocivo del golpe separatista de Cataluña. El presidente del Gobierno, acogotado, angustiado y contra las cuerdas separatistas, va a acabar negociando nuestra futura Constitución con un personaje que habla de la España de las cuatro naciones como si de un torneo de rugby se tratase, O que considera que "todas las naciones son España". ¿Incluido Turkmenistán?

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