La situación política y el inminente periodo electoral nos están distrayendo de la evolución de la economía española. Las decisiones de política económica del Gobierno y el elevado nivel de incertidumbre global, cuyo índice vuelve a situarse en niveles récord de 2016, han comenzado a impactar negativamente sobre las perspectivas de crecimiento de nuestro país, reflejándose en el deterioro de la situación presupuestaria o el estancamiento del comercio exterior.
El incremento del gasto público aprobado por el Gobierno a través de sucesivos Reales Decretos Ley, ante la ausencia de reformas estructurales, el retroceso de la productividad y la preocupante evolución financiera del sistema del pensiones han tenido un claro efecto: un año perdido en la necesaria consolidación fiscal de la economía española. En enero, la deuda de las AAPP registró un avance del 2,6% interanual, superando el ritmo del crecimiento de la economía española (2,4% en el cuarto trimestre de 2018, hasta situarla en un 97,4% del PIB frente al objetivo del 95,4% en 2019. Al mismo tiempo, se prevé que el déficit público se sitúe en un 2,7% del PIB en 2018 y en un 2,5% en 2019, lo que exigiría un ajuste de en torno 24.177 millones de euros (2% del PIB) para alcanzar el objetivo acordado con la Comisión Europea del -0,5% en 2020.
La economía española requiere de reformas que impulsen nuevamente la productividad y la internacionalización, y renunciar al insostenible crecimiento de gasto público
Paralelamente, la guerra comercial y el debilitamiento de la confianza empresarial a nivel global han comenzado a impactar por efecto contagio en el sector exterior español. En enero, las exportaciones de bienes se estancaron al no registrar nigún avance en términos interanuales, principalmente debido a la incertidumbre del Brexit, la recesión italiana y la ralentización de la economía alemana, dada la elevada exposición de nuestro país a estos tres mercados europeos. En concreto, las exportaciones intracomunitarias se redujeron un 1%, mientras que no hubo ningún avance en las extracomunitarias.
Esta tendencia confirma el cambio del patrón de crecimiento de España, en el que el sector exterior, como ya ocurrió en el conjunto de 2018, mantendrá su contribución negativa al PIB. Una situación que podría agravarse si se confirman las previsiones a la baja de Alemania, cuya coyuntura económica viene condicionada negativamente por la incertidumbre ante un posible endurecimiento de la politica comercial de la Administracción Trump hacia Europa y la moderación del crecimiento de China. De ahí que el Ifo Institute haya proyectado un crecimiento del PIB alemán del 0,6% en 2019, 0,5 puntos inferior a la estimación de la Comisión Europea, debido al retroceso de su supéravit por cuenta corriente y de la actividad industrial.
El primer trimestre de 2019 finaliza mostrando un claro escenario de desaceleración económica global a la que España, a pesar de mostrar un crecimiento superior al de la media de la Eurozona desde 2015, no será ajena. La economía española requiere en estos momentos de reformas que impulsen nuevamente la productividad y la internacionalización, permitiendo reducir su exposición al mercado europeo, y no apostar por un insostenible crecimiento de gasto público dada la situación presupuestaria actual de nuestro país. De hacerlo así, estaríamos repitiendo los errores del pasado con las negativas consecuencias socioeconómicas que todos recordamos. En todo caso, y hasta después de las elecciones, lo más razonable por parte del Gobierno sería abstenerse de tomar decisiones que comprometan el empleo actual y que eleven todavía más la carga de la deuda. Por tanto, urge recuperar el realismo económico.
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